España no quiere verse arrastrada involuntariamente a un conflicto con Irán. La ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, ha ordenado la retirada temporal de la fragata española Méndez Núñez (F-104), con 215 marineros a bordo, del grupo de combate encabezado por el portaaviones USS Abraham Lincoln ante la escalada de tensión entre Washington y Teherán. La flota ha cruzado ya el estrecho de Bab el Mandeb, que une el mar Rojo con el océano Índico, y se dirige al estrecho de Ormuz para entrar en el golfo Pérsico, pero lo cruzará ya sin el buque español.
La integración de la Méndez Núñez en el grupo de combate (en el que no participa ningún otro buque no estadounidense) se planeó hace al menos un año para mejorar la interoperatividad y el adiestramiento conjunto. Estaba previsto que se prolongase seis meses, desde finales de abril hasta el 31 de octubre, cuando debe arribar al puerto de San Diego (California) tras haber cruzado el Mediterráneo, el mar Rojo, el océano Índico, el mar de China y el Pacífico. Además del Lincoln, con 85 aeronaves, el grupo está formado por un crucero lanzamisiles, tres destructores y un buque logístico, así como un submarino.
Sin embargo, este ejercicio programado y similar al desarrollado en ocasiones anteriores por buques de la Armada española ha tomado un nuevo cariz tras el intercambio de amenazas entre EE UU e Irán. El pasado día 8, durante su visita a la base aérea de Morón de la Frontera (Sevilla), donde operan fuerzas estadounidenses, Robles ya subrayó que, en relación con la crisis iraní, “el compromiso de España es con la Unión Europea y los organismos internacionales, y ahí es donde vamos a adoptar siempre las posiciones comunes”. Desmarcándose de decisiones unilaterales de EE UU, la ministra de Defensa en funciones insistió en que España es un “socio serio y fiable”, pero sus Fuerzas Armadas solo están vinculadas por los acuerdos de la UE y la OTAN.
A principios de mayo, Teherán anunció que dejará de cumplir dos de los compromisos asumidos en el acuerdo nuclear con las grandes potencias, del que Washington se retiró hace un año. A continuación, Trump anunció nuevas sanciones centradas en el estratégico sector de los metales industriales. La UE se ha desmarcado de estas sanciones e insiste en intentar salvar el acuerdo con Irán.
Aunque el despliegue militar estaba planeado desde hace meses, el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, aseguró que su objetivo es “enviar un mensaje claro e inequívoco” a Irán de que “cualquier ataque contra los intereses estadounidenses o de sus aliados se enfrentará con una fuerza implacable”.
Los sabotajes en Ormuz abren un nuevo frente internacional
En los últimos días, el Pentágono ha aireado el envío a la zona del buque USS Arlington, que transporta una fuerza de desembarco, así como de una batería de misiles antimisil Patriot, lo que se sumaría al despliegue de bombarderos B-52 en Qatar, todo ello en respuesta a “indicios de una mayor disposición de Irán a realizar operaciones ofensivas”. La situación se ha deteriorado aún más con las confusas noticias sobre ataques y sabotajes a petroleros saudíes y buques comerciales cerca de las costas de los Emiratos.
La decisión supone que la Méndez Núñez seguirá en la zona, pero sin entrar en el Golfo, con el propósito de reengancharse al grupo de combate estadounidense una vez que este continúe su ruta, siempre que se mantenga el programa previsto. Desde California, la fragata debe regresar a España por el canal de Panamá, completando la vuelta al mundo. La ministra Robles viajó este lunes a Bruselas para participar en una reunión de titulares de Defensa de la Unión Europea.
Durante su integración en el grupo de combate estadounidense, España cede el control operativo de la fragata al almirante estadounidense, aunque siempre bajo las estrictas Reglas de enfrentamiento (ROES) y reteniendo el mando último el jefe del Estado Mayor de la Defensa a través del comandante del Mando de Operaciones.