La investigación ratifica que los vascos se distanciaron del resto de pueblos de la península Ibérica desde hace unos 2.500 años.
La investigación, encabezada por el biólogo David Comas, ratifica que esa singularidad no se debe a un origen extraordinario, sino simplemente a un mayor aislamiento desde la Edad del Hierro, hace unos 2.500 años. “Los vascos no son marcianos”, subraya Comas, del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona.
Juan José Ibarretxe, presidente del Gobierno vasco hasta 2009, proclamaba que el pueblo vasco “tiene 7.000 años de existencia” para impulsar su proyecto separatista. Y el entonces presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Xabier Arzalluz, afirmaba en 2000 que los vascos eran “los más antiguos habitantes de Europa”, con “raíces propias” desde la prehistoria.
El nuevo estudio, publicado este jueves en la revista especializada Current Biology, sugiere que el lenguaje pudo actuar como una “barrera cultural” que facilitó el aislamiento de los vascos desde la Edad del Hierro —hace unos 2.500 años—, por ejemplo, durante las etapas de dominio romano o musulmán. El grupo de David Comas ha analizado el ADN de 190 personas cuyos cuatro abuelos nacieron en la misma zona. Los resultados muestran diferentes repertorios genéticos incluso dentro del propio País Vasco, concentrados en pequeñas regiones que coinciden con la distribución histórica de los diversos dialectos del euskera. La hipótesis del equipo de Comas es que el lenguaje supuso una barrera para el contacto con los pueblos circundantes, pero también fue un obstáculo interno por la existencia de dialectos con “menor inteligibilidad mutua”. El actual euskera estándar, denominado batúa, no se estableció hasta 1968.