Este es el primero de 3 posts (los otros dos los haré si van teniendo éxito los anteriores) donde voy a hacer un repaso sobre 3 de los más famosos ejércitos/tácticas de la antigüedad europea:
Los Hoplitas, la falange Macedónica, y las legiones romanas. Hablaré entre otras cosas sobre su equipamiento, forma de lucha, batallas famosas, curiosidades y otras formas de lucha que causaron su obsolescencia. Es mi primer post en mediavida, así que siento si cometo errores. Os advierto que es un TOCHO ÉPICO, así que he puesto en spoiler las diferentes partes para que se lea cada uno lo que quiera. Por cierto, no se por qué, no puedo intertar las imagenes ni el video, así que si algun mod pudiera hacerlo, se lo agradecería.
El hoplita era un ciudadano-soldado de infantería pesada de las ciudades estado de la Antigua Grecia. Estos soldados aparecieron probablemente a finales del siglo VII a. C. Formaban parte de una milicia ciudadana, armada como lanceros. Éstos eran relativamente fáciles de armar y mantener, y además podían pagar el coste del armamento. Casi todos los griegos conocidos de la Antigüedad clásica lucharon como hoplitas, incluso filósofos y dramaturgos.
La formación hoplítica se extendió por toda Grecia probablemente en el 700 al 650 a. C.. Se la llama «revolución hoplítica». Esta datación se funda en un pasaje de la Política de Aristóteles, que evoca la sustitución de los combatientes a caballo por la falange hoplítica.
El pasaje de Aristóteles es revelador de la evolución política que intervino en las ciudades del siglo VII a. C. La incorporación de los no nobles en las filas de los hoplitas, y el entrenamiento regular requerido para poder efectuar las maniobras en formación dio a la clase media un sentido de cohesión que tuvo importantes consecuencias políticas: los caballeros, hippeis (Ἱππείς ), perdieron su prestigio y los hoplitas en adelante jugaron un papel decisivo en las batallas, los cuales reclamaban una mayor participación en el gobierno de la polis. Puesto que esta clase social participó activamente en la defensa de la ciudad, tenía lógicamente la palabra cuando se trataba de partir a la guerra. Además, la solidaridad nacida en los combates y campañas perduraba en los debates políticos. La clase media adquirió también un poder de decisión en otros dominios de la vida política en la polis democrática.
-Armamento:
Los hoplitas se armaban generalmente poco antes de la batalla, pues su armamento era muy pesado: el peso total de la armadura hoplita estaba entre los 22 y los 27 kilogramos. Cada hombre se hacía con su propio equipo que no era uniforme en el ejército. Como resultado de la no existencia de un equipo común, a menudo las tropas amigas no se reconocían. Típicamente, un hoplita tenía una coraza (θώραξ, thốrax) de bronce que reproducía la forma de los músculos del torso, las grebas llamadas cnémidas para protección de las tibias, un casco de bronce con protecciones para las mejillas, más un escudo de forma circular llamado aspis, que medía un metro de diámetro.
El escudo aspis u hoplón, conoció numerosas evoluciones en el material, la forma y en el medio de aprehensión, adaptándose a las nuevas armas ofensivas que tenían un mayor poder de penetración, a las técnicas de fabricación y a los diversos tipos de formaciones de combate practicadas por los combatientes.
De forma circular, tenía aproximadamente entre 90 y 110 cm de diámetro y estaba formado por un gran cuenco y un borde muy reforzado casi plano. Se componía de láminas de madera encoladas entre sí. El interior se forraba de cuero fino, llevaba una abrazadera de bronce en el centro, que iba remachada, y una correa de cuero en el borde. El exterior del escudo podía ir cubierto de una lámina de bronce, o pintado y decorado. Llegaba a pesar entre 6 y 8 kg. Cada griego hoplita tenía una armadura diferente, hecha a medida, y en el escudo colocaba los símbolos de su familia.
El diseño de los cascos solía variar con el tiempo:
• El casco corintio era el casco estándar, y era el que tenía más éxito. Entre los espartanos, éste estaba reservado para los líderes y jefes de filas, mientras que en otras ciudades ocurría lo contrario.
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• El casco tracio tenía una gran visera en la frente, que además protegía la cara. Todos los cascos estaban hechos de bronce (los dos hoplitas de las ilustraciones que he puesto, están equiados con este tipo de casco).
La coraza de bronce que reproducía la forma de los músculos del torso era la más común, pero también se utilizó mucho la linotorax: utilizada desde época micénica y por otros pueblos también, era un modelo más ligero, cómodo y flexible que la coraza de bronce, aunque ofrecía menor protección. Estaba fabricada por varias capas de lino, entre unas quince o veinte, encoladas entre sí y las endurecían sumergiéndolas en vinagre y sal. Podían ser reforzadas para otorgar mayor protección frente a ataques punzantes con escamas de bronce o láminas cuadradas no superpuestas cosidas a la linotorax. Solían disponerse estas escamas en la cintura, pero también se ponían en hombreras e incluso el pecho. En la parte de la nuca tenía un saliente que se prolongaba para otorgar mayor protección a esa parte, y de la cintura colgaban dos capas de tiras (pteryges) superpuestas unas encima de otras de manera que no dejaban huecos entre sí, protegiendo así el bajo vientre y muslos sin restar movilidad.
La lanza era el arma principal del hoplita, medía alrededor de 2,7 m de largo, y era llamada doru. Los hoplitas también llevaban una espada corta llamada xifos, o también la Falcata, otro modelo de espada corta importada de algunas tribus de la península ibérica. La espada corta era un arma secundaria, para después de que la lanza quebrase. También, si el enemigo se retiraba, tiraban la espada y el escudo, y después le perseguían.
En todas las ciudades los hoplitas se armaban de la forma descrita anteriormente y eran milicianos, excepto en Esparta:
Los hoplitas espartanos, eran soldados especializados, por ello tenían en sus estados tierras asignadas a las clases bajas (ilotas) que eran quienes se encargaban de ellas. Los lacedemonios, que era como se les conocía (Lacedemonia=Esparta), eran los más temidos hoplitas de Grecia.
Esto era debido a su entrenamiento, conocido como La Agogé, que consistía en duras y continuas pruebas con el fin de dotar al soldado de gran habilidad y dureza combativa, que se comenzaban a realizar a partir de los 7 años de edad hasta los 20.
En este relato de Plutarco, se puede apreciar la dureza de La Agogé y cómo convertían a los espartanos ya desde niños en terribles soldados:
«Los niños convirtieron el robo en una cuestión verdaderamente seria, hasta el punto de que uno de ellos, según cuenta la historia, llevaba oculto bajo su ropa un zorro que había robado. Aguantó que el animal mordiera y arañase su cuerpo y prefirió morir por ello antes que dejar que su robo fuese descubierto»
Además, los Lacedemonios utilizaban un vestuario homogéneo, a diferencia de los hoplitas de otras polis:
Los espartanos tenían el mismo uniforme y la letra griega lambda (Λ ) en sus escudos, en referencia a su tierra de origen, Lacedemonia (Esparta). Cada espartano llevaba una capa escarlata, presentándose como espartano, aunque esta capa nunca se llevaba en combate.
La Falange Hoplítica era en concepto muy sencilla pero terriblemente efectiva en la práctica. Los soldados formaban en apretadas filas con más o menos columnas de profundidad.
El escudo hoplita, cuando era sujetado en posición defensiva, protegía tan solo la parte izquierda de su portador, pero también protegía la parte derecha del compañero que estaba a la izquierda. De esta manera, el hoplita estaba protegido en su parte izquierda por su propio escudo, y en su parte derecha por el escudo de su compañero. Este hecho, aumentaba de manera dramática la camaradería de los soldados, el sentimiento de grupo y su sentido del honor: si un hoplita no combatía bien, o si mostraba miedo, no solo él tendría más posibilidades de morir, sino que también pondría en peligro a sus compañeros de fila. Además, bastaba un punto débil en la falange, para que toda entera peligrara.
El puesto más arriesgado de la formación estaba siempre en el último hoplita a la derecha de la fila, ya que éste protegería con su escudo su parte izquierda y a su compañero, pero él no tenía a otro compañero que protegiera su parte derecha. Por este motivo, en esta posición se solía colocar el hoplita más hábil de la falange o los líderes y reyes griegos, pues ese lugar era el más honorable. Además, había un instructor veterano en la retaguardia manteniendo el orden.
Cuando dos falanges de hoplitas se enfrentaban en batalla, los dos ejércitos chocaban con la esperanza de romper o rodear la línea enemiga. De no ser posible esto, la batalla se convertía en una serie de empujones, con la retaguardia intentando que la vanguardia penetrase en la línea enemiga. Esta maniobra era conocida como el othismos, y era realmente dramática para las primeras filas ya que los soldados se veían aplastados por la fuerza ejercida en un sentido por los enemigos, y en otro por los compañeros. Las batallas raramente duraban más de una hora. Una vez que una de las líneas se rompía, los vencidos escapaban del campo, seguidos por la caballería o los peltastas. Si un hoplita escapaba, en ocasiones se le obligaba a dejar su voluminoso aspis, y caía en desgracia para su familia y amigos. De hecho, en Grecia las madres y esposas les decían a los soldados estas palabras cuando se iban a la guerra: “vuelve con tu escudo, o sobre él”.
Las bajas en las batallas eran leves comparadas con las batallas más cercanas a nosotros y raramente superaban el cinco por ciento en el bando perdedor, pero en estas bajas solían estar los ciudadanos más importantes y los generales que lideraban la vanguardia.
Por ello, toda la guerra podía ser decidida en una sola batalla; la victoria se reforzaba con el rescate pagado a los vencedores por los vencidos, llamado "la costumbre griega";. Los espartanos nunca huirían de la batalla, por el contrario, luchaban hasta la muerte.
En la batalla, las falanges opuestas explotarían su debilidad dirigiéndose al flanco derecho de su enemigo, al ser como se ha explicado antes, un punto donde la falange estaba menos protegida.
La clave de la batalla estaba en golpear al enemigo con el hoplon de los hoplitas y apuñalarlo en la cara y en el torso. La principal debilidad de las tácticas era el limitado uso combinado de las armas, con arqueros o tropas ligeras usadas escasamente. Esto hacía que los ejércitos hoplitas lucharan de una forma muy “rígida”, y por tanto hacía que su capacidad de maniobra fuera muy escasa.
Uno de los primeros problemas con la formación de los hoplitas era la incapacidad de marchar recto cuando entraban en combate. Esto estaba causado por la tendencia normal de los soldados de acercarse lo máximo al vecino (y por lo tanto a su escudo) para estar bien protegidos. Esto lo cuenta Epaminondas de Tebas a principios del siglo IV a. C. La innovación fue entrenar a los hoplitas para que marchasen en diagonal. Antes de eso, sólo los espartanos habían conseguido marchar en línea recta, pero gracias a intensos años de disciplina y entrenamiento.
Os pongo esta escena de la película “300”, donde se puede apreciar la formación en falange griega. Hay que destacar que esta película es muy fantasiosa, y en la escena que pongo, hay muchos errores históricos, que son:
Los Espartanos no combatían con las capas puestas, eran solo un símbolo de procedencia que se quitaban antes de la batalla.
Los Espartanos no combatían con el torso desnudo, sino que iban equipados como se ha dicho antes.
la letra Lambda de los escudos, no estaba hecha de bronce y superpuesta, sino que estaba sencillamente pintada encima del escudo.
Ningún ejercito hoplita apartaba los escudos para dar lanzadas al unísono como aparece en esta escena, pues tácticamente eso sería una estupidez que pondría en peligro la falange. Las lanzadas se daban continuamente por encima o por debajo de los escudos en posición.
Antes de nada, aclarar que en la antigüedad existieron varias ciudades llamadas “Tebas”. A la que nos referimos es a la Tebas griega.
Este batallón hoplita era una unidad de élite griega formada por 150 parejas de amantes, todos masculinos. Las parejas consistían en un miembro de mayor edad o "heniochoi" (conductor) y uno más joven o "paraibatai" (compañero). La motivación para el uso del "ejército de amantes" en batalla lo expresa Plutarco:
“Para hombres de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.”
De esta forma, los generales Tebanos usaron en este batallón, el amor que se procesaban las parejas de guerreros para mejorar su efectividad en combate, y así maximizaron el concepto de camaradería y honor que traía intrínsecamente consigo la formación en falange. Y de hecho, este batallón fue muy temido por su efectividad y contundencia en todas las batallas en las que participó.
Esparta era una ciudad-estado muy austera en comparación con otras polis como Atenas. A penas tenía producción artística, y la muestra pública de sentimientos era rechazada. Paradójicamente, pese a este supuesto atraso cultural o más bien supresión cultural intencionada, las mujeres Espartanas, tenían mucha más libertad que en todas las otras ciudades griegas.
La educación de las mujeres Espartanas era tan dura como la de los hombres (a excepción de La Agogé, que solo la realizaban hombres). Se les entrenaba en gimnasia, música y deportes. Incluso participaban en las mismas competiciones deportivas que los hombres. Además estaban muy bien alimentadas y cuidadas. Esto dio lugar a que las mujeres espartanas fueran consideradas como unas de las mujeres más atractivas de grecia. Este deseo de tener mujeres atractivas y fuertes estaba pensado para que dieran a luz a varones fuertes y sanos.
Los trabajos del hogar los realizaban esclavas, y las espartanas podían tener sus propios negocios. Podían también heredar de sus padres, con lo que tendrían autonomía económica. Sin embargo, al igual que en todas las otras ciudades griegas, los puestos politicos estaban reservados a los hombres.
Sus vestidos eran cortos, a penas por debajo de la rodilla y estaban abiertos por los costados, dejando visibles los muslos. Esto generaba muchos comentarios lascivos de otros griegos que no estaban acostumbrados a ver por las calles mujeres tan ligeras de ropa. En muchas ceremonias religiosas y fiestas iban directamente desnudas.
El adulterio, tanto masculino como femenino, no estaba en absoluto mal visto en Esparta. De hecho, un hombre podía compartir su mujer con otro sin problemas, y quedarse los hijos de esa relación como propios. Incluso a veces, el amante de la mujer viviá con ella y su marido en el mismo hogar, estando todos de acuerdo. Una mujer, también podía dejar a su marido por otro, si este último era más joven y fuerte.
Esta permisividad sexual estába justificada porque en esparta lo importante era concebir hijos sanos y fuertes que sirvieran como buenos soldados. De hecho, el matrimonio era considerado poco más que un medio institucionalizado para asegurar la descendencia. Por ello, la bisexualidad era bien vista en esparta (así como en otras ciudades griegas), pero no la homosexualidad, porque se consideraba un requisito indispensable en la sociedad Espartana el matrimonio.
-BATALLAS FAMOSAS:
Fue un enfrentamiento armado que definió el desenlace de la Primera Guerra Médica. Ocurrió en el año 490 a. C. y tuvo lugar en los campos de la ciudad de Maratón a pocos kilómetros de Atenas. Enfrentó por un lado al rey persa Darío I, que deseaba invadir y conquistar Atenas por su participación en la revuelta jónica. Una proeza recordada en esta batalla fue la de Filípides, que recorrió el camino desde Maratón hasta Atenas para anunciar su victoria. De hecho, la competición olímpica conocida como “la maratón” viene de este episodio histórico.
Atenas, tras unos desencuentros con Persia, ayudó a los jónicos durante la “revuelta jónica” contra Persia, aunque no sirvió de mucho ya que la rebelión fue subyugada. Sin embargo, esto alarmó a Darío, rey de Persia, que deseaba castigar a los que habían ayudado a los jónicos. En 492 a. C., envió un ejército bajo el mando de su yerno, Mardonio, a Grecia. Empezó con la conquista de Macedonia y obligó a Alejandro I a abandonar su reino, mientras que en el camino al sur, hacia las ciudades-estados griegas, la flota persa fue arruinada en una tormenta en el cabo Athos, perdiendo 300 naves y 20.000 hombres. Mardonio fue forzado a retirarse a Asia.
Algunas polis creyeron que una victoria persa era inevitable y desearon probablemente asegurar una posición mejor en el nuevo régimen político que era seguir la conquista persa de Atenas. Darío, deseando aprovecharse de esta situación para conquistar Atenas en una batalla en campo abierto, que aislaría a Esparta, envió un ejército que tras derrotar a los Atenienses y Espartanos, conquistaría al resto de los griegos en el Egeo y consolidaría su control sobre Jonia.
Según Heródoto, la flota enviada por Darío consistió en 600 trirremes. Por lo tanto, los persas eran alrededor de 40000 soldados (hay muchas discrepancias sobre su número, pero lo que está claro es que el ejército era muy grande). Los soldados Atenienses, ayudados por otras ciudades griegas fueron alrededor de 10000 hoplitas.
Durante cinco días, los ejércitos se enfrentaron en forma pacífica en la llanura de Maratón, esperando progresos, con el ejército ateniense estrechando lentamente la distancia entre los dos campos, y arrimándose hacia los árboles que cubrían sus lados contra los movimientos de la caballería, para así impedir su movimiento. El tiempo iba a favor de los atenienses; era probablemente el ejército persa el que decidiría moverse primero. En el sexto día, los persas decidieron atacar Atenas. Los atenienses ya habían visto pelear a la caballería persa durante la revuelta jónica por lo que era esencial para los griegos evitar que los persas la usaran.
Milcíades, que fue el general al mando del ejército griego elegido por consenso entre todos los generales, decidió moverse contra los persas muy temprano por la mañana, pidió a dos tribus que formaran el centro de la falange, la tribu de Leontis conducida por Temístocles y la tribu de Antiochis que fue conducida por Arístides, la profundidad era de 4 filas, mientras que el resto de las tribus estarían en los lados con 8 filas de hombres (que eran las filas normales en una formación en falange).
Por lo tanto, se decidió debilitar el centro de la falange para conseguir más empuje por los costados. Esta era una maniobra muy arriesgada, ya que si los lados de la formación no conseguían rodear al enemigo a tiempo, el centro de la formación se rompería y perderían la batalla.
La distancia entre los dos ejércitos era de 1.500 metros, y según se cuenta, los hoplitas recorrieron esa distancia a la carrera con todo su equipo, lo que de por sí fue una gran hazaña. Los griegos recorrieron esa distancia en cerca de 5 minutos, dejando sin reacción posible a los persas.
Los griegos avanzaron de ambos lados retrasando el centro para formar las alas de ataque que, aunque con menos tropas, tendrían el espacio para enfrentar al ejército persa. Heródoto menciona que aunque la fila central retrocedió no se rompió. Tampoco las filas laterales se rompieron puesto que las muertes totales fueron bajas, y la mayoría fueron sostenidas durante la fase pasada de la batalla. El retraimiento griego en el centro, además de tirar de los persas hacia adentro, también atrajo a las alas griegas al centro, acortando la línea griega.
El resultado fue un envolvimiento doble y la batalla terminó cuando el ejército persa, apretado en la confusión, se vio obligado a retirarse. Sucumbiendo ante el pánico los persas se retiraron a sus naves que más tarde fueron perseguidas por los griegos. Los lados fueron dejados abiertos de modo que las filas persas se rompieran, puesto que incluso su ejército derrotado mantenía ventaja numérica después de la batalla. Algunos, desconocedores del terreno local, corrieron hacia los pantanos donde se ahogaron. Heródoto registra que 6.400 cuerpos persas fueron contados en el campo de batalla, y es desconocido cuántos fallecieron en los pantanos. También se mencionan siete naves persas capturadas y ninguna hundida. Los atenienses perdieron 192 hombres y los Platenses 11, más durante la persecución final cuando su armadura pesada probó ser una desventaja.
Al finalizar la batalla, y sabiendo del ataque de la flota persa a la ciudad de Atenas, Milcíades decide enviar a su soldado más veloz, el corredor Filípides, con órdenes de anunciar la victoria de Atenas en Maratón sobre el ejército persa. La leyenda cuenta que Filípides recorrió el camino desde el campo de Maratón hasta Atenas, sumando alrededor de 42,000 metros, al llegar a la ciudad anunció ¡Hemos Vencido! y, sin más fuerza, cayó muerto. En homenaje a esta proeza se realiza el llamado “Maratón” olímpico, un recorrido de 42,195 kilómetros a trote, aproximadamente la misma distancia que recorrió Filípides (los 195 metros se añadieron en Londres, en 1908, para que el final de la carrera coincidiera con el palco presidencial donde estaba la reina).
Tan pronto como los persas vencidos se hicieron a la mar, las dos tribus del centro permanecieron para guardar el campo de batalla y el resto de los atenienses marcharon a Atenas a gran velocidad. Artafernes, que era el jefe de la flota persa tuvo una oportunidad de desembarcar; sin embargo no lo hizo, pues el ejercito ateniense victorioso, ya había llegado a Atenas para cuando lo hicieron los barcos, y regresó a Asia. Esta enorme derrota produjo un gran trastorno para los persas que no habían sido derrotados en tierra durante varias décadas. De esta manera se demostró la vulnerabilidad de los persas. Mucha gente sujeta al Imperio persa se rebeló siguiendo la derrota de Maratón y el orden no fue instaurado hasta después de muchos años. Los atenienses concedieron a los muertos de Maratón el honor especial de ser los únicos que fueran enterrados donde murieron en vez del cementerio principal de Atenas en Kerameikos. En la tumba de los atenienses, Simónides escribió:
Ελλήνων προμαχούντες Αθηναίοι Μαραθώνι χρυσοφόρων Μήδων εστόρεσαν δύναμιν. “Los Atenienses, defensores de los Helenos, en Maratón destruyeron al poderoso vestido de oro Meda.”
La Batalla de las Termópilas fue una batalla de la Segunda Guerra Médica en la que se enfrentaron una alianza de polis griegas lideradas por Esparta y el Imperio persa de Jerjes I.
Tras la derrota en Maratón, y el fracaso de su invasión, Darío comenzó la constitución de otro ejército mucho mayor para intentar de nuevo apoderarse de Grecia. Sin embargo, una enorme revuelta en Egipto interrumpió sus planes indefinidamente y murió durante los preparativos para marchar contra Egipto y el trono de Persia pasó a su hijo, Jerjes I. Éste aplastó la rebelión egipcia y rápidamente retomó los preparativos para la invasión de Grecia que, al tratarse de una invasión a gran escala, necesitaba una larga planificación que permitiese acumular las provisiones necesarias y para reclutar, equipar y entrenar a los soldados.
Jerjes decidió construir puentes sobre el Helesponto para permitir a su ejército atravesar desde Asia hasta Europa, y cavar un canal a través del istmo del monte Athos (canal de Jerjes) para que lo atravesasen sus naves (una flota persa había sido destruida en 492 a. C. mientras rodeaba ese cabo). Estas obras de ingeniería eran operaciones de una gran ambición que estaban fuera del alcance de cualquier otro estado contemporáneo.
Finalmente, a comienzos de la década de 480 a. C., se completaron los preparativos para la invasión, y el ejército que Jerjes había reunido en Sardes marchó en dirección a Europa, cruzando el Helesponto sobre dos puentes flotantes.
Los atenienses, por su parte, también se habían estado preparando para afrontar una guerra contra Persia desde mediados de la década de los años 480 a. C. Finalmente, en 482 a. C. se tomó la decisión, bajo la guía del estadista ateniense Temístocles, de construir una masiva flota de trirremes, imprescindible para que los griegos pudiesen enfrentarse a los persas. Sin embargo, los atenienses carecían de la capacidad y la población suficiente para enfrentarse al enemigo a un mismo tiempo en tierra y en el mar, por lo que para combatir a los persas necesitaban llegar a una alianza con otras polis de Grecia.
En 481 a. C. el emperador Jerjes envió embajadores por toda Grecia solicitando de nuevo la tierra y el agua, pero omitiendo deliberadamente a Atenas y a Esparta. Sin embargo, algunas ciudades fueron alineándose con estos dos estados líderes, para lo cual se celebró un congreso de polis griegas en Corinto a finales del otoño de 481 a. C., del que surgió una confederación aliada de ciudades estado.
La primera estrategia de la confederación, sugerida por el estadista Temístocles, que era bloquear al ejército persa en el angosto valle de Tempe, fue fallida debido a que la fuerza enemiga tomó sorpresivamente otro camino.
Temístocles sugirió entonces una segunda estrategia a los aliados. La ruta hacia el sur de Grecia exigía que el ejército de Jerjes atravesase el estrechísimo paso de las Termópilas. Este paso podía bloquearse fácilmente con los hoplitas griegos a pesar del abrumador número de soldados persas. Además, y para evitar que los persas superaran la posición griega por mar, los navíos atenienses y aliados podrían bloquear el estrecho de Artemisio.
En la época en la que llegaron a Grecia noticias de que la invasión persa era ya inminente, los espartanos, líderes militares de facto de la alianza, estaban celebrando la festividad religiosa de las Carneas.
Durante ese festival la actividad militar estaba prohibida por la ley espartana y, de hecho, los espartanos no llegaron a tiempo a la batalla de Maratón por estar celebrando el festival.
También se estaban celebrando los Juegos Olímpicos, por lo que debido a la tregua imperante durante su celebración habría sido doblemente sacrílego para los espartanos si marchasen en su totalidad a la guerra. En esta ocasión, sin embargo, los éforos decidieron que la urgencia era lo suficientemente importante como para justificar el envío de una expedición avanzada para bloquear el paso; expedición que estaría comandada por uno de los dos reyes espartanos, Leónidas I.
Leónidas llevó consigo a 300 hombres de la guardia real, así como a un número mayor de tropas de apoyo procedentes de otros lugares de Lacedemonia (incluyendo hilotas). La expedición debería intentar agrupar el mayor número posible de aliados sobre la marcha y esperar a la llegada del ejército espartano principal.
En el camino hacia las Termópilas el ejército espartano fue reforzado por contingentes procedentes de diversas ciudades, llegando a alcanzar una cifra superior a los 5.000 soldados en el momento en que llegaron a su destino. Leónidas eligió acampar y defender la parte más estrecha del paso de las Termópilas, en un lugar en el que los habitantes de Fócida habían levantado una muralla defensiva algún tiempo atrás. También le llegaron noticias a Leónidas, de la existencia de un camino montañoso que podía ser utilizado para rodear el paso de las Termópilas. En respuesta, Leónidas envió a 1.000 soldados focidios para que se estacionaran en las alturas y evitasen esa maniobra.
Finalmente el ejército persa fue avistado atravesando el golfo Maliaco y acercándose a las Termópilas a mediados de agosto.
Jerjes envió un emisario para negociar con Leónidas. Ofreció a los aliados su libertad y el título de "Amigos del Pueblo Persa", indicándoles que serían asentados en tierras más fértiles que las que ocupaban en ese momento. Cuando Leónidas rechazó los términos, el embajador le volvió a solicitar que depusiera las armas, a lo que Leónidas respondió con la famosa frase «Ven a buscarlas tú mismo» Al fracasar la negociación la batalla se volvió inevitable. Sin embargo, Jerjes retrasó el ataque durante cuatro días, esperando que los aliados se dispersasen por sí mismos ante la gran diferencia de tamaño entre los dos ejércitos, hasta que se decidió finalmente a avanzar.
Desde un punto de vista estratégico, la defensa de las Termópilas suponía para los aliados la mejor forma posible de emplear sus fuerzas. Si lograban evitar que el ejército persa se internara dentro de Grecia, no tendrían necesidad de buscar una batalla decisiva, y podrían simplemente permanecer a la defensiva. Además, y con la defensa de dos pasos estrechos como las Termópilas y Artemisio, la inferioridad numérica de los aliados era menos problemática. Por su parte, los persas se enfrentaban al problema de aprovisionamiento de un ejército tan grande, lo que significaba que no podían permanecer en un mismo lugar durante mucho tiempo. Los persas, por tanto, se veían obligados a retirarse o avanzar, y avanzar implicaba atravesar las Termópilas por la fuerza.
El paso de las Termópilas, era angosto desfiladero de unos 100 m de anchura (actualmente más de un km debido a la erosión.) Tácticamente, el paso de las Termópilas era ideal para el tipo de lucha del ejército griego: la estrechez del paso anulaba la diferencia numérica, y la formación de falange hoplita de los helenos podría ser capaz de bloquear el estrecho paso con facilidad y, al tener los flancos cubiertos, no se veía amenazada por la caballería enemiga.
En esas circunstancias la falange supondría un enemigo muy difícil de superar para la infantería ligera persa, equipada de forma mucho más ligera y por tanto menos protectora. Además, las lanzas de la falange podrían ensartar a los enemigos antes incluso de que estos pudieran tocarlos, tal y como había sucedido en la confrontación de la batalla de Maratón. Por consiguiente, la lucha no tenía inicialmente por qué ser suicida, dado que había posibilidades reales de aguantar la posición.
En el quinto día a partir de la llegada de los persas a las Termópilas, Jerjes finalmente decidió lanzar un ataque sobre los aliados griegos. Los contingentes que envió el rey persa lanzaron un ataque frontal contra la posición griega, que se había situado delante de la muralla focidia, en la parte más estrecha del paso. Sin embargo, se trataba de tropas de infantería ligera, numerosas pero en franca desventaja de armamento y armadura frente a los hoplitas griegos.
Los escudos más débiles y las lanzas más cortas de los persas les impidieron enfrentarse cuerpo a cuerpo y en igualdad de condiciones con los hoplitas griegos. Esta primera oleada fue hecha pedazos con tan sólo dos o tres bajas entre los espartanos.
El rey persa, tras haber tomado la medida del enemigo, envió a sus mejores tropas en un segundo asalto ese mismo día: los Inmortales, un cuerpo de soldados de élite formado por 10.000 hombres. Sin embargo, los Inmortales no lograron más de lo que habían hecho los soldados enviados con anterioridad, fracasando en abrir una brecha en las líneas de los aliados. Los espartanos parece que emplearon una táctica de fingir una retirada para después darse la vuelta y matar a los desorganizados soldados persas que corrían en su persecución.
En el segundo día, Jerjes envió de nuevo a su infantería para atacar el paso, "suponiendo que sus enemigos, siendo tan pocos, estaban ya incapacitados por las heridas recibidas y no podrían resistir más." Sin embargo, los persas no lograron ningún progreso y el rey persa finalmente detuvo el asalto y se retiró a su campamento, totalmente perplejo.
A finales del segundo día de batalla, y mientras el rey persa estaba valorando qué hacer, recibió la visita de un traidor griego de Tesalia llamado Efialtes que le informó de la existencia del paso montañoso que rodeaba las Termópilas, ofreciéndose a guiarles. Efialtes actuó motivado por el deseo de una recompensa.
Jerjes envió a unos 20000 hombres para tomar ese paso alternativo.
Al amanecer del tercer día, los focidios que guardaban el paso sobre las Termópilas por orden de Leónidas, se dieron cuenta de la llegada de la columna persa por el crujido de sus pisadas sobre las hojas de los robles. Los persas quedaron sorprendidos, pues no esperaban encontrarse con ningún ejército en ese lugar. El general persa temió que se tratase de los espartanos, pero Efialtes les dijo que no lo eran. Los focidios se retiraron a una colina próxima para preparar su defensa asumiendo que los persas habían venido a atacarles, pero los persas, que no querían retrasarse, les acosaron con flechas mientras continuaban su camino, buscando su principal objetivo de rodear al ejército aliado.
Cuando un mensajero comunicó a Leónidas que los focidios no habían podido defender el paso, convocó un consejo de guerra al amanecer. Algunos aliados defendieron la retirada, pero el monarca espartano decidió permanecer en el paso con sus 300 hoplitas. Muchos de los contingentes aliados eligieron en ese momento retirarse o fueron ordenados a hacerlo por Leónidas. El contingente de 700 soldados de Tespias, e negó a retirarse con los demás griegos, y se quedaron para luchar. También permanecieron los 400 tebanos, así como probablemente los hilotas que acompañaban a los espartanos.
Leónidas eligió resistir con el fin de proteger la retirada del resto de contingentes aliados. Si todas las tropas se hubiesen retirado al mismo tiempo, los persas habrían podido atravesar el paso de las Termópilas rápidamente con su caballería para luego dar caza a los soldados en retirada. Por otro lado, si todos hubieran permanecido en el paso habrían sido rodeados y eventualmente habrían muerto todos. Con la decisión de una retirada parcial, Leónidas podría salvar a más de 3.000 hombres, que podrían continuar la lucha más adelante.
Fue en este momento cuando Leónidas les dijo a sus soldados la famosa frase de: “tomad un buen desayuno, pues esta noche cenaremos en El Hades (el infierno de la mitología griega)”
Al amanecer Jerjes comenzó su avance. Los aliados en esta ocasión avanzaron más allá de la muralla para hacer frente a los persas en la zona más ancha del paso, intentando con ello incrementar las bajas que pudieran infligir al ejército persa. Lucharon con sus lanzas hasta que todas ellas estuvieron rotas por el uso y luego utilizaron sus xifos (espadas cortas). Leónidas murió en la lucha y los dos bandos pelearon por hacerse con su cuerpo, consiguiéndolo los griegos.
Después, los aliados se retiraron tras el muro focense, desde donde podrían defenderse mejor.
Derribando parte del muro, Jerjes ordenó rodear la colina y los persas hicieron llover flechas sobre los defensores hasta que todos los griegos estuvieron muertos.
Finalmente, el paso de las Termópilas quedó abierto para el ejército persa. Según Heródoto, la batalla supuso un coste para los persas de 20.000 bajas. Las fuerzas aliadas que quedaron en la retaguardia fueron aniquiladas, con una probable pérdida en vidas de unos 2.000 hombres, incluyendo a aquellos que murieron durante los dos primeros días de batalla.
Cuando los persas finalmente se hicieron con el cuerpo de Leónidas, Jerjes, furioso, ordenó que se cortase la cabeza al cadáver y que su cuerpo fuese crucificado. Heródoto hace la observación de que este trato era muy poco común entre los persas, que tenían el hábito de tratar con gran honor a los soldados valientes. Por otro lado, Jerjes también era conocido por sus momentos de cólera, como el caso en el que ordenó que se dieran latigazos sobre el Helesponto por no obedecerle. Tras la partida de los persas, los aliados recuperaron los cadáveres de sus soldados y los enterraron en la colina. Además, cuando finalizó la invasión persa, se erigió una estatua en forma de león en las Termópilas, para conmemorar a Leónidas.
Cuarenta años después de la batalla los huesos de Leónidas fueron llevados de vuelta a Esparta, en donde fue enterrado de nuevo con todos los honores. Se celebraron juegos funerarios anuales en su memoria.
Pese a que la batalla de las Termópilas se perdió, el gran valor mostrado por los griegos participantes, inspiró en toda Grecia un gran sentimiento de unidad, que desembocó finalmente en la derrota del ejército persa en la Batalla de Platea.
Tanto los escritores antiguos como los modernos han utilizado la batalla de las Termópilas como un ejemplo del poder que puede ejercer sobre un ejército el patriotismo y la defensa de su propio terreno por parte de un pequeño grupo de combatientes. Asimismo, el comportamiento de los defensores se ha utilizado como ejemplo de las ventajas del entrenamiento, el equipamiento y el uso del terreno como multiplicadores de la fuerza de un ejército, y se ha convertido en un símbolo de la valentía frente a la adversidad insuperable.
Como se ha comentado antes, el gran problema de la falange griega era su escasa movilidad y que no se combinaba de forma efectiva con otros elementos del ejército como los arqueros o la caballería.
En respuesta a esto, los estrategas tebanos, Epaminondas y Pelópidas, desarrollaron a principios del siglo IV a. C. un nuevo tipo de formación de combate. En ella, la lanza hoplitica era sustituida por la sarissa, una lanza de un tamaño mucho mayor (6 metros), y más pesada. Por ello, los enormes escudos hoplitas fueron sustituidos por escudos más pequeños que podían sujetarse en el antebrazo, además de equipar a los soldados de forma más ligera.
Este nuevo equipamiento hizo que estas nuevas falanges se configuraran en forma de regimientos de piqueros que en combate creaban una muralla de larguísimas lanzas. La primera fila ponía las picas en horizontal, y las filas posteriores iban aumentando el ángulo hasta que las últimas tenían las lanzas totalmente horizontales. Esto le daba a la formación una forma “erizada”, y hacía que muchas filas pudieran atacar al enemigo simultáneamente a través de sus compañeros.
Además, ahora el ejercito era más móvil, y por ello podía desplazarse por el campo de batalla allá donde hiciera falta. Además, se le dio más importancia a los arqueros y la caballería.
Este nuevo tipo de combate, lo perfeccionó Filipo II de Macedonia, y fue el ejército que usó Alejandro Magno en sus conquistas. Por lo tanto de este ejército se hablará más en profundidad en otro post.
La mejora de este nuevo tipo de ejército sobre la falange clásica griega fue totalmente obvia en la batalla de Leuctra, donde el ejercito Tebano aplastó al ejército de Esparta, que era la falange hoplítica más temida del mundo griego.
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_las_Term%C3%B3pilas
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Marat%C3%B3n
http://es.wikipedia.org/wiki/Batall%C3%B3n_Sagrado_de_Tebas
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Leuctra
http://es.wikipedia.org/wiki/Hoplita
http://es.wikipedia.org/wiki/Falange
http://es.wikipedia.org/wiki/Falange_macedonia
http://es.wikipedia.org/wiki/Aspis
A parte de lo escrito en las fuentes he añadido cosas y corregido algunas que eran erroneas usando conocimientos propios.