No me he abierto la cabeza, pero si la frente. Jugando en el colegio a un juego en el que uno tenía que, solo moviéndose por una línea horizontal, atrapar a todos los que querían pasar de un lado al otro de la pista que pudiese para unirlos a su bando y repetir.
Yo estaba en el medio con otro y, cuando íbamos a atrapar al mismo individuo, me choqué de frente con él. Su tremendo cabezón me abrió una brecha en la frente y me cayó al suelo, recuerdo que lo único que podía ver era la sangre que brotaba sin parar.
Si os preguntáis cómo quedó el otro... Pues como si nada, perfectamente se quedó el jodido cabezón.