Uno de los bulos más difundidos cuando se trata de exaltar dictadores es el de que Franco creó la Seguridad Social. Se trata de lo que puede llamarse un bulo parcial: la frase no es que sea exactamente mentira (ciertamente la Ley de Bases de la Seguridad Social, que contenía la primera configuración moderna de este sistema, entró en vigor en 1967) pero ignora todo un contexto sin el cual la afirmación pierde sentido y se convierte en una falsedad.
La Seguridad Social es un sistema de previsión pensado para contingencias de la vida que, deseadas o no (maternidad, vejez, lesiones, enfermedades) impiden que el sujeto trabaje, le provocan un aumento de gastos o ambas cosas. Se trata de un sistema público, tanto por el origen de los ingresos como por la gestión. Y, sobre todo, ha ido evolucionando: la dictadura franquista sólo fue un paso más. Trazaremos brevemente su historia. Como suele pasar, para desmontar los bulos no se necesita una fuente mucho mejor que Wikipedia. Si queréis algo más fiable id a cualquier manual de Derecho de la Seguridad Social. En este enlace del Ministerio de Empleo y Seguridad Social tenéis los hitos principales.
Antes de la aparición de la Seguridad Social la única prestación que daba el Estado liberal era la puramente asistencial para los indigentes, que tenía una finalidad más de control y de policía que de otra cosa y que frecuentemente se dejaba en manos privadas. Posteriormente, la lucha obrera empieza a conseguir que el Estado patrocine seguros privados, luego que los haga obligatorios y finalmente que eche esa carga sobre sus espaldas, creando un sistema coherente. El primer sistema de Seguridad Social es el llamado modelo Bismark, que cubría sólo a obreros fabriles en las peores situaciones económicas: era un sistema contributivo, porque se basaba en las aportaciones de empresarios y obreros. La idea de un sistema no contributivo, financiado por impuestos y que no dependiera de cuánto se hubiera cotizado, no aparece hasta medio siglo después.
Y en España, como siempre, a por uvas, con décadas de retraso.
En nuestro país el régimen de asistencia social duró todo el siglo XIX, literalmente: es en 1900 cuando se aprueba la Ley de Accidentes de Trabajo, que define este concepto, declara la responsabilidad civil objetiva de las empresas por esta clase de daños y fomenta los seguros. En 1908, Antonio Maura crea el Instituto de Previsión Social, la primera institución pública que tratará de fomentar esos seguros que, recordemos, aún eran privados. En 1919, once años después, aparece el primer seguro público y obligatorio: el Retiro Obrero, pensado para la jubilación. En 1923 aparece un subsidio de maternidad y, en 1929, un seguro obligatorio para esa contingencia. En definitiva, con Alfonso XIII ya había seguros públicos, aunque aún no constituían un sistema.
En 1931 se produce otro hito: la Constitución de la República incorpora el derecho al trabajo y a la previsión social, mencionando específicamente las contingencias de muerte (viudedad, orfandad), desempleo y enfermedad (artículo 46). Ese mismo año se hace obligatorio el seguro de accidentes para los trabajadores agrícolas y, al año siguiente, para los industriales. Más aún: se le encarga al Instituto Nacional de Previsión un proyecto para unificar, coordinar y extender todo el sistema, es decir, para crear una Seguridad Social propiamente dicha. En 1936 el anteproyecto ya había sido sometido a información pública y estaba dispuesto a ser enviado a las Cortes… pero no pudo ser.
La dictadura franquista continúa, claro, con este proceso. No como concesión graciosa o por bondad natural, sino porque era el signo de los tiempos, y lo será cada vez más según empiece a perfilarse la Guerra Fría. Los propios textos legislativos aprobados durante y después de la contienda civil recogen diversos derechos de Seguridad Social: el Fuero del Trabajo (1938) los menciona, y el Fuero de los Españoles (1945) los recoge como derechos. En cuanto a coberturas concretas, en 1942 aparece el Seguro Obligatorio de Enfermedad y en 1947 el de Vejez e Invalidez, en el que se refunden el Retiro Obrero y los diversos seguros de accidentes.
En 1960 empieza a ser evidente que el principal problema del sistema es lo caótico que es: distintos seguros, distintas entidades, la presencia de un sistema mutual, la ausencia de un texto legal común que defina conceptos e instituciones… es necesario unificar. Y se aprueba, por fin, la Ley de Bases de la Seguridad Social, que entra a funcionar en 1967. Desde ese año quedan extintos todos los seguros previos y aparece un único sistema de Seguridad Social. Es ése el único sentido que debe darse a la frase “Franco creó la Seguridad Social”: que refundió en un texto coherente los múltiples sistemas de previsión social que había antes. Ni siquiera lo logró completamente, pues siguió habiendo sistemas de cotización ajenos al sistema.
Y, por supuesto, el sistema de previsión social franquista no era perfecto. Era exclusivamente contributivo: los seguros alcanzaban sólo a obreros que habían cotizado y a sus familiares. Eso significaba, por ejemplo, que los parados tenían que pagarse ellos sus medicamentos, pues el seguro de enfermedad sólo beneficiaba a trabajadores. Además, la inversión era muy baja y, en consecuencia, las prestaciones eran de cuantía escasa. No era, desde luego, un buen sistema.
Es tras 1978 cuando aparece el verdadero Estado del Bienestar. La Constitución y los Pactos de La Moncloa conllevan un aumento de la financiación, una mejora en la gestión y un aumento en las prestaciones: el artículo 41 de la Carta Magna define el sistema de Seguridad Social como universal, es decir, orientado a todos los ciudadanos. Será en 1990 cuando por fin se desarrolle un nivel no contributivo, sufragado por impuestos y de acceso a toda persona que lo necesite, que incluye prestaciones tan importantes como la asistencia sanitaria.
Así pues, queda desmontado el bulo. Franco creó la Seguridad Social, cierto, pero eso simplemente significó unir en un solo sistema los distintos seguros obligatorios que ya había, muchos de los cuales (vejez, accidentes, maternidad) existían desde antes de 1936. También es importante destacar que no la creó por bondad o por magnificencia, como parecen creer quienes sostienen este bulo, sino porque tener un sistema coherente de previsión social era algo necesario para conseguir el desarrollo económico. Su sistema era insuficiente y malo, y además llegó 30 años tarde: si en 1936 no hubiera habido un golpe de Estado contra la República, la Seguridad Social habría empezado a existir ese año.
Por supuesto, este texto no habría sido necesario si no hubiera personas que emplearan esa labor social del Estado franquista para justificar su existencia, como si la creación de la Seguridad Social (y de las pagas extraordinarias, que también salen mucho a relucir en estos debates) perdonara cuarenta años de represión política y crímenes de Estado. Como si la continuación de una tarea legislativa que se estaba realizando (o estaba terminada) en los países de nuestro entorno fuera un inspirada idea de genio que permitiera absolver al general Franco de todos sus delitos.
Y no es así: eso no debemos olvidarlo nunca.
Es un buen texto para explicar cómo sigue funcionando a día de hoy la propaganda franquista. Sin el contexto, muchas afirmaciones pueden convertirse en verdades dogmáticas en un país como España, en las que nos suele sudar la polla esos detalles si nos sacan de nuestro pensamiento prejuzgado. Tras leer el artículo, ¿realmente creéis que Franco instauró la SS en España por gusto y porque realmente pensaba en los pobres obreros, o por pura y dura necesidad debido a cómo iba evolucionando el mundo, a parte de bastante tarde en comparación con los países del entorno?