La escalada sin fin del precio de los carburantes provocada por la invasión rusa de Ucrania no sólo está poniendo la soga al cuello a sectores como el del transporte por carretera. También se está volviendo contra el propio sector energético. Las estaciones de servicio han constatado ya un importante descenso de la venta de gasolina y gasóleo que oscila entre el 15% y el 20% con respecto a lo que sería habitual en este periodo del año debido al alto coste que ahora tiene llenar un depósito, que se acerca ya los 100 euros. Y no sólo eso. El sector advierte de que, si la situación sigue como hasta ahora, muchas gasolineras van a tener que cerrar de forma temporal.
Desde que Vladimir Putin ordenó la invasión de Ucrania, el precio del petróleo se ha disparado y se ha instalado por encima de los 110 dólares el barril, llegando por momentos a superar la barrera de los 130 dólares. Una subida que, siguiendo el efecto cohete que en su día denunció Competencia, se ha trasladado rápidamente al precio de los carburantes. Según el Boletín Petrolero de la UE del pasado jueves, el precio medio de la gasolina alcanza ya los 1,679 euros el litro, máximo histórico -aunque en decenas de gasolineras supera ya los 2 euros-; mientras que el del gasóleo ha escalado también hasta los 1,581 euros el litro. Con estos precios, “hay estaciones de servicio cuyo margen se sitúa en la actualidad por debajo de ese 1%, llegando en algunos casos hasta a vender a pérdidas”, explica Nacho Rabadán, director general de la Confederación de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES), una asociación que engloba a 4.000 de las 11.600 gasolineras que hay en España.
El sector teme que muchas paradas de actividad sean definitivas
Las estaciones asociadas a CEEES, pymes o micropymes en su mayoría que mantienen, en muchos casos, contratos de abanderamiento y suministro en exclusiva con grandes petroleras; están viviendo en algunos casos situaciones “dramáticas”, asegura Rabadán. Algunas, dice, están sufriendo “incrementos de precios a la hora de comprar una cisterna de entre 6.000 y 9.000 euros de un día para otro”. Esto, añade, está provocando que haya estaciones de servicios que tengan “verdaderas dificultades para comprar carburante. Si la situación sigue así, veremos muy pronto cierres temporales de algunas gasolineras, que mucho me temo que en algunos casos pueden ser definitivos”, advierte Rabadán.
En la subida de los carburantes no sólo está siendo decisivo el comportamiento del precio del petróleo sino también la fiscalidad que afecta a los proveedores de carburantes. Según Rabadán, el Fondo Nacional de Eficiencia Energética supone de momento un sobreprecio de casi 3 céntimos por litro. Además, a lo largo de este año entrará en vigor el Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE), en virtud del cual se sacarán cargos de financiación de renovables de la factura de la luz y se incluirán en las del gas y los carburantes con el objetivo de sostener el sistema eléctrico. “Sólo esta medida, que es el juego del trilero, encarecerá los carburantes alrededor de 7 céntimos por litro”, avisa. En total, se prevé que en 2022 los carburantes se encarezcan unos 10 céntimos por litro sólo por estas medidas políticas, que vienen a sumarse a los 7 céntimos por litro que ya a día de hoy pagamos para hacer frente a las crecientes exigencias medioambientales, como la obligación de incorporar biocarburantes, explica Rabadán. ”Hemos de ser conscientes de que ser verdes está muy bien, pero tiene un precio”, advierte.
Inquietud en las petroleras
El sector petrolero también está inquieto por el vertiginoso incremento de los precios de los carburantes. Enlazando con los datos expuestos por Rabadán, Ryan Lance, el consejero delegado de una de las petroleras más importantes del mundo, ConocoPhillips, advirtió la semana pasada a la agencia de noticias Bloomberg de que los precios estaban empezando a “invadir” el área que provoca destrucción de demanda. Como en España, la gasolina está en máximos históricos en Estados Unidos. En un nivel, según Lance, en el que los consumidores “empieza a ahorrar energía y a cambiar su comportamiento”.
Fuentes del sector energético aseguran que 80 dólares por barril es un precio óptimo para su negocio. Pero que, más caro, como ya constatan las gasolineras, impacta en los usuarios de vehículos y reduce el consumo de carburantes. Además, como explica el economista Daniel Lacalle, gran conocedor de este negocio, unos precios tan altos tampoco son buenos para las petroleras porque “se desploman los márgenes de refino y marketing y se disparan los costes de producción”. “Si sube el precio del crudo, que es un insumo, en el refino el benéfico de refinar se desploma e incluso se generan pérdidas”. Las compañías, además, están mucho más expuestas a estas subidas dado que el giro verde que muchas de ellas han emprendido para diversificar sus negocios ha menguado sus inversiones, según asegura Lacalle.
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Lo mismo queda en nada, pero lo mismo habría que ir rellenando los depósitos del coche.