Anders Behring Breivik, el fanático ultraderechista que mató a 77 personas en ataques con bombas y armas de fuego en Noruega en 2011, ha comparecido este lunes ante un tribunal instalado en su prisión en un intento legal de poner fin a sus años de aislamiento.
Vestido con un traje negro, camisa blanca y corbata marrón, el recluso, que hace años cambió su nombre por el de Fjotolf Hansen, no hizo ningún saludo nazi ni exhibió ninguna pancarta al entrar en la audiencia, instalada en el gimnasio de la cárcel de alta seguridad a 70 km al noroeste de Oslo.
El hombre, de 44 años, permaneció sentado impasible mientras su abogado exponía su argumento de que las condiciones de su detención violaban sus derechos humanos. "Ha estado aislado durante unos 12 años", declaró en la vista el abogado Oeystein Storrvik. "Solo está en contacto con profesionales, no con otros reclusos". "El tribunal debe poner el freno y admitir que debe haber un equilibrio entre la seguridad y los derechos del individuo", dijo el abogado.
En anteriores presentaciones ante el tribunal, Storrvik había argumentado que el aislamiento había dejado a Breivik con tendencias suicidas y dependiente del medicamento antidepresivo Prozac.
Breivik, que antes de sus atentados envió por correo electrónico copias de un manifiesto en el que exponía sus teorías, ha demandado al Estado y también ha pedido al tribunal que levante las restricciones impuestas a su correspondencia con el mundo exterior.
Breivik mató a ocho personas con un coche bomba en Oslo y luego asesinó a tiros a otras 69, la mayoría adolescentes, en un campamento de las juventudes del Partido Laborista, en la peor masacre cometida en Noruega en tiempos de paz.
Su caso ha supuesto una dura prueba para un país que sigue conmocionado por el horror de sus actos, pero que también se enorgullece de los esfuerzos de rehabilitación de su sistema judicial.
Breivik pasa su tiempo en una sección especial de la prisión de Ringerike, la tercera en la que ha estado recluido. Su sección separada tiene dos plantas e incluye una sala de entrenamiento, una cocina, una sala con televisión y videojuegos y un cuarto de baño, según mostraron las imágenes de una visita realizada el mes pasado por la agencia de noticias NTB. Se le permite tener tres periquitos como mascotas que vuelan libremente por la zona, informó NTB.
Los abogados que representan al Ministerio de Justicia afirman que Breivik debe permanecer apartado del resto de la población reclusa debido a la amenaza constante que supone para la seguridad. En su escrito judicial, afirman que su aislamiento es "relativo", dado que mantiene contactos con guardias, un sacerdote, profesionales sanitarios y, hasta hace poco, un voluntario externo al que Breivik ya no desea ver. También ve a dos reclusos durante una hora cada dos semanas, dijeron los abogados.
El control sobre los contactos de Breivik con el mundo exterior está justificado por el riesgo de que inspire a otros a cometer actos violentos, argumentan los abogados. "Específicamente, esto se aplica a los contactos con los círculos de extrema derecha, incluidas las personas que desean establecer contacto con Breivik como resultado de los actos terroristas del 22 de julio de 2011", dijeron en la presentación.
Breivik fue citado como inspiración por Brenton Tarrant, que mató a 51 personas en dos mezquitas de Christchurch (Nueva Zelanda) en 2019. Breivik cumple una condena de 21 años —la más larga que puede imponer un tribunal noruego— que puede prorrogarse mientras se le considere una amenaza para la sociedad.
Su prisión está a orillas del lago Tyrifjorden, donde se encuentra la isla de Utoya, el lugar donde Breivik perpetró los tiroteos.
Breivik también demandó al Estado en 2016, alegando que estaba incumpliendo el Convenio Europeo de Derechos Humanos, incluidas las secciones que dicen que nadie debe ser sometido a "tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes". En un principio ganó el caso, pero un año después se anuló en apelación antes de que se levantaran las restricciones.
El juicio se celebra bajo severas medidas de seguridad y con amplias restricciones, ya que por orden del tribunal sólo se podrá ver el inicio y el fin del proceso, y no las intervenciones de Breivik. El veredicto del juez —no hay jurado— se hará público en las próximas semanas.
Que viene a darnos lecciones una persona que sesgó la vida de 77 personas...
Igual con una piscina en su "celda", se "solucionaban" sus "derechos humanos"...