#119 como todo lo que es masivo mueve gilipoyas eso es obvio... pero es porque es masivo no porque sea de gilipoyas
#93 Y los que somos de equipos pequeños/humildes que sus jugadores no son precisamente millonarios? Que pasa con esos?
Y eso quitando que lo que has dicho es una gilipollez porque repito, el futbol es la afición, los jugadores, gestores... son pasajeros,meras mercaderías prescindibles, pero son los socios y seguidores los que siempre estan ahí, lo que esta cultura se esta perdiendo y ahora es mejor ver el partido sentado en el sofa y escuchar las ultimas novedades sobre el almuerzo que ha tomado Cipriano Ronaldo.
El negocio que hay entorno el futbol (futbol moderno) es lo que está destrozando este deporte. Y la ignorancia tambien.
No creo que sea el negocio el principal problema del fútbol, sino el lugar que ocupa en la sociedad.
Los que sois grandes aficionados al fútbol sabréis que el proceso es el contrario: Es el fútbol como deporte el que mueve las masas y porque mueve esa cantidad de gente se crea el negocio y cuando hay negocio llegan los buitres a sacar su tajada (y aquí es un poco como una pescadilla que se muerde la cola). Pero debajo de todo eso está la parte sentimental, que es la razón por la cual asistimos a un espectáculo que en el fondo sabemos podrido a varios niveles. Y en ese sentido sí que es el opio. No es seguramente el opio, será un opio entre otros muchos, porque entre otras cosas la religión como opio del que hablaba Marx sí que ocupaba un lugar totalmente alienante para gran parte de la población y su presencia e influencia eran mil veces mayores.
Después cada cual es cada cual y generalizar es una estupidez.
Giro dos manás negros y un incoloro y lanzo:
"Necrothread: Busca un permanente thread en tu cementerio y ponlo en juego.
Si no está cerrado no es mi culpa."
El capitalismo postmoderno ha potenciado tres espacios o cavernas para aplicar soma anestésico,
superando la ficción orwelliana, a la masa líquida: la macrodiscoteca: sexo, alcohol, ruido y
drogas, incluidos; macrocentro comercial: consumo desenfrenado; y el estadio de fútbol: nuevo
circo romano, violento pero incruento todavía, donde se desahogan pasiones prebelicistas, que
están inscritas en el genoma humano y que se encauzan, que no domeñan, de momento por esa
vía.