Yo, sinceramente preferiría que me robasen. Porque lo material no tiene ni punto de comparación con la dignidad. Con lo que te puede hacer sentir un tipo por el simple hecho de tocarte, la intimidación la impotencia
Je, je, je... Yo te aseguro que algún desconocido o hasta compañero, en algún momento de tu vida te ha rozado el culo, o al abrazarte en un festejo se ha frotado contra tus tetas, y eso no te ha destruido. Pero perder una casa que compraste tras veinte años de esfuerzo, no creo que te agradara.
Por eso reitero que hay muchos matices. Si a "talibanear" nos vamos, los funcionarios públicos ladrones podrían tener sus manos amputadas.
La castración biológica la propongo en el caso en el que el sujeto en cuestión tiene un problema con el impulso sexual. Y para ella deberían ser llevados exámenes psicológicos y un control de que fuese a servir para algo. Porque si no de nada sirve. Es una medida para evitar más violaciones.
Je, je, je... En el caso aborto hablabas del "daño psicológico por albergar a un hijo no querido". O sea que te apiadabas mucho, mucho, de la psique de una asesina. Aquí, por el contrario, te vas al extremo opuesto y te importa un rábano el sufrimiento del violador. Con él dices "no mercy" y no te tientas el corazón para "talibanearlo" al mutilarlo.
Eso es tener doble moral.
Cuando digo que deberían ser eliminados, me refiero a una sociedad que desprecia a sus ciudadanos negándoles la investigación científica, el avance médico, los recursos y por lo tanto sus derechos. Antes de meter a un psicópata en la cárcel y permitir que aprenda, creo que (en ese modelo de sociedad) se les debería eliminar, puesto que tratarlos igual que al resto de criminales sería contraproducente.
Ja, ja, ja... O sea que tu postura es:
"Estimado señor psicópata: mucho me agradaría tener la infraestructura para brindarle un tratamiento civilizado, pero como no es así, entonces le responderé con la Ley del Talión, portándome yo mismo como un psicópata asesino en su contra".
Y claro: me imagino que no le faltaría su última cena, como hacen en Estados Unidos, al reo de muerte.