Europa. Ni Asia, ni África, ni América, Ni Oceanía. Europa. De oeste a este, desde Lisboa a San Petersburgo. De sur a norte, desde Malta a Vardø. Cómo un continente tan pequeño puede tener una historia tan extensa; una historia que se pierde en el devenir de los tiempos… una historia estrechamente relacionada a la realidad actual.
Europa. Tierra de grandes filósofos, artistas, pensadores, emperadores, conquistadores, inventores, revolucionaros, mártires… Todos conforman, pedazo a pedazo, la gran historia de Europa. Todos colaboran o colaboraron, en sus respectivos días, a que el motor del mundo funcionase. Goethe, Gutemberg, Einstein, Rodin, Aristóteles, Julio César, Marx, Colón, Bell, Santo Tomás de Aquino… Todos creyeron en Europa, la misma Europa que conocemos hoy.
¿Cómo un continente tan pequeño puede tener semejante diversidad? Esa es la pregunta que nos hace tan grandes. Multitud de lenguas confabulan por todos los territorios; incontables lenguas, dialectos e idiomas. Todas ellas diferentes. Algunas comparten rasgos entre ellas mismas mientras que otras no guardan relación alguna y se desconoce su origen.
Es tan difícil dar 3 pasos sin que pasemos de un territorio a otro que uno ya no sabe de fronteras. 39 países conforman un minúsculo continente a ojos de Dios, del espacio, de las estrellas. Muchos de ellos surgidos de fragmentaciones y que se están viendo solos por primera vez en sus largas historias; otros tantos que vuelven a volar libres tras haber estado bajo la ocupación de otro país más poderoso durante años, incluso siglos; otros pueblos reprimidos bajo el yugo de otras naciones, mientras otros han dejado, simplemente, de existir como tales. Por suerte, ahora, a parte de la bandera de cada país, nos podemos identificar orgullosamente con una única: la de la Unión Europea. No abarcará Europa entera, pero es una bandera cuyos colores todos compartimos y es una nación con la que todos nos identificamos y alardeamos, orgullosos, ser ciudadanos de ella.
Guerras, ¡cuántas guerras habremos tenido que sufrir para conocer Europa tal y como la vemos hoy día! Guerras habidas desde que el ser humano pisó por primera vez estas tierras. Porque, aunque no sea un dado demasiado alagador, Europa siempre ha sido sinónimo de guerra. Tanto conflictos internos como a nivel mundial. Guerreros a golpes de garrotes o espadas y soldados empuñando rifles de asalto mientras que aparatos volantes descargan su artillería. Hemos visto pasar ante nuestros ojos el avance del tiempo por medio de guerras, y hemos visto como hubieron imperios sedientos de sangre y dispuestos a dominar todo lo que saliese a su paso mientras algunos pueblos, lejos de estar de acuerdo con la política exterior de dichos imperios, arremetían contra sus enemigos con sangre, sudor y lágrimas desde sus propias líneas fronterizas para salvaguardar su territorio. Es cierto que en otros continentes esta misma tónica se ha repetido, pero en ningún caso, tan repetida y tan frecuente como lo visto en tierras europeas y aunque nos odiemos y estos conflictos no dejen de ser prueba de ello, todos tenemos en común una cosa y todos estamos igualmente orgullosos de ello: somos europeos.
Pero a Europa se le recuerda por su expansión. Al contrario que casi el resto del mundo entero, los países europeos, en pleno atisbo de superación ante y sobre otros de su mismo continente, salieron a alta mar dispuesto a dominar todo lo que se encontraran a su paso. Desde América a las Indias, pasando por Australia e incluso los polos. No se nos resistía nada. Y, aunque hoy en día dichos imperios no prevalzcan, la huella dejada por los europeos en ellos será infinita, siendo esos rasgos sociales, personales y económicos inconfundibles en aquellas tierras que en una ocasión fueron conquistadas y desarrolladas por nosotros. Y es cierto que, en otras (y pocas) ocasiones, ese desarrollo no haya sido tan satisfactorio, siendo un absoluto saqueo y arruinando la vida de los lugareños, felices todos antes de la llegada de los “civilizados” según nuestro punto de vista. Pero ha de haber de todo en la viña del señor, y de los errores se aprende. Por contra, y como punto a favor nuestra, muchos de esos territorios repoblados y desarrollados por lugareños europeos (como son Australia o los EE.UU.) están a la cabeza del mundo.
Las culturas. ¡Oh, las culturas! Cada país es un mundo, y cada región, un universo. Es difícil encontrar en otro lugar del mundo una mezcla de culturas tan extensa como la europea. Culturas todas provistas del peso de la historia, y aunque diferentes, estrechamente relacionadas. Si viajamos desde España hasta Finlandia encontraremos multitud de culturas y formas de vida diferentes. Hasta ni los propios ciudadanos europeos tenemos un alto tanto por ciento de rasgos en común, pero ¿acaso importa? Al movernos alrededor de Europa es como si nos movieramos por nuestra casa aunque por lugares de la misma desconocido: sabemos que no hemos abandonado nuestro hogar pero visitamos lugares diferentes, con formas de vida, gastronómicas, laborales… disímiles a las nuestras… Pero seguimos estando en nuestra casa.
Yo me considero afortunado de ser europeo, porque a mí me gusta Europa, ¿y a ti?