...sin pensar en las consecuencias. Es ligeramente reminiscente de lo que ocurrió con la prohibición del opio
http://www.ideal.es/granada/20080225/sociedad/prohibido-fumar-20080225.html
Prohibido fumar
La ley anti-tabaco francesa ha cambiado hábitos y formas de alternar y ligar Un efecto colateral se ha notado en las discotecas y pubs, que ahora huelen a sudor
A los cuarenta años de Mayo del 68 y su libertario 'prohibido prohibir', Francia se ha adaptado con una docilidad pasmosa a la erradicación del tabaco de los espacios públicos. Desde el 2 de enero no se puede fumar en cafés, hoteles, restaurantes, discotecas y garitos varios. Ni siquiera está permitido hacerlo en los estancos, los típicos 'bar-tabac' que son a la vez expendedurías de cigarrillos y alcohol. Los más de diez millones de fumadores habituales están que echan humo... en la calle.
El efecto colateral más sorprendente de la nueva ley higienista no ha escapado al olfato periodístico. Las discotecas, los salones de baile y los disco-pub huelen mal. A pies y sobaco. Al descorrerse la cortina de humo, ha aparecido el sudor del padrino. 'Estoy sintiendo tu perfume embriagador' es la nueva banda sonora en Francia para mover el esqueleto. Hay cante jondo del bueno. Un recordatorio penetrante de que éste es el país con menor consumo de gel por habitante y año. Por algo ostenta el liderazgo mundial en perfumería. Manda narices.
Los vendedores de ambientadores están desbordados por la cruzada desodorante. Un fabricante ha puesto a punto un pulverizador capaz de aromatizar macrodiscotecas invadidas por el olor de multitudes. Pero los hosteleros se decantan por las cabinas para fumadores. Son habitáculos acristalados, herméticamente cerrados y dotados de extractores de humos o purificadores de aire. En París la discoteca Bains-Douches ha instalado uno de 18 metros cuadrados en el que caben una veintena de personas. En el Rex Club la iniciativa ha tenido tanto éxito que han tenido que poner un empleado a la puerta para controlar que no supere la capacidad máxima de su fumadero: 30 personas.
Ligue callejero
En los bares la alternativa es la puñetera calle. Las terrazas están a tope en pleno invierno, que mima a los viciosos con benignas temperaturas. Muchas han colocado estufas de gas y otras capean el temporal con lonas de plástico. Los invernaderos de humo son el señuelo del ambiente. En las zonas de tabernas hay más clientes en el exterior que dentro. Los tasqueros obligan a pagar al ser servido pues comprobaron que el pitillo fuera tenía efectos amnésicos. También afrodisiacos, dicen.
Echar un cigarro en la acera sirve para entablar nuevas relaciones. Fumando se conoce gente. Tabaco de ligar. Un librillo ayuda a triunfar. Es el 'smirting', un anglicismo importado de la otra orilla del canal de La Mancha. Fue acuñado en Irlanda cuando en 2004 los pub se transformaron en espacios no fumadores. Se trata de una contracción entre 'smoking' y 'flirting' que designa el fenómeno del rollo ahumado.
En los atascos se puede respirar. El último tango en París es de buenos aires. Los malos humos han subido al vecindario. Cada vez hay más protestas por el ruido de la clientela extra muros. Los pleitos por escándalo nocturno se acumulan en las comisarías. El parisiense tiene muy poco aguante para el exceso de decibelios. La prefectura de policía ha concedido seis meses de tolerancia para fumar la pipa de la paz. Pasado ese plazo adoptará sanciones que pueden llegar hasta el cierre del establecimiento.
Alfombra de colillas
Otro efecto perverso de la ley son las colillas que alfombran el exterior de los bebederos. El Ayuntamiento de París ha comenzado a distribuir 100.000 ceniceros de bolsillo por bares y discotecas para atajar el problema.
Se calcula que cada día se arrojan a las calles de la capital francesa 300.000 colillas, que tardan entre dos y diez años en desintegrarse. Como la inmensa mayoría acaba en la red de alcantarillado, las aguas se contaminan de nicotina y alquitranes. Las autoridades municipales han decidido que el nuevo modelo de papelera callejera lleve cenicero incorporado.
Entre los ciudadanos más protestones contra la prohibición figuran los propietarios de los 'bares de chicha'. Son establecimientos de ambiente oriental en los que se fuma en narguile. En París hay unos 350 que dan empleo a 1.200 personas, casi todas de origen inmigrante. A pesar de sus movilizaciones ya han comenzado a recibir multas gubernativas: de 135 euros para el establecimiento, de 68 euros para el fumador.
Ante el Ayuntamiento o en la explanada del Centro Pompidou, un puñado de irreductibles se dan cita los sábados por la tarde detrás de una pancarta en la que pone: 'Fumadores encolerizados'. Ya han recogido 4.000 firmas a favor de una solución a la española: que se deje a los hosteleros decidir si en sus establecimientos se puede fumar. Fumando esperan.