Leo, a través de varias fuentes, esta carta abierta a este personaje televisivo que tanto me revienta. Aquí la dejo por eso de darle un poco de difusión, que en meneame.net no ha tenido mucho éxito.
Muy señora mía:
Me encuentro ahora mismo en un momento de mi vida en el que no puedo más que agradecer todo lo que su labor informativa, a lo largo de tantos años de su carrera profesional, pero especialmente en estos últimos, ha contribuido a la estabilidad de mi núcleo familiar.
Permítame que me presente: tengo 20 años y consumo drogas de vez en cuando. No tengo ningún problema con ellas, nunca lo he tenido. Pero hace una semana, mis padres se han enterado de que soy consumidor. Todo esto ha generado un problema donde no lo había, que se ha ido agravando hasta convertirse en una especie de drama familiar que todavía no sé muy bien cómo va a terminar, y la verdad es que no sé si quiero saberlo.
Claro que todo esto no le importará a usted, sentada en su gran sillón, autoerigiéndose jueza y verdugo de la juventud en cada reportaje que maquina, induciendo miedo a los padres, exacerbando un problema que no lo es tanto, sesgando la realidad a su antojo. No todo lo relacionado con las drogas es miseria, desenfreno y degradación; también existe la diversión, la responsabilidad, la experimentación, la autoexploración, el placer, el control. Mientras siga omitiendo todo esto en sus programas, el producto final será un cúmulo de seleccionadas desgracias, que no dista mucho de presentar una sucesión de accidentes de tráfico como si ésa fuera la norma en las carreteras españolas.
No crea que es nada personal, sé que hay mucha gente igual que usted, carroñeros, pero se ha autoproclamado abanderada de la lucha antidroga en los medios de comunicación, así que disculpe si la utilizo como cabeza de turco. Puede que piense que exagero, pero no. Es usted la Goebbels de la política antidroga. Fíjese en la cuidada elección de esta similitud: él también tenía sus diarios.
La gente se droga, señora Milá, es un hecho. Lo que hace no contribuye en absoluto a que dejen de hacerlo, sino más bien al contrario. Ni se imagina la de estupideces, inexactitudes y barbaridades que se han llegado a decir en sus reportajes, por llamarlos de algún modo. Sea realista: no entiende nada acerca de las drogas y no concibe un consumo responsable de las mismas. Apuesto a que conceptos como “reducción de riesgos” son totalmente ajenos a su persona. Y lo peor no es eso, no es que no lo sepa; lo peor es que le da igual. Todo es válido con tal de alarmar, crear polémica e impactar al público, porque eso se traduce en audiencia. Y eso es, al fin y al cabo, lo único que le importa.
Quiero que sepa que me siento protagonista de la desgracia que usted ha creado. Sólo espero que todo el share que va arañando programa tras programa le compense todo el daño que está haciendo. Y no hablo sólo de la desinformación constante que provoca con sus mentiras, sino también de todas las familias destrozadas que está dejando a su paso. Destrozadas no por las drogas, sino por el concepto que gente como usted les ha inculcado acerca de ellas.
Si todavía le queda algo de dignidad, retírese para siempre de este tipo de programas. Siga ganándose la vida fabricando fenómenos televisivos en su “Gran Hermano”. Aunque también debería evitar eso si quiere conseguir que la palabra telebasura deje de asociarse con su apellido. Piense en su gran hermano.
Sin más, me despido. Permítame que me ahorre el firmar la carta con mi nombre real para evitar mayores problemas que los que ya tengo.
Firmado: Legalisierung.
P.D.: Y créame, en la redacción de esta carta me ha costado mucho omitir ciertos adjetivos calificativos... más descalificativos que calificativos.
Fuente original: http://docs.google.com/View?docid=dhcgwgr9_12gqsnmz