En Israel, el 'país-laboratorio' de la vacuna de Pfizer, ya se recogieron datos sobre cómo influía la vacunación en la reducción de casos en los hogares durante los meses de verano, justo antes de sus repuntes y la puesta en marcha de las terceras dosis. Aquí el trabajo apunta a que la vacunación proporciona una protección sustancial contra la susceptibilidad a la infección y un escudo ligeramente más débil contra la infecciosidad dada la infección (del 41 al 79%), reduciendo así la transmisión del SARS-CoV-2 a los contactos domésticos.
Con estos supuestos podemos decir que, si ayer se produjeron 6.315 nuevas infecciones y casi un 80% está inmunizado, significa que sólo se producirían la mitad de los contagios que se contempla con la variante delta. Esto es, con una tasa de reproducción del virus de 1,22 (una de las R más altas que han precedido a un nuevo incremento exponencial de casos) se podría calcular que de cada infectado en vez de llegar el virus a otros siete (capacidad de la variante delta), lo haría a tres. O lo que es lo mismo, con las vacunas conseguimos reducir la tasa de transmisión a la variante original.