La gran partida de cartas que desde hace medio año juegan Turquía y la UE tuvo su penúltima mano ayer en Bruselas. Bien pasada la medianoche, y tras más de 15 horas de reuniones, los jefes de Estado y de Gobierno de los 28 acordaron con el primer ministro Ahmet Davutoglu algo sin precedentes y con una base legal muy cuestionable: devolver a Turquía a todos los "migrantes irregulares", tanto los "económicos" como los refugiados, incluidos los sirios.
La cumbre no se saldó con unas "conclusiones", como es habitual, sino con una "declaración" que recoge los acuerdos esenciales. Los detalles serán perfilados en los próximos días, antes del siguiente Consejo Europeo. Pero las líneas generales son claras: expulsión de todos los que llegan a cambio de 3.000 millones adicionales para Ankara y acelerar tanto la supresión de visado para los turcos que viajen a Europa como la negociación para su potencial entrada en la Unión.
Europa ha bailado durante semanas al compás que marca Erdogan. A punto de romperse por la crisis de los refugiados, estaba dispuesta a ofrecer más y a soportar los desafíos abiertos, e incluso las faltas de respeto como las vividas ayer, con el presidente atacando desde Estambul mientras su primer ministro exponía el pliego de condiciones en el corazón del continente. Pero lograr la unanimidad fue tremendamente complicado. Los líderes de los Veintiocho y de las principales instituciones comunitarias querían garantías muy claras y dejar perfectamente marcados los límites y condiciones para que no haya sorpresas.
El lunes, la Cumbre empezó temprano y en pocos minutos toda la planificación del equipo del presidente del Consejo, Donald Tusk, se vino abajo. El ex primer ministro polaco pasó la semana pasada en ruta, viajando desde Viena a Estambul, pasando por Eslovenia, Praga y Atenas. Visitó la Ruta de los Balcanes que recorren los refugiados a pie. Y volvió a Bruselas con un borrador de documento bajo el brazo. Sin embargo, el domingo por la noche Davutoglu cenó con la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro holandés, Mark Rutte, quien ostenta la presidencia de turno de la UE este semestre. Y de esa reunión, la importante, salió un segundo documento.
Merkel juró y perjuró ante la prensa que el papel no era suyo, sino turco, pero lo calificó de "salto cualitativo positivo", y la sensación entre sus socios es que su mano estaba detrás. La canciller necesitaba algo concreto antes de las elecciones regionales del fin de semana, y lo consiguió.
El equipo de Tusk estaba visiblemente incómodo. En un instante toda la planificación saltó por los aires. Sobre la mesa, dos documentos y 28 equipos tratando de combinarlos. Y una idea extremadamente polémica y legalmente cuestionable: devolver a todos los que llegan a las islas griegas de nuevo a Turquía, independientemente de si son demandantes de asilo o los llamados emigrantes económicos, que no tienen derecho legal a quedarse por no huir de la guerra ni estar en peligro su vida en sus países.
La ley internacional, con la Convención de Ginebra, estipula que quien llega a un territorio puede pedir asilo, y no puede ser expulsado o deportado hasta que se resuelva su expediente. Pero la postura de los halcones europeos, esbozada desde hace meses, es que como Turquía es un "país seguro" y allí no hay guerra, técnicamente podrían ser devueltos aprovechando los acuerdos bilaterales entre países, incluyendo Grecia y Turquía. La semana pasada Erdogan aceptó la devolución de 308 personas, pero que no tenían derecho a asilo. Esto firmado ahora es un salto dramático que lleva semanas tratando de gestarse, pero que aún no ha logrado cerrarse del todo por no disponer de una fórmula legal lo suficientemente sólida.
El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ha tenido un momento difícil durante la rueda de prensa al tener que defender una decisión que, durante meses, su equipo ha criticado una y otra vez en público y en privado. Según el luxemburgués, la directiva europea, según su artículo 33, permite a un país rechazar una petición de asilo si la persona viene de un país seguro. Según Juncker, Turquía lo es y así lo reconoce Grecia. El problema es que según la propia directiva europea, ese estatus de Turquía como "país seguro" es altamente cuestionable. Y así lo han sostenido sus propios colegas una y otra vez.
De hecho, la legislación turca (Juncker ha hablado de "pequeños detalles") es sumamente vaga y la protección no está ni bien definida ni tiene el alcance mínimo que una situación de este calado requiere. Y en Bruselas lo saben perfectamente, pese a que han decidido obviarlo.
El equipo de Tusk creía que esto es ir demasiado lejos, pero se apuntaron rápidamente al tren de la la idea turca. Davutoglu está dispuesto a que se devuelva de forma automática a inmigrantes y a refugiados, incluso a los sirios, pero con dos condiciones. Primero que por cada persona "irregular" que vuelva al país, los Estados Miembros de la UE reubicarán directamente desde Turquía a un refugiado sirio con derecho asilo. Uno por uno, sin excusas, y pagando el coste la propia UE.
La segunda, crítica, es que no sea con efecto retroactivo. Es decir, que tal y como pone el documento, a partir de la entrada en vigor (al principio se fijó que desde el mismo día 7, pero se levantó en el último momento) la UE podrá devolver inmediatamente a los que traten de llegar de forma irregular a Grecia, pero no a los que a día de hoy ya están allí. Para asegurarse de eso, Turquía exige que se "evacúen" las islas griegas, y que todos los refugiados que están ahora mismo en los centros de acogida o registro de datos sean llevados a otro lado. Así Alexis Tsipras no podrá colar a nadie ya alojado cuando se aplique el pacto.
Juncker ha dado también en su intervención la clave de cuál va a ser el método para desincentivar los viajes. "No vayan a Grecia, serán deportados y pasarán al final de la lista para ser recolocados", ha prevenido a los sirios.
Ahí está la esencia: los que decidan gastarse miles de euros para cruzar el mar arriesgando su vida serán además 'castigados', siendo relegados a la lista por la que se reubicará directamente en Estados de la Unión a los demandantes.
Las propuestas turcas que llegaron por la mañana eran demasiado vagas en demasiados términos y según reconocían en el Consejo Europeo, había que "pulir y trasladar" a lenguaje comunitario muchas de las expresiones. Como por ejemplo la referencia a un establecimiento de algún tipo de corredor humanitario para los sirios, pero sin aclarar cómo se logran zonas seguras en territorio en guerra, si con medios diplomáticos o militares, si con zonas de exclusión aérea o tropas sobre el terreno.
Al borde de las 22.00 los rumores se multiplicaban. Las delegaciones asumían que de esta cita saldría sólo un acuerdo genérico y que los detalles técnicos se concretarían durante los próximos 10 días y se cerrarán en la próxima Cumbre, prevista para el 17 de este mismo mes. Y así fue.
Es mucho dinero, mucha logística y la confianza entre todas las partes está en mínimos. En noviembre ya se dio el visto bueno a un fondo de 3.000 millones para los refugiados que están en Turquía, pero el dinero para proyectos concretos (canalizado a través de ONG y vigilado por la Comisión) no acaba de llegar. Hasta el punto de que el presidente Erdogan recriminó en un tono que pocos comprendían ayer en Bruselas lo lento del proceso.
"Dijeron: os vamos a dar 3.000 millones de euros. Han pasado cuatro meses y no nos han dado nada", indicó el jefe del Estado a los medios locales durante un congreso de un sindicato en Ankara en declaraciones recogidas por Efe. "El primer ministro está allí. Espero que regrese con el dinero", insistió el presidente.
Y en documento consensuado anoche en efecto recoge el compromiso de "acelerar el desembolso" mediante la "financiación de una primera tanda de proyectos antes de finales de marzo".
Los próximos pasos no son sencillos. Chipre, por ejemplo, bloquea cualquier paso en la negociación de la futura adhesión, al menos hasta que el contencioso sobre la parte Este de la isla se resuelva. Y por eso uno de los primeros encuentros bilaterales del presidente Tusk fue con su colega chipriota.
Por otra parte, Ankara no se pondrá en serio a combatir las mafias hasta no tener dinero y quiere una presencia mucho mayor de la OTAN, que es su forma de protegerse frente a la intervención rusa en la región. Y Grecia no puede hacer frente a toda la situación si la ruta terrestre está cerrada y se acumulan decenas de miles de personas en la frontera con Macedonia.
Buena parte de la discusión ayer tuvo que ver precisamente sobre esa Ruta de los Balcanes, que el borrador sobre el que trabajaban los líderes ayer por la mañana daban por "cerrada". Pero, ¿si se cierra esa ruta, qué pasará? Italia teme que los barcos vuelvan a llegar de forma masiva a sus costas. E incluso España, según fuentes diplomáticas, teme que cualquier acción para cortar el camino por el Este genere una nueva ronda de llegadas en el Mediterráneo occidental.
El documento de apenas unas páginas dedica varios párrafos a la delicada situación griega. Así, por ejemplo, recuerda la "responsabilidad colectiva" y pide una "rápida movilización de los medios y recursos" disponibles. Materiales humanos, con funcionarios para las fronteras, recursos de Frontex y personal especializado de Europol. Nada que no se hubiera prometido antes, en los últimos 12 meses, con escasos resultados.
Sobre derechos civiles, una triste y solitaria frase en el papel: los líderes "discutieron la situación de los medios de comunicación en Turquía". Y en la rueda de prensa, un discurso agresivo del primer ministro Davutoglu defendiendo la solidez del sistema tuco, la "prensa dinámica" que existe y acusando de lavado de dinero al periódico que fue intervenido hace apenas unos días. Sin que Juncker ni Tusk, de pie a su lado, dijeran nada.
Valoración de Rajoy
"Todas las personas que entren de manera irregular a la Unión Europea desde Turquía serán devueltas a Turquía y Turquía las aceptará", ha explicado Mariano Rajoy en declaraciones a la prensa tras la cumbre entre la UE y Turquía en las que ha incidido en que "eso es lo más importante para todos".
Eso sí, Rajoy ha dejado claro que "las obligaciones de los estados no se han incrementado" y los compromisos de acogida "seguirán siendo voluntarios". "Algunos Estados, concretamente los países de la Europa del Este han pedido que conste expresamente en el acuerdo que esto no supone en ningún caso el aumento de ninguna suerte de compromiso", ha explicado.
"En cualquier caso, España hará un esfuerzo tanto en materia de reubicación como en materia de reasentamiento", ha explicado, si bien no ha avanzado cifras del número de refugiados que España podría acoger a corto plazo.
Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2016/03/08/56de226e46163f46418b457a.html
El acuerdo es, desde el punto de vista legal, muy pero que muy cuestionable. No obstante, lo peor de todo es que esto es una prueba (más) de la inoperancia de las instituciones internacionales para solucionar determinados conflictos. La solución a la que han llegado la UE y Turquía es una chapuza muy seria, básicamente les damos una morterada de pasta, les hacemos concesiones políticas, les agilizamos el proceso de adhesión a la UE todo ello a cambio de que se hagan cargo de los refugiados sin solucionar absolutamente nada. Es lo mismo que el que barre y mete la mierda debajo de la alfombra esperando que desaparezca por arte de magia.
En fin.... en vez de atajar el problema en su origen y terminar con el conflicto sirio de una vez por todas, preferimos desentendernos sin más y deportar a los refugiados para no tener que verlos en las noticias día sí y día también mientras en Siria siguen matándose unos a otros día y noche.