El siguiente texto, que aparece en jemer, inglés y francés a la entrada del lugar, da una idea de los sentimientos que despierta en el país el recuerdo de este capítulo de la historia:
Lo más trágico es esto: En este siglo XX Camboya vio como la banda de criminales de Pol Pot cometió el genocidio más odioso de la actualidad, la matanza de la población con una atrocidad incalculable, mucho más cruel que el genocidio cometido por el fascismo de Hitler, más terrible que cualquier otra experiencia que el mundo haya conocido antes. Con estupor delante de nosotros, imaginamos la voz dolorosa de las víctimas maltratadas por los hombres de Pol Pot con palos de bambú o azadones y apuñaladas con armas blancas. Nos parece estar mirando las escenas de horror y pánico. Los rostros heridos de personas fatigadas por el hambre o por los trabajos forzados o torturadas sin misericordia en sus famélicos cuerpos. Murieron sin dar las últimas palabras a sus parientes y amigos. Como si fueran animales dañinos, las víctimas eran golpeadas con palos en sus cabezas o con azadones y apuñalados antes de su último aliento. ¡Cuán amargo final viendo a sus niños queridos, esposas, maridos, hermanos o hermanas atados fuertemente antes de la masacre! Aquel momento en que esperaban por turnos la misma suerte trágica de los demás. El método de matanza que la banda de criminales de Pol Pot hizo con camboyanos inocentes no puede describirse total y claramente con palabras, porque la invención de tales métodos es extrañamente cruel, por lo que es difícil determinar quiénes fueron ellos, pues tenían forma humana, pero sus corazones eran los corazones del demonio, tenían rostros camboyanos, pero sus actividades eran completamente reaccionarias. Quisieron transformar a la gente de Camboya en un grupo de gentes sin razón, ignorantes y que no entendieran nada, que siempre doblaran la cabeza para llevar a cabo las órdenes de la Organización de manera ciega, de la manera en que ellos les habían educado y transformaron a los humildes y nobles jóvenes y adolescentes en ejecutores de una justicia odiosa que los llevó a matar a inocentes, e incluso a sus propios padres, parientes y amigos. Quemaron las plazas de mercado, abolieron el sistema monetario, eliminaron los libros, reglas y principios de la cultura nacional, destruyeron escuelas, hospitales, pagodas y monumentos como fue Angkor Wat, orgullo nacional y memoria del conocimiento, genio e inteligencia de nuestra nación. Intentaron destruir el carácter camboyano y transformar la tierra y las aguas de Camboya en lugares de sangre y lágrimas eliminando toda nuestra cultura, civilización y carácter nacional. Querían destruir toda la sociedad de Camboya y hacer retroceder al país entero hacia la Edad de Piedra.”