Pablo Iglesias vuelve a tomar las riendas de Podemos y se encuentra ante él a una formación sumida en el caos. Sacudido por el abandono de Íñigo Errejón, Pablo Bustinduy, Ramón Espinar y Óscar Guardingo, abatido por las divisiones internas, espoleado por las purgas y amenazado por la falta de sintonía entre la dirección nacional y los barones autonómicos, el partido se ha convertido en una organización desorganizada, prácticamente al borde de la descomposición.
La mayoría de los secretarios regionales están distanciados o enfrentados con la dirección estatal, debido al «desorden» y al «abandono» que se ha producido en los últimos meses. Hay «malestar» incluso entre los que antes eran muy cercanos a Iglesias.
Prueba de este «fracaso» en la política organizativa es que se han roto las confluencias con Compromís en la Comunidad Valenciana y con En Marea en Galicia; no se ha logrado llegar a acuerdos con IU para las autonómicas (van por separado en Navarra, Murcia, Canarias y Asturias y está muy difícil ir juntos en Madrid, Cantabria, Aragón y Castilla y León), y se han producido todo tipo de conflictos por las primarias. Hasta el punto de que, pese a estar judicializadas en La Rioja y Cantabria, el partido ha eliminado las votaciones y ha elegido a dedo a los candidatos. También en la elaboración de las listas ha aflorado la tensión, porque las negociaciones han sido muy duras ante el previsible desplome electoral y nadie quería verse desplazado. Ayer todos los miembros de la circunscripción de Guadalajara se dieron de baja tras enterarse de que la dirección había concedido a IU los primeros puestos en secreto y no les había dicho nada.
Existen divisiones internas o recelo hacia Madrid en casi todas las regiones. Sólo se salva Castilla y León, donde ha habido «falta de previsión», en torno a la elección de la candidata a la Alcaldía de Ávila, condenada como cómplice de asesinato.
En Cataluña se ha dado un giro hacia el secesionismo que las bases no comparten y que también ha generado «incomprensión» en otras comunidades autónomas.
El cambio de rumbo en Cataluña, avisan los más críticos, va a generar problemas porque no va acompañado de una estrategia de partido. «Todo lo que quieren es ser parte del Gobierno de Sánchez y se limitan a ser sus acompañantes. La marca Podemos ha quedado eclipsada por el PSOE», denuncia un miembro de la formación morada. Para muchos, los jefes interinos se han limitado a hacer anuncios sueltos que ni siquiera han sabido rentabilizar, mientras «se alejan del ideario salido tras el 15-M» y «pierden la transversalidad».