La verdad es que es una idea que me viene a la cabeza desde hace tiempo y que a raíz del siguiente tweet ha provocado que me la plantee de nuevo. Y es que, pese a que todos los que estamos por aquí (incluido yo) hemos criticado bastante a Rajoy, la polarización y la tensión que hay ahora en la sociedad está alcanzado cotas máximas. Ha llegado un momento en que incluso no solo he llegado a echar de menos la época de Rajoy, si no también la propia época del bipartidismo en sí.
Casi todos estábamos de acuerdo en que era bueno renovar la situación política española con nuevos partidos políticos que sirviesen para imponer un mayor control sobre los grandes partidos estatales, cuyos casos de corrupción se contaban por centenares, pero, al final, dichos partidos han contribuido a generar mayor tensión en la sociedad y han acabado siendo un mal mayor.
Respecto al legado de Rajoy, hubo cosas buenas y malas, por supuesto. Su primera legislatura fue en términos generales -en mi opinión- bastante positiva. Logró encauzar la situación heredada por parte de un gobierno socialista que nos dejó al borde de la ruina, y con grandes esfuerzos y recortes -en mi opinión insuficientes- logramos evitar convertirnos en una Grecia 2.0. A cambio, eso sí, de incumplir la promesa de bajar los impuestos a los ciudadanos españoles, que vieron como su esfuerzo fiscal se incrementó durante la primera legislatura de Rajoy en un intento de córregir el déficit galopante heredado de la adminstración socialista. Para muchos expertos y para la propia Unión Europea, el mayor acierto de su legislatura fue, sin duda, la reforma laboral que fomentó la creación de millones de empleos a lo largo de los siguientes años.
Otras leyes alabadas por su eficacia fueron la de fijar una regla de gasto a los ayuntamientos, o la de imponer una tasa de sustitución de los funcionarios en un 10 % que consiguió reducir el número de funcionarios, aliviando el número de empleados públicos estatales. Además, la ley de la reforma de las pensiones permitió fijar el incremento en únicamente un 0.25 %, incluso aquellos años en los que el IPC fuese superior a ese 0.25 %. Por fin alguien miraba a medio o largo plazo respecto a las pensiones. También es de justicia decir que pese a que se subieron los impuestos de manera notable durante los primeros años de la legislatura, al final de esta se produjo cierto alivio fiscal en los bolsillos de los españoles y se bajaron algunos impuestos que previamente se habían subido, aunque pese a esta bajada, el esfuerzo fiscal de los españoles era bastante superior al del principio de la legislatura.
No obstante, al final de la primera legislatura estas reformas estructurales que eran tan necesarias para recortar el gasto y el déficit no llegaron hasta donde deberían haber llegado por puro electoralismo. Incumplimos los objetivos de déficit de la UE sistemáticamente, año tras año. El gobierno pensó que para contrarrestar el discurso populista de Podemos había que postergar las tan necesarias reformas que necesitaba el país y al final acabó cediendo más de la cuenta.
Su segunda legislatura ya fue bastante peor en mi opinión, aunque es justo decir que tuvo las manos bastante atadas debido a que ya no gozaba de la mayoría absoluta de la que dispuso en la primera legislatura. Aunque es cierto que se siguieron creando millones de puestos de trabajo, la prima de riesgo bajó y España recuperó la credibilidad en el mercado. Incluso la deuda % PIB empezó a reducirse ligeramente, por fin.
Pero su gestión sobre el tema catalán fue bastante errática y al final acabo realizando ciertas concesiones que iban en contra del espíritu de las reformas del 2012-2013, que tan buen resultado dieron, como la revalorización de las pensiones mediante el IPC para asegurarse el voto de un partido (PNV) que a la mínima de cambio le traicionó.
Y vosotros, ¿echáis también de menos a Mariano Rajoy?
Abro paraguas y a discutir