Estoy estudiando la carrera de Ciencias Químicas.
Más de un universitario de ciencias o ingeniería, además de estudiantes de Ciencias Químicas que ya están terminando la carrera, me comentaron que hay años en los que sale más rentable y beneficioso observar la lista de asignaturas, informarse acerca de la dificultad de estas y lo cabrón que es el profesor que la imparte, y elegir la mitad o más (dependiendo de lo que creas que es mejor) para hacerlas en Enero/Junio, y las demás para Septiembre. Así, según dicen, pueden enfocarse mucho mejor en las asignaturas elegidas porque tienen menos que estudiar, se ahorran las oportunidades "tiradas a la basura" de convocatorias de Enero/Junio difíciles de compaginar, y obtienen una nota mucho mejor tanto en las que se preparan para Junio como las de Septiembre, incluso matrículas de honor).
Obviamente a mí esto me pareció una idea descabellada, suponiendo que los años de carrera estaban preparados de forma que no iban a existir asignaturas descompensadas entre sí que te ahogaran y robaran tiempo para otras. Sin embargo, ahora que estoy con los finales, estoy comenzando a pensar que no es tan mala idea: Los exámenes se agolpan entre sí teniendo que sumar los exámenes de prácticas y los trabajos y proyectos de asignatura al esfuerzo, y me formulo muy a menudo esta cuestión en mi cabeza:
"Esta asignatura es bestial y para colmo me ha robado tiempo durante todo el curso para dedicárselo al resto de asignaturas y sacar mejores notas, ¿no debería habérmela dejado desde el principio para centrarme en el resto y obtener unos resultados mejores en general? Además, te ahorras el dinero de una convocatoria".
Y sí, con este método obviamente uno se pasaría todo el santo verano estudiando, pero ¿acaso no sucede lo mismo con llevar 2 o 3 para Septiembre intentando sacar todo? (además de sacar notas más bajas, claro está).
Contadme vuestras experiencias y pensamientos al respecto.