Del flehazo al agobio

Aquí está la enfadada carta que la señorita Carla siempre supo que recibiría tarde o temprano. Si alguien no está de acuerdo con mi afirmación de que Carla debería buscar su propia vida y permanecer fuera de la mía, entonces no leais más. Ella utiliza palabras como "foneticogramatical" sin siquiera darse tiempo a buscarlas en el diccionario. La gente que es demasiado vaga para entender sus términos más básicos debería ser ignorada, y no debatida. Sus perritos falderos consideran sus agudezas aire fresco. Yo, sin embargo, lo encuentro más como el fétido hedor del edaísmo. A Carla le gusta argumentar que su entorno está velando por nuestros intereses.
Incluso si hubiera una tenue luz de la verdad en este argumento, sería extremadamente débil. La verdad es que Carla es culpable de ultraje moral selectivo. Con esto quiero decir que coge lo que le va a enfurecer y le da la vuelta para hacer exactamente lo mismo pero a otra persona. Si piensas que es poco amistoso entonces considerad que he observado al menos a uno de los amigos de Carla robando los frutos del trabajo de otras personas. Esto es claramente indicativo de una actitud poco profesional, poco grata, e inaceptable que es endémica al círculo por el que se mueve Carla.
Independientemente de que considere a Carla una lunática, una malvada agresora, o lo que sea, planeo prevenir su mal temperamento de esparcirse como un tumor maligno. Es una decisión que yo he hecho; la tuya dejo que tu la decidas. Pero dejadme que os recuerde que he conocido algunos fanaticos que fueron impresionantemente pertinaces. Sin embargo, Carla es insensible y triunfa sobre los más testarudos una y otra vez. La conclusión es que la virtud pública de la señorita Carla queda eclipsada por su vicio privado.