La extrema derecha de Le Pen se adueña del voto obrero
El apoyo del 47% de los trabajadores, clave en el triunfo de AN en los comicios europeos
El partido de Marine Le Pen no solo ha sido el más votado en las elecciones europeas (5.281.745 electores, el 23,31% de los votos). También es el que tiene la base social más grande y sólida: según los primeros análisis sociológicos del instituto Ifop (referencia canónica), el 47% de los obreros y el 32% de los empleados votaron por la extrema derecha de Le Pen, que también estuvo a la cabeza entre los electores de 25 a 65 años
La República En Marcha (LREM), el partido de Macron (5.076.469 votantes, 22,41% de los electores) se confirmó como más que honorable segundo partido nacional. Pero su base social es mucho más diversa, fragmentada, volátil. El núcleo central del electorado macroniano (35%) son las clases medias acomodadas, satisfechas con Europa y la mundialización. Macron también tiene buena opinión entre jóvenes y ecologistas (20%). Técnicos, ejecutivos, intelectuales, son electores macronianos «naturales». Además, en estas elecciones le han votado el 37% de los católicos
La derecha tradicional (con un modestísimo 8,48% de votos) y las izquierdas tradicionales (socialistas, comunistas y extremas izquierdas), hundidas hasta condiciones grupusculares (del 2 al 6% de votos)
En rosa, los votos a Jordan Barrella (candidato de Marine Le Pen)
Y aquí una imagen de cosecha previa porque quería comprobar una cosa, y efectivamente, lo que me esperaba. He cogido una ciudad con una alta tasa de inmigración (Marsella, donde 32% de musulmanes) y he buscado donde se concentraban esos inmigrantes: se concentran en los distritos 13 y 14, que como no podía ser de otra forma, están pintados de rosa en la imagen.
En segundo lugar, he querido comparar la renta per cápita por barrios con el voto... y se vuelve a confirmar lo que ya sospechaba: los barrios donde casi toda la población es blanca (francesa, con apellidos franceses) votan a Macron y al Partido Ecologista; los barrios obreros más pobres y castigados por la inmigración votan a Le Pen. (La fuente de la imágen es Lefigaro.fr donde está el mapa con el desglose de votos por barrio)
Esto abre un debate interesante. En 2016 Le Pen fue la segunda fuerza política en las presidenciales francesas, perdiendo en la segunda vuelta por la gran movilización de la izquierda que acudió a votar en masa a Macron para "frenar el fascismo". Pero el Frente Nacional ha pasado en estas elecciones de concentrar un 30-35% del voto obrero, como dice la noticia, a concentrar un 47%. Y esto puede ser indicativo de que, en las presidenciales de 2020, Marine Le Pen puede convertirse en la presidenta de Francia.
Esta movilización obrera para votar a los partidos euroescépticos y anti-inmigración también se ha dado en otros países, ya que estos partidos han ganado en Polonia, Italia, Hungría y Francia; con victoria también de Farage en Reino Unido que es el impulsor del Brexit y un tipo que tampoco ve con buenos ojos la multiculturalidad. En Austria y Alemania han ganado los conservadores, pero el desplome socialdemócrata ha sido notorio, en el caso de Austria creo que están en mínimos históricos.
La pregunta es: ¿se ha superado la época en la que los partidos de izquierdas EN MATERIA SOCIAL (no económica ni en otro campo, esto son otros debates) eran los que verdaderamente protegían los intereses obreros?
En mi opinión: sí. Mi posición en materia social no es nueva para los que me conozcan en este foro. Como bien dice @Angelius , la izquierda está quedando relegada a algo plenamente cultural. Los cabecillas de las fuerzas socialistas de hoy en día viven frecuentemente en barrios de clase media, desde donde propugnan una multiculturalidad que no sufren en sus barrios con las paredes bien pintadas y sus aceras bien pavimentadas, y es por ello por lo que otros burguesitos acomodados como ellos son su principal filón de votos en la mayoría de los países europeos, aunque España como de costumbre vaya 10 años por detrás. El marrón de convivir con el islam, que es el principal motivo de este viraje (El 60% de los franceses admitió ya sin ambages que no cree que el islam sea compatible con los valores de la sociedad, mientras que el 65% apostó por reducir la inmigración) nos lo comemos los que vivimos en barrios obreros, que somos los que vemos aumentar día a día el aumento de la delincuencia (el 10% de la población que suponen los inmigrantes en España comete el 50% de los delitos sexuales, según el INE) y las conductas sociales aberrantes propias de varios siglos atrás. No es casualidad que una de las ciudades con más inmigración de España como es El Ejido tenga a Vox como segunda fuerza política. Y cada vez que se piden soluciones, desde la izquierda no se nos escucha. El debate se centra una vez más en los problemas de los burguesitos ultraconcienciados: en lenguaje inclusivo, carriles bici, acabar con la Iglesia Católica, problemas feministas inventados como el falso techo de cristal que ya desmonté en otro hilo, independentismo (que en Cataluña, recordemos que en las ciudades obreras como L'Hospitalet, Cornellá, Badalona y tantas otras, el independentismo alcanza unos niveles inferiores al 30% mientras en los barrios pijos de Girona sube del 60%), etc.
Y lo peor no es esto: es que no se ve ninguna solución en el horizonte. La izquierda sigue empeñada en que Garzón es bae, que Bildu es la voluntad del pueblo vasco, que los niños de las CUP son unos cracks cortando autopistas y en que Irene Montero tiene un discurso muy feminista y tiene que liderar Podemos.
Ahí queda el debate.