El rechazo hacia las personas LGTB en la cultura judeocristiana es un hecho histórico, y probablemente tiene su origen en los pasajes bíblicos donde se condenan las prácticas homosexuales. Sin embargo, es justo ahí donde está el error de ese rechazo: en las Escrituras se condenan las prácticas, pero no a las personas. Es una diferencia sutil pero crucial a la hora de comprender la moral cristiana y el hecho de que en ella no hay cabida ni justificación para el rechazo hacia las personas LGTB, ni hacia ninguna otra.
Ante todo un cristiano debe reconocer en cada persona la dignidad de un hijo amado por el Padre: Dios nos quiere a todos sin excepción, sean cuales sean nuestras circunstancias y nuestros pecados, y esto es algo que el cristiano debe imitar. Por otra parte Dios nos da libertad incluso para elegir no creer en Él, así que nosotros no somos nadie para violentar la libertad de los demás. Y sólo Él tiene el derecho de juzgar a las personas, por lo tanto nosotros podemos condenar el pecado pero nunca al pecador, se pueden rechazar los actos pero nunca a las personas.
En ningún punto de la Biblia se dice que haya que marginar, maltratar o perseguir a las personas homosexuales por el hecho de serlo. No se puede condenar a nadie por tener unos determinados sentimientos, entre otras cosas porque como recoge el Catecismo éstos no se pueden calificar moralmente en la medida en que son involuntarios. Se pueden reprobar ciertos actos, pero siempre desde el amor y el respeto escrupuloso a la dignidad y la libertad de cada persona.
Referencias en la Biblia:
En el Antiguo Testamento, en el libro del Levítico, se condenan las prácticas homosexuales con la pena de muerte. En los libros de Génesis y Jueces se relatan dos intentos de violación colectiva a forasteros por parte de los hombres de Sodoma y Gueba, respectivamente.
En el Nuevo Testamento, Jesús no menciona la homosexualidad en el Evangelio, mientras que San Pablo la censura varias veces en sus cartas.
Por otra parte, en numerosos pasajes tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo se repite la idea de que Dios no hace acepción de personas (discriminación) y que tampoco nosotros debemos hacerla.
Pasajes relacionados con la homosexualidadPor orden de aparición en la Biblia:
En el libro del Génesis se habla de Sodoma, de cuyos pobladores se dice que “eran malos y pecadores ante Yahvé en muy alto grado” (13, 13), y se cuenta cómo quisieron forzar a los ángeles que bajo forma humana fueron enviados a la ciudad para destruirla y que se hospedaron en casa de Lot: “Llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están los hombres que han venido a tu casa esta noche? Sácanoslos, para que tengamos relaciones con ellos.” (19, 1-11). Ante los intentos de Lot de disuadirlos, se ponen violentos y forcejean con él diciendo: “te trataremos a ti peor que a ellos”. En el último momento Lot es rescatado por los ángeles, que lo sacan de la ciudad junto a su familia.
En el Levítico, donde se detalla la Ley de Moisés, se condenan las prácticas homosexuales junto con muchas otras como el incesto, el adulterio y la zoofilia, y se establece para todas ellas la pena de muerte: “No te ayuntarás con hombre como con mujer; es una abominación.”(18, 22). “Si uno se acuesta con otro como se hace con una mujer, ambos hacen cosa abominable, y serán castigados con la muerte. Caiga su sangre sobre ellos.”(20, 13).
En el libro de Jueces hay un pasaje similar al de Sodoma pero con un desenlace trágico y cruento. Un viajero de la tribu de Leví y su mujer se hospedan en la casa de un anciano en Gueba, ciudad de la tribu de Benjamín. Mientras están en la casa, “[ ] los hombres de la ciudad, gente perversa, aporrearon fuertemente la puerta, diciendo al anciano dueño de la casa: “Sácanos al hombre que ha entrado en tu casa, para que tengamos relaciones con él” (19, 22). Para disuadirlos el viajero saca a su mujer, que es violada durante toda la noche y acaba muerta a la entrada de la casa. En respuesta al crimen, todo Israel se levanta contra la tribu de Benjamín y la extermina casi por completo.
San Pablo en su carta a los Romanos (1, 26-27) dice de los gentiles que no quisieron conocer a Dios: “Por lo cual los entregó Dios a las pasiones vergonzosas, pues las mujeres mudaron el uso natural en uso contra naturaleza; e igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en la concupiscencia de unos por otros, los varones de los varones, cometiendo torpezas y recibiendo en sí mismos el pago debido a su extravío.”
En la primera carta a los Corintios (6, 9-11) dentro de una bronca que el apóstol echa a la Iglesia de Corinto, que al parecer era un desmadre, dice: ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los ebrios, ni los maldicientes, ni los rapaces poseerán el reino de Dios. Y algunos esto erais, pero habéis sido lavados; habéis sido santificados; habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios."
En la primera carta a Timoteo (1, 8-10) dice: “La ley es buena para quien use de ella convenientemente, teniendo en cuenta que la Ley no es para los justos sino para los inicuos, para los rebeldes, para los impíos y pecadores, para los que carecen de religión y piedad, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los prostitutos y sodomitas, ladrones de esclavos, embusteros, perjuros y si algún otro hay que se oponga a la sana doctrina”.
La clave del Evangelio: Jesús y los marginados El mensaje de amor del Evangelio es la base de toda la doctrina cristiana. Por una parte presenta el amor de Dios hacia nosotros: sin límites, sin condiciones y sin excepciones. Y por otra, el amor que nosotros debemos profesar hacia Dios y los hermanos, como respuesta natural al amor recibido y también como obligación moral. Debemos amar como Él nos ama: “Este es mi precepto: que os améis unos a otros, como Yo os he amado.”(Juan 15, 12).
Y de este principio del amor emanan todos los demás, entre ellos el de no juzgar: “No juzguéis y no seréis juzgados”, “¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga en el tuyo propio?” (Mateo 7, 1 y 3).
Jesús demostró la universalidad del amor divino acercándose especialmente a los marginados de su tiempo (pecadores, enfermos, tullidos, prostitutas, publicanos (1), no judíos), algo bastante escandaloso para la época ya que la misma Ley penalizaba a buena parte de ellos. Su actitud no fue reprocharles su condición ni los pecados cometidos, sino reconocer su dignidad y tratarles de acuerdo a ella, algo que no hacía la mayor parte de la sociedad. Ya en el principio de su ministerio declaró: “Bienaventurados los que lloran [ ] los que tienen hambre y sed de justicia [ ] los que padecen persecución por la justicia…” (Mateo 5, 1-12).
(1) Judíos que eran recaudadores de impuestos al servicio de Roma, eran vistos como traidores por los demás.
Sus palabras más duras, en cambio, fueron para los escribas y fariseos, la clase dominante que representaba el puritanismo más radical. Su hipocresía, insensibilidad y cerrazón mental son objeto de fuertes críticas por parte de Jesús. En Mateo 21, 31 les llega a decir: “En verdad os digo que los publicanos y las meretrices os preceden en el reino de Dios.”
Estos son dos pasajes a mi juicio preciosos y muy representativos de la filosofía evangélica:
El pasaje de la mujer adúltera (Juan 8, 3-11): los fariseos llevan ante Jesús a una mujer adúltera y le dicen que según la ley deben lapidarla, a lo que Él responde: “El que de vosotros esté sin pecado, arrójele la piedra el primero.”/i Los acusadores, sin argumentos, se van marchando y cuando no queda nadie Jesús se dirige a la mujer: “Incorporándose Jesús, le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? Dijo ella: Nadie, Señor. Jesús dijo: Ni yo te condeno tampoco; vete y no peques más.”(v 10-11). No hay reproche alguno de Jesús hacia la mujer.
La mujer pecadora en casa del fariseo (Lucas 7, 36-50): Jesús es invitado a la casa de Simón el fariseo, donde una pecadora le agasaja de forma conmovedora ante el desprecio de Simón. Jesús alaba a la mujer y critica la actitud de su anfitrión: “Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa, y tú no me diste agua a los pies; mas ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el ósculo de paz, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con óleo, y ésta ha ungido mis pies con ungüento. Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados porque amó mucho. Pero a quien poco se le perdona, poco ama.”
Estos dos casos, como tantos otros en el Evangelio, serían extrapolables al tema de la homosexualidad sin perder su significado. Si en vez de una mujer adúltera/pecadora se hubiese tratado de una persona homosexual, estoy convencido de que la actitud de Jesús habría sido exactamente la misma. No tenemos constancia de encuentros de Jesús con personas homosexuales (2) –aunque probablemente los habría-, pero sí sabemos que éstos formaban parte del grupo de señalados por la Ley a los que Jesús se dedicó de manera especial. Y sabemos que el mensaje de amor del Evangelio es universal, es decir que vale para todos, LGTB incluidos.
(2) Aquí dejo un link que compartió Spike_Spigel en el hilo sobre el Orgullo Gay. Me parece un artículo interesante, creo que se columpia demasiado en algunos puntos pero plantea una hipótesis perfectamente posible:
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2015/03/17/p365991#more365991.
Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales
La Congregación para la Doctrina de la Fe, uno de los “ministerios” que hay en el Vaticano, publicó en 1986 esta carta que desarrollaba el punto 8 de la “Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual” de 1976. En aquella época la Congregación estaba presidida por el cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI.
En esta carta se define la homosexualidad como desordenada y sus actos como inmorales, en base a las Escrituras y por el concepto de complementariedad del hombre y la mujer y su función procreadora. Al mismo tiempo se reafirma la dignidad de las personas homosexuales y se reconoce su sufrimiento y difíciles circunstancias de vida. También se indica el respeto y el apoyo que la Iglesia debe darles para llevar una vida cristiana. Se remarca el hecho de que una persona no puede ser definida reduciéndola exclusivamente a su orientación sexual, y finaliza diciendo que la Iglesia tiene el deber de ponerse al servicio de todas las personas.
Punto 10 de la Carta“Es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y acciones violentas. Tales comportamientos merecen la condena de los pastores de la Iglesia, donde quiera que se verifiquen. Revelan una falta de respeto por los demás, que lesiona unos principios elementales sobre los que se basa una sana convivencia civil. La dignidad propia de cada persona siempre debe ser respetada en las palabras, en las acciones y en las legislaciones.”
Catecismo de la Iglesia Católica
En 1986 el Papa Juan Pablo II encargó la elaboración del Catecismo a una comisión especialmente creada para ello y presidida por el cardenal Joseph Ratzinger. Este encargo se realizó a instancias de la asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos del año 1985.
El Catecismo fue promulgado en 1992, y su versión definitiva en 1997; habla de la homosexualidad en tres puntos, y en un apartado anterior habla de la moralidad de las pasiones.
Catecismos anteriores como el Romano (1566) o el Mayor (1905) no tratan explícitamente el tema de la homosexualidad, pero sí condenan de manera general los actos impuros, lujuriosos y contra natura.
Moralidad de las Pasiones
En el punto 1767 se dice que las pasiones o sentimientos no son malos ni buenos en sí mismos, sólo reciben calificación moral en la medida en que dependen de la razón y la voluntad.
En el 1768 se dice que los sentimientos más profundos no deciden la moralidad ni la santidad de las personas. Las pasiones son moralmente buenas si contribuyen a una acción buena, y malas en el caso contrario.
Homosexualidad en el Catecismo
En el punto 2357 se engloba dentro del término “homosexualidad” toda atracción hacia personas del mismo sexo, sea en exclusiva o no. Apoyándose en las condenas que reciben en las Escrituras los actos homosexuales, la Iglesia declara que son “intrínsecamente desordenados” y “no pueden recibir aprobación”.
En el 2358 se dice que esta “inclinación” constituye una “auténtica prueba” para estas personas, y por ello: “Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta.”
En el 2359 se dice que están llamados a la castidad y que, mediante el ejercicio de virtudes como el dominio de sí mismo, la oración, etc., pueden y deben acercarse a la perfección cristiana.
Papa Francisco
El Papa Francisco ha hecho declaraciones –y ha tenido gestos- sobre este tema con bastante repercusión mediática y social. Quizás ha sido más expresivo y más abierto que sus antecesores, pero de hecho no se ha salido de la línea marcada por la tradición eclesial, si acaso ha profundizado más en ella. (Decir que en este tema como en otros, su visión aperturista le ha granjeado no pocos detractores y duras críticas desde dentro de la Iglesia, incluso peticiones de que abandone el cargo.)
Pongo dos ejemplos, de sendas ruedas de prensa a la vuelta de sus viajes apostólicos (para quien esté interesado merece la pena leer las respuestas completas en los links):
“¿Quiénes somos nosotros para juzgarla?”En la rueda de prensa de su viaje de regreso de Armenia, el 27-06-2016, preguntado por la cuestión homosexual, dijo: “repito lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica: que no deben ser discriminados, que deben ser respetados, acompañados pastoralmente. [ ] si el problema es una persona que tiene esa condición, que tiene buena voluntad y que busca a Dios, ¿quiénes somos nosotros para juzgarla? [ ] Yo creo que la Iglesia no sólo debe pedir excusas a esta persona que es gay, a la que ha ofendido, sino que debe pedir excusas a los pobres también, a las mujeres y a los niños explotados en el trabajo. Debe pedir excusas por haber bendecido tantas armas. La Iglesia debe pedir excusas por no haberse comportado tantas, tantas veces – y cuando digo “Iglesia” quiero decir los cristianos. [ ] ¡No sólo excusas: perdón!”
“Esto es lo que haría Jesús hoy”En la rueda de prensa de su viaje de regreso de Azerbaiyán, el 3-10-2016, preguntado por la ideología de género y las personas transexuales, comentó: “El año pasado recibí una carta de un español que me contaba su historia de niño y de joven. Era una niña, una niña que había sufrido mucho, porque él se sentía chico, pero físicamente era una chica. Se lo contó a su mamá -ya de 22 años- le dijo que quería hacer una operación quirúrgica y todas estas cosas. Y la mamá le pidió que no lo hiciera mientras ella estuviera viva. Era anciana, y murió poco después. Se hizo la operación, es empleado en un ministerio de una ciudad de España. [ ] Y después se casó; cambió su identidad civil, se casó y me escribió una carta que para él habría sido un consuelo venir con su esposa: él, que era ella, pero es él. Y los recibí. Estaban contentos. [ ] Cada caso hay que acogerlo, acompañarlo, estudiarlo, discernir e integrarlo. Esto es lo que haría Jesús hoy.”
Aquí dejo dos enlaces sobre Diego Neira, el transexual recibido por el Papa:
http://www.hoy.es/extremadura/201501/25/bendito-encuentro-entre-francisco-20150125003218-v.html
https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20170322/202730355_0.html
RPV: Las fuentes de la doctrina católica (Biblia, Catecismo, documentos vaticanos) no justifican el rechazo al colectivo LGTB. La Iglesia reconoce la dignidad de estas personas y condena su discriminación, aunque no aprueba las prácticas homosexuales por considerarlas contra natura.
Creo que este es un tema delicado y para nada fácil de abordar. Como cristiano no puedo “aprobar” las prácticas homosexuales, pero aún menos puedo rechazar, juzgar ni condenar a una persona por ser LGTB. Nadie es menos que nadie, Dios nos quiere a todos por igual sea cual sea nuestra orientación sexual, raza, cultura, religión o ideología, lo que le importa de cada persona es que tenga buen corazón. Y nosotros debemos seguir su ejemplo.
Por mi parte, pido perdón como cristiano a los compañeros LGTB del foro y al colectivo en general por el daño que directa o indirectamente les hayan causado la Iglesia y los cristianos.
PD: sé que las siglas completas son LGTBIQ, pero tengo dudas. La intersexualidad (antes llamada hermafroditismo) es sólo una condición física (?) y como tal no podría ser objeto de rechazo por parte de la Iglesia (?). Y queer ha habido siempre o es una cosa de ahora? Me lío sorry