Me voy a permitir la licencia de hacer un copy-paste de un blog que suelo visitar. La verdad es que me ha encantado el artículo. Lo pego entero para generar un poco de debate (a ver si funciona ^^). Aunque parezca un tocho, se lee rápidamente:
El Sur es una puta recostada sobre un diván sucio: se sube a duras penas las bragas, mientras el cliente del Norte se acicala ante el espejo antes de marcharse sin volver la vista. Nada ha cambiado, todo sigue igual que estuvo siempre. A pesar de Segundas Modernizaciones, de planes autonómicos multimillonarios, de ayudas europeas y de pretensiones de cambio hacia supuestos nuevos modelos productivos, seguimos siendo el sitio al que todo el mundo baja, y el hecho de bajar implica un descenso, una rebaja.
El cliente posa flamante ante cientos de seguidores. Enardecido por los flashes, y en el fragor de la campaña, no tiene reparos en asegurar que en el Sur nadie paga. No paga ni dios, dice. El hombre llega a su casa y se acuesta sin remordimientos, sin problemas de conciencia. Intenta hacer un cálculo sobre la aritmética de su aspereza: cuántos votos, piensa, habré sacado de la frase.
Desde los anaqueles de su librería, una librería, imagino, que tiene bastante de pose, de escaparate para las visitas, los libros de los muertos tiemblan. García Lorca, eso es obligado, es posible que quizá Juan Ramón Jiménez, el poeta onubense que alguno convirtió en una caricatura por su aspecto envarado pero sobre todo por su habla ceceante. Quizá, algún libro de láminas de la Taschen de Picasso, el malagueño que retrató de forma definitiva el horror de la guerra sobre una bomba que convirtió un pueblo del norte en un gran garabato. El cliente es progresista, milita en un supuesto partido de izquierda, por eso hay que dar por descontado que tendrá alguna recopilación de Antonio Machado. Quizá Campos de Castilla, uno de los mejores poemarios sobre la esencia española que no la deja nada bien y que casa de forma fabulosa con el espíritu de militante en un partido independiente catalán. Si es moderno, y gusta de la literatura contemporánea, es posible que también tenga alguno de Muñoz Molina, ese pobre hombre con cara de infeliz que tampoco es capaz de contener el acento andaluz por más baño de Nueva York que se dé.
No le pega que le guste el flamenco, aunque seguro que sí la rumba catalana. No importa que ignore que una cosa viene de la otra, y que fueron emigrantes del sur los que permitieron que este pseudogénero aflorase en Cataluña, y que se afianzara como algo autóctono a partir de las bases de los palos flamencos. Entre los discos seguro que tiene más de uno de Peret, o quizá, si es refinado de paladar, alguno de los flamencos catalanes más serios: Duquende, por supuesto Miguel Poveda, también Carmen Amaya. Todos estos que llenan siempre por el Sur, porque es aquí donde se bebe más y mejor de ese río.
Si al cliente le gusta la pintura, es más que posible que, además del Guernica contenido en las láminas de la Taschen, haya algo de Luis Gordillo. Es propio que le gusten los pintores más modernos: eso le da cosmopolitismo. En todo caso, también está la opción de los clásicos: Velázquez, Murillo, toda la escuela barroca sevillana...
El Sur es una puta con la entrepierna dolorida, maltratada por el cliente del Norte. El cliente arroja los billetes sobre el diván y nunca deja propina. Él se debe a su sitio, a su Norte, un Norte sofisticado y orgulloso que siempre queda arriba. Aquí abajo no hay orgullo, por eso nunca hubo de verdad nacionalismo. Somos bastardos, mezcla de razas y de culturas, y esa amalgama es nuestra marca. Nuestro carácter es la generosidad. Por eso hemos regalado a España sus propias señas de identidad. Por eso la gente visita Cataluña, y la identifica con sol y mediterráneo. Por eso la gente paga, y en verdad quien paga es Andalucía, aunque con la forma que siempre tiene de pagar: con un poco de vergüenza, con complejo, sin creerse demasiado su propia genialidad.
Llevamos mucho tiempo aquí. Somos el Sur, una puta que en verdad tiene mucho de bruja, de mandrágora ponzoñosa y sucia con la mirada venenosa. Mañana el cliente volverá a bajar hasta este prostíbulo: lo hará cuando repase algún poema de Campos de Castilla que le baila en la cabeza y que le viene bien para un discurso, o cuando intente reproducir en su cabeza el dibujo del Guernica al que tanto le recuerda la estampa devastada del último atentado de ETA, o cuando sin venir a cuento el quejío de una malagueña de Camarón se le incruste en el cráneo mientras espera a que el semáforo se ponga en verde. En ese momento no será capaz ni siquiera de imaginar, porque es inconcebible para su estructura mental, que le debe tanto al Sur, que debe tanto a esa puta siempre predispuesta a abrir las piernas, que en realidad él mismo no sería nada sin ese Sur, porque es el Sur quien lo ha construido como persona, quien lo ha armado de cultura y de sensibilidad. Si fuera capaz de hacerlo, si fuera capaz de entender que el Sur lo habita, tendría la decencia de agachar la cabeza, de tener respeto, incluso de arrodillarse delante de la puta que le proporciona el placer que no encuentra en ningún otro sitio.
Edit: Pues no, debate ninguno xD Podéis darme el título de Fail-Master