La realidad que conocemos, la realidad egoica, es una consecuencia directa de un nivel más fundamental. A este nivel fundamental se le han aplicado muchos nombres a lo largo de la historia: Dios, el Tao, el origen, la fuente... Todos estos conceptos, con matices, hacen referencia al nivel más básico y elemental del que surge el mundo que conocemos. Para mí, el término que mejor describe este nivel fundamental es el de la consciencia colectiva.
Creo que la realidad que percibimos es la construcción de una consciencia colectiva. Esta consciencia colectiva permea todas las cosas y la realidad emana de ella, como una construcción imaginada o una simulación. La idea de que la realidad es una simulación, una ilusión, o la consecuencia de una realidad más fundamental no es nueva. En el hinduismo se refieren a la realidad egoica que conocemos como la ilusión māyā (literalmente, “no es”). Existen numerosos modelos de realidad que intentan describir este concepto. Desde el “incosciente colectivo” de Jung, a la teoría sintérgica basada en la Lattice de Jacobo Grinberg. Este idealismo metafísico, abandonado desde Kant, ha resurgido en filósofos actuales, como por ejemplo Bernardo Kastrup.