Estaba yo apunto de suicidarme. No sé por qué. Tenía la Mtv puesta y puede que eso influyera, el reloj marcaba la una y media de la madrugada y yo había cenado una ensalada y un poco de vino blanco que había sobrado, no recuerdo de cuando. La ventana estaba abierta, vivo en el piso número 13 y soplaba una brisa nocturna muy Beethoveniana y todo apuntaba a que saldría del mundo por el balcón de mi casa.
Y entonces algo me salvó la vida. Hace una semana perdí las gafas y no soy capaz de ver bien sin ellas.
Un videoclip evitó que me arrojará a la calle. Una chica rubia rapeaba, era de UK o Yankee ni maldita idea. Flaca de torso con poco pecho, parecida a un lápiz o a una vileda. Pero el director del videoclip sabía bien cual era el reclamo y poco a poco los planos comenzaron a girar entorno a sus caderas, anchas como el camino que lleva a la perdición y en su generoso trasero que desobedecía las reglas de orbitación lunar. No me gustaba nada su rollo, se veía de lejos que la habían extraido de un armario industrial y le colocaron encima un determinado style y luego a recaudar, imagino que los reales se indignarían como si del mismo Junior y su down, down, down se tratase.
Uno de sus looks consistía en una chandal adidas ultima generación muy hip hopero y montaba una de esas bicis no sé si chikanas o vete a saber, rollo low rider, y era evidente que casi no sabía montar en bici, con esos bracitos de alambre tanto más pequeños cuando se comparan con sus abundantes muslos, necesarios pilares de su trasero legendario.
La música acabó y no pude leer el nombre de la artista y los tags que he probado para encontrarla no han servido, tampoco me he esforzado mucho, estoy en la semana de mi suicidio y si algo no viene a mí no me quedan muchas ideas para ir a buscarlo.
Soy una persona tremendamente compleja y complicada pero mi supuesto embrollo es facilmente digerible por cualquier otra persona; casi todo el mundo tras escuchar mis lamentos es capaz de despejar la x o hacer jaque mate en muy pocos movimientos, esas angustias que me atormentan como látigos invisibles son fácilmente sobrellevables, al parecer, por cualquier tio normal que yo conozca.
Las pulsiones suicidas suelen aparecer después de largas sesiones de análisis, mi mente excesivamente analítica tiene un grave fallo circular y es que acaba por creerse su propio escrutinio de la realidad, acertado o no (quien sabe), pero siempre desalentador y cínico.
Siempre pensé que en uno de estos arrebatos fallidos alguien me salvaría, imaginaba la escena sonando Aniron de Enya, mientras una mujer ( con las trazas de una Elfa) se abría paso entra la multitud y me tocaba en el hombro y me decía algo muy sublime y metafísico y nos íbamos a tomar té helado. (La chica del puente, una gran pelicula).
Pero jamás imagine que esa Rapera Rubia fuera a ser el antídoto a mi desesperación. Conforme avanzaba el videoclip se iban disipando mis ganas de causarme mi propio homicidio.
No sé quien eres, no vales para nada, auguro que tu carrera musical será corta, jamás degustaré tus fértiles caderas pero, al menos, esa noche impediste que volara.