#106 No se incineran 20.000 perros de forma legal y organizada todos los días y eso sorprende por la indiscutible crueldad de los hechos. Por otro lado, lamentablemente la mayor parte de los seres humanos han asumido (consciente o inconscientemente) que problemas como el hambre en el mundo no se pueden solucionar ni cambiar; hay quien incluso los considera ley de vida. No existe una preocupación social importante y por ello apenas cambia. No quiero decir con esto que no existan personas que se preocupen e incluso actúen en consecuencia pero es evidente que la mayoría prefiere ignorar el problema. De lo contrario las cosas serían diferentes.
Muchas personas se preguntan a qué se debe esta despreocupación o facilidad de asumir que las cosas son así o que tienen que ser así. Pues es bien sencillo: el problema es el individualismo exacerbado. Es el cáncer de nuestra especie. Es IMPOSIBLE pretender vivir en sociedad si uno no se ve como parte del resto y al resto como parte de sí. Para poder vivir en sociedad hay que tener una mente social, ser conscientes de nuestra faceta colectivista y potenciarla en la medida de lo posible. Pero desde el momento en que la educación (especialmente durante nuestra formación académica) es fundamentalmente un potenciador del individualismo estamos abocados al fracaso, a menos que cambiamos el enfoque.
A los amigos de "el fin justifica los medios" solo decirles que barrer para casa es siempre la postura más fácil (y mediocre en mi opinión) a la hora de lidiar problemas que atañen al humanismo. Dicho esto, pensad y decid lo que os venga en gana pero haced el favor de no llenaros la boca hablando de derechos. Eso tan solo son chorradas para curaros en salud y lo sabéis.
Acabar con una vida ajena (humana o animal), por muy legal o necesaria que pueda ser, no es más que una decisión puramente subjetiva. Si lo adornamos con abstracciones insignificantes, como las etiquetas "derecho" y "legal" que no justifica absolutamente nada, no aprenderemos nunca a enfrentarnos a nuestra cruda realidad. Y ojo, no digo que el acabar con la vida de alguien o algo sea incuestionablemente malo (ni bueno); eso dependerá de innumerables factores y perspectivas. Lo que intento expresar es que no debemos delimitar el marco cognoscitivo del hombre con conceptos tan pequeños y partidistas como el derecho.