De república soviética a líder europeo en digitalización, Estonia ha protagonizado un salto económico espectacular
Ashton Kutcher y una mesa de ping-pong dan la bienvenida a Lyft99, el centro para start-ups de Tallin. La estrella de Holywood “es el inversor más famoso de Veriff, una de las tecnológicas que ya ha abandonado el centro y vuela sola”. Kärt Rääbis, la community manager de Lyft99, explica así la destacada presencia del actor norteamericano, con esa imagen a tamaño real junto al cuadro de honor de las empresas que empezaron aquí y han triunfado: Pipedrive, Comodule, Transferwise, Bolt, la propia Veriff... Todo un símbolo de la vocación global de Estonia, un pequeñísimo país del Báltico con sólo 1,3 millones de habitantes que se ha convertido en referente mundial del sector tecnológico.
Como buen informático, José Ernesto Suárez no tenía ni idea de quién era Ashton Kutcher, pero el éxito digital de Estonia les ha unido. Suárez abandonó hace un año un buen trabajo y su mediterránea València para establecerse en Tallin y cumplir su sueño de montar una empresa. “Estuvimos a punto de quedarnos en Barcelona, pero nos frenó el precio de la vivienda, aquí en cambio encuentras pisos por 500 euros al mes”, explica. Al frente de Wedoops, una compañía de infraestructuras en la nube, Suárez valora las facilidades que ofrece Estonia a los emprendedores: “En 18 horas tuvimos la empresa constituida, todo por internet. En España aún no has empezado y ya te están exigiendo, pero aquí no se pagan impuestos hasta que la facturación alcanza los 40.000 euros”. “Ese empujón al principio ayuda mucho”, admite.
De república soviética a líder en digitalización en Europa, la transformación de Estonia ha sido radical. “Es un milagro”, resume el empresario finlandés Juha Rantanen. “Que una economía en su día tan dependiente de los subsidios de la URSS haya conseguido reinventarse y dar ese salto es todo un hito”, destaca.
Miembro de la Unión Europea y de la OTAN desde el 2004, Estonia es considerado un tigre báltico, como Lituania y Letonia, por su rápido crecimiento desde la independencia de la URSS, en 1991. Con un PIB per cápita de 20.840 euros en el pasado ejercicio, uno de los más elevados del Este europeo, mantiene un presupuesto equilibrado y una deuda pública ínfima, equivalente al 8,4% del PIB. Desde el 2011, forma parte de la eurozona.