Pongo una entrevista del protagonista.
Stefan Lanka: «el virus del SIDA no existe».
Pertenece a ese grupo de científicos que abogan por una revisión total de la hipótesis oficial del SIDA. Pero el virólogo alemán va aún más lejos al afirmar que el virus VIH, supuesto responsable de la enfermedad, sencillamente no existe, afirmación cuando menos discutible y poco compartida por la mayoría de sus colegas -incluidos el más de un centenar de investigadores disidentes de la hipótesis ortodoxa-. En cualquier caso, sus demás afirmaciones merecen ser tenidas muy en cuenta. De ahí que Más allá de la ciencia decidiera entrevistarle.
El estrés de las células.
Usted sostiene, en contra de la opinión de la mayoría de sus colegas, que no se ha descubierto hasta la fecha ningún virus llamado VIH. ¿En qué se basa para realizar esta afirmación?
En 1970 se comprobó una actividad enzimática nueva que rompió el dogma central de la genética molecular: cuando el ADN se transcribía a la sustancia mensajera del ARN y ésta hacía lo mismo en la proteína, la actividad subsiguiente transformaba el ARN nuevamente en ADN. Pues bien, los científicos de la época creyeron haber descubierto la explicación del cáncer y una manera de localizar virus nuevos. Sin embargo, 6 ó 7 años después otros científicos demostraron que esa actividad era normal en las células de cualquier ser vivo y la denominaron transcriptasa inversa. Hoy en día, ciertos virólogos afirman que si hay transcriptasa inversa es porque existen virus, contradiciendo esa ley universal acordada en 1976. Y aquí pretenden demostrar la existencia del VIH, cuando en realidad se trata de un proceso natural del organismo de cualquier especie viva.
¿Cómo es posible, en ese caso, que los test del VIH arrojen en algunas personas resultados positivos y en otras negativos?
Esas pruebas detectan los anticuerpos que se han formado frente a las proteínas, anticuerpos que son el resultado del estrés de las células. Por tanto, si una persona está estresada puede dar positivo. En ese caso, aconsejo repetir la prueba cuando el individuo se haya estabilizado anímica y físicamente; y comprobará que el test sale negativo.
Si aceptamos la validez de su hipótesis, ¿qué factores influirían entonces para desencadenar un típico caso de SIDA?
Sobre todo, los tratamientos médicos oficiales de los que hemos abusado y que son muy nocivos. Hay muchos organismos que han sido deñados en el pasado con el abuso de antibióticos tan perjudiciales para la salud como las sulfonamidas, que actúan contra las bacterias y las mitocondrias, células que son los centros de oxígeno del organismo y se destruyen con tales medicamentos. Además, dichos fármacos fueron administrados por los médicos durante períodos de un año cuando la prescripción recomendaba que no se utilizaran más allá de 6 o 7 días. Precisamente el de los homosexuales fue el sector de la sociedad que más consumió estos fármacos, debido a las infecciones que contraían por una vida excesivamente promiscua.
No obstante, hay personas con síntomas terminales de SIDA que no han consumido esos medicamentos.
Es cierto, pero también hay que decir que la mayoría de ellas sufren alguna de las 32 enfermedades que se relacionan con el SIDA y que ya mataban antes de la «invención» de éste. Los médicos oficialistas consideran que el VIH destroza el sistema inmunitario, una de las muchas hipótesis falsas vinculadas al SIDA, y por eso afirman, por ejemplo, que los cánceres que aparecen en esos enfermos se deben a ese modo de actuar del VIH; incluso se atreven a hablar de un cáncer exclusivo para homosexuales. Y es que cada vez que añaden una nueva enfermedad al síndrome se hace con la intención de aumentar los casos de SIDA. ¿Es eso científico? Es más: ¿es ético?.
Una nueva generación de fármacos.
«Más allá de la ciencia» viene denunciando desde hace años no sólo la inutilidad del AZT, sino sus tremendos efectos yatrogénicos en quienes lo consumen. Y hemos dicho hasta la saciedad que todo esto es un vergonzoso negocio del que han sido cómplices necesarios -aunque se escuden en su ignorancia- muchos médicos. ¿Está de acuerdo?
Decía el doctor Peter Duesberg, un prestigioso biólogo molecular de la Universidad de Berkeley (California), que el AZT era el SIDA recetado. Yo estoy de acuerdo con su apreciación. El AZT nació para ser utilizado contra el cáncer, pero se vetó su difusión sanitaria en la década de los años sesenta a raíz de comprobarse su letal toxicidad. Ahora se receta a miles de personas del mundo entero para gozo de la multinacional Wellcome, respaldada además por los más importantes organismos internacionales de salud pública. ¿Efectos yatrogénicos? Entre otras cosas, el AZT impide la división celular, especialmente de aquellas células que más rápidamente se dividen, como las sanguíneas, las seminales y las de las mucosas intestinales. Así que no es extraño comprobar en qué estado tan lamentable se encuentran todos los que han ingerido durante largo tiempo un tratamiento tan tóxico.
Ahora ha aparecido otra nueva generación de fármacos que actúan sobre las proteasas y de los que se dice no producen esa clase de efectos secundarios. ¿Qué opina al respecto?
Reconozco que no son tan tóxicos como el AZT, pero ya se empiezan a conocer sus efectos secundarios como náuseas, vómitos u hormigueos, síntomas, por cierto, que se esconden a la sociedad. Por otro lado, no conviene olvidar que estos nuevos medicamentos son inhibidores de la protesas, algo que resulta cuando menos peligroso, ya que las proteasas son enzimas cuya función es dividir las proteínas, por ejemplo, durante la digestión, y sin ellas los aminoácidos no pueden ser absorbidos por los intestinos ni reorganizados nuevamente por las células para formar otras proteínas, insulina o fibras musculares. Además, aquí nos volvemos a encontrar con el negocio económico que mueven las multinacionales farmacéuticas en torno al SIDA. Se calcula que un tratamiento de este tipo cuesta 40.000 dólares anuales más 20.000 dólares en consultas médicas y test de anticuerpos -más de siete millones de pesetas, pues, en total. De hecho, el presidente norteamiericano Bill Clinton ha tenido que pedir 52 millones de dólares -unos 6.300 millones de pesetas- de presupuesto extra para sufragar estos medicamentos, con la lógica alegría de laboratorios como Merck y Abbot.
¿Realmente debemos creer que hasta los gobiernos están involucrados en lo que para usted es una enfermedad inventada?
No hay duda de que los responsables sanitarios de los respectivos ministerios de Salud Pública no desconocen la verdad sobre el SIDA, como también sucede con muchos científicos. Pero existen demasiados intereses en juego.
Sangre contaminada: ¿donde está el «cuerpo del delito»?.
¿Podría resumirnos brevemente los puntos clave del juicio por «la sangre contaminada» de Gottingen?
En Alemania se acusa de asesinato a personas relacionadas con transfusiones de sangre supuestamente contaminada por el VIH. Pues bien, mi planteamiento es el siguiente: me ofrezco ante el tribunal escogido a declarar -bajo juramento- que el VIH no existe y reto a cualquier otro científico a que demuestre la existencia del virus. Si yo tuviera razón, el juicio sería ilegal ante la evidente falta del «cuerpo del delito». En realidad, el juicio es una cuestión política, ya que la presidenta del Parlamento alemán, Rita Susumud, es a la sazón científica y responsable del SIDA en Alemania. En mi opinión, es un proceso judicial que intenta consolidar definitivamente el mito de la versión oficial del SIDA. SI esto llegara a la prensa internacional, si se supiese cómo actúa el modelo judicial alemán, considerado tan democrático y perfecto, tal vez lográramos romper el entramado creado conscientemente en torno a lo que es un negocio más que una enfermedad.
¿Ha aceptado el Tribunal su ofrecimiento?
Hasta ahora lo han ignorado; sin embargo, creo que al final no podrán escabullirse ante mi insistencia.
¿No tiene miedo a posibles represalias?
No, la gente que tiene poder es demasiado arrogante como para sentirse amenazada. Pero sí he recibido presiones de otro tipo. Por ejemplo, me robaron el coche y lo encontré totalmente quemado; y además me amenazaron académicamente con denegarme el doctorado si difundía mis hipótesis...
Recomendaciones para los enfermos.
Qué terapia recomendaría usted a las personas con graves deficiencias en su sistema inmunitario?
Si es seropositiva y piensa que lleva una sentencia de muerte encima, lo más importante es convencerla de que no está enferma y cambiar su actitud. El componente psicológico es fundamental. Cuando un médico de hospital regido por la versión oficial dicta la sentencia fatal a su paciente, eso repercute gravemente en el sistema inmunitario. Hay personas que han engordado sensiblemente tras haber dado negativo en un segundo control, lo que debería hacernos pensar. Pero si una persona ya está enferma y con graves desarreglos en su sistema inmunitario, lo primero es encontrar las causas que le han llevado a este estado, desintoxicarla y empezar la curación a partir de ahí. En principio, ningún medicamento es especialmente eficaz a la hora de hacer subir las defensas del organismo. No obstante, hay que insistir en una vida natural. Por ejemplo, es primordial tener una buena digestión y estar mineralizado e hidratado convenientemente, para así equilibrar el organismo falto de estos componentes. Conozco un excelente producto tibetano que se comercializa en Suiza y que recomiendo para estas ocasiones: Padma-28. Además, es fundamental acudir simepre a un médico experimentado que, al menos, no crea en la versión oficial de que el VIH es la única causa del SIDA.
¿Tiene alguna explicación para lo que ocurre en África con el SIDA?
esde el Congreso de Bangui, celebrado en 1985, el SIDA en África se diagnostica, por falta de dinero, aplicando la «definición de Bangui»; es decir, si un africano sufre durante un mes diarrea, tos y fiebre, ya tiene SIDA. El problema es que esos son síntomas comunes a muchas de las enfermedades endémicas de ese continente. Por otro lado la UNO tiene un plan denominado «SIDA y África», que cuenta con 1.300 millones de dólares de presupuesto -unos 160.000 millones de pesetas-, en el que se desarrollarán tres puntos principales: aborto a todas las mujeres africanas que supuestamente tienen SIDA; esterilización de las que se piense puedan ser portadoras del VIH y, por último, AZT para recetarlo indiscriminadamente en la población africana que posea alguno de los síntomas ya mencionados. Treinta millones de africanos son potencialmente «usuarios» de este plan, que para mí no es sino una nueva arma de control demográfico.
En su opinión, ¿qué hace falta para que las versiones de los disidentes sean más divulgadas?
Hay que presionar a los responsables políticos y científicos que defienden la hipótesis oficial; hay que obligarles, en suma, a que revelen una verdad ocultada impunemente. En los años sesenta surgió un grupo llamado «Marcha a través de las instituciones», que intentó esto mismo que propongo, aunque no prosperó por corrupción de sus dirigentes.
¿No teme que eso mismo pueda ocurrir ahora?
En este momento somos pocos los que diferimos de la hipótesis oficial, una minoría que trata de llegar a otras minorías que considero inteligentes, analíticas y que tienen su peso específico e influencia social. Con la ayuda de científicos de prestigio como el Grupo por la Reevaluación Científica de la Hipótesis VIH=SIDA, y otros investigadores críticos que puedan añadirse, quizá obtengamos el premio de acabar con este mal sueño.
¿Es eso el SIDA? ¿Sólo un mal sueño?
El SIDA, entre otras cosas, es un error gravísimo de la Medicina y la Biología modernas que hay que superar y que ojalá sirva como ejemplo para nuestro propio proceso evolutivo. Diez mil científicos investigan hoy sobre un virus inexistente y la inteligencia de tantas personas no puede perderse en ese invento para que otros hagan sus particulares negocios con el SIDA. Mi labor está dirigida por la esperanza de que algún día se sepa la verdad, sea ésta cual sea.