Extraño Poder, quién eres yo no lo sé,, asesino o doncella de mi fe., Sólo sé que prefiero el castigo, del más implacable enemigo,, que vivir —como ahora vivo—, Mutilada día a día por ti., , Sin embargo, cuando sea yo quien someta, tus burlas caerán en la vana pretención,, murmurando en mi oído una canción, Una vez amada, largo tiempo olvidada;, y sobre mi frente sentiré aquel beso, que me hará desear morir antes que perderlo. . .