Nicolás Maduro no solo es un golpista devenido tirano: también ha sido el artífice de uno de los mayores desastres económicos en la historia de la humanidad
Nicolás Maduro no solo es un golpista que se ha tiranizado al acabar con la división de poderes en su país (anulando la Asamblea Nacional y asaltando el Tribunal Supremo): también ha sido el artífice de uno de los mayores desastres económicos en la historia de la humanidad. Venezuela es hoy un erial: una sociedad en abierta descomposición y desintegración, como consecuencia de la aplicación sistemática del socialismo chavista durante los últimos 20 años. Apenas cinco gráficos servirán para ponerlo de manifiesto.
Primero, el chavismo ha querido crear un Estado clientelar y parasitario con el que controlar a la población mediante las dádivas del poder político. Durante años, el régimen fue capaz de mantener semejante modelo a través de los ingresos petroleros y del robo inflacionista de sus ciudadanos. Tras el colapso de los precios internacionales del crudo a partir de 2013, solo le ha quedado el robo inflacionista para intentar mantener su red clientelar en pie. Así, entre 1998 y 2018, el bolívar ha perdido el 99,999997% de su valor: entre 1998 y 2012, se hundió el 93,7%, pero entre 2012 y 2018 se desplomó el otro 99,99996% adicional.
Poder adquisitivo del bolívar
(1998=100)
Semejante muerte de la moneda estatal tiene su reflejo en el brutal empobrecimiento que han experimentado los venezolanos durante los últimos años: su renta per cápita se ha hundido un 46% desde 2013. Se trata de un desplome superior al experimentado por España durante la Guerra Civil o por EEUU durante la Gran Depresión; a su vez, prácticamente duplica el hundimiento que sufrió Grecia durante el periodo del llamado 'austericidio', que algunos desde España calificaban de crisis humanitaria sin precedentes.
Renta per cápita en Venezuela
(en dólares PPP)
Tercero, este desmoronamiento de la renta per cápita ha resultado especialmente doloroso para las capas más pobres de la sociedad venezolana, en tanto en cuanto la desigualdad se ha disparado durante los últimos años: en concreto, el índice Gini marcó 0,65 en 2017: el registro más alto de toda Latinoamérica y muy superior al nivel exhibido cuando Chávez llegó al poder. Es decir, no es que todos los venezolanos se hayan empobrecido en un 46%, sino que las rentas más bajas se han empobrecido mucho más de un 46%.
Índice Gini de Venezuela
Cuarto, que los estratos más bajos de la sociedad venezolana han sido los sobreproporcionalmente más afectados por el colapso económico también se refleja en las estadísticas de pobreza: el 60% de la sociedad venezolana vive actualmente en una situación de pobreza extrema (es decir, personas que no ingresan lo suficiente como para consumir 2.200 calorías diarias) y el 26%, en un situación de pobreza (ingresa menos del doble de lo necesario para consumir 2.200 calorías diarias). En conjunto, el 86% de la población venezolana vive en una situación de pobreza frente al 44% de cuando Chávez llegó al poder (no confundir, por cierto, estas cifras con las de riesgo de pobreza españolas: son dos estadísticas que no tienen nada que ver entre sí).
Tasa de pobreza en Venezuela
Y quinto, como consecuencia de este saqueo y pauperización profundísimos, los venezolanos han comenzado a escapar de manera masiva del país. Según Naciones Unidas, desde 2015, casi 3,5 millones de venezolanos han abandonado Venezuela para refugiarse en otras sociedades latinoamericanas (no se están contabilizando los emigrantes al resto del mundo): solo en 2018, dos millones de personas han escapado de la cárcel de Maduro (cifra que el economista Ricardo Hausmann considera notablemente infraestimada, dado que la cuantifica en 2,9 millones).
Número de emigrados y refugiados venezolanos en Latinoamérica
En definitiva, Venezuela es hoy una sociedad descompuesta por el chavismo. Aun cuando se consiga restablecer el orden constitucional y poner fin a la tiranía de Maduro, las secuelas perdurarán durante lustros y no será nada sencillo que el país vuelva a levantar cabeza tras la calamidad socialista que ha experimentado impotentemente durante dos décadas.