El gigante de la tecnología sale al paso de las críticas asegurando que ralentiza el rendimiento de sus dispositivos cuando surge un nuevo modelo a medida que la batería envejece y pierde eficiencia
Era un secreto a voces. Daba la sensación que formaba parte de una trama de conspiración o una leyenda urbana, pero no. Cada vez que se lanza al mercado un nuevo dispositivo electrónico, sobre todo un teléfono móvil inteligente, el modelo anterior frena su rendimiento. Funciona peor si cabe. Conforme pasa el tiempo, algunas funciones se ralentizan y la duración de la batería es cada vez menor.
Y Apple lo sabe. Por eso, y en respuesta a un problema creciente, la firma norteamericana ha salido al paso para admitir públicamente que ralentiza deliberadamente los iPhones antiguos, aunque insiste en que esa decisión atiende a una razón: las baterías, normalmente de iones de litio, se degradan con el tiempo. Cuando empieza a dar problemas a la hora de suministrar la corriente eléctrica máxima que demanda el procesador se corta la velocidad del procesador, el «cerebro» que gestiona el terminal.
En cada nueva generación, los fabricantes suelen mejorar las capacidades técnicas de productos. El «smartphone» es el aparato electrónico más exitoso de los últimos tiempos y el ejemplo de cómo la miniaturización de la tecnología y las exigencias de los consumidores, acompañado de un agresivo modelo económico, ha empujado a renovar los dispositivos al menos una vez al año. El iPhone X, el terminal más actual de la compañía norteamericana, incluye componentes electrónicos y especificaciones mejoradas respecto a la anterior generación.
Puedes seguir leyendo la noticia aquí