Un 16 de Julio de 1212 se produjo en tierras de Jaén la batalla más decisiva del período de la reconquista, hace exactamente 800 años. Pese a que muchos historiadores han discutido determinados aspectos de dicha batalla, voy a tratar de resumirla de la forma más sencilla posible, dentro del contexto de la época y la situación.
Precedentes
Los almohades musulmanes dominaban Al-Ándalus desde mediados del siglo XII, y no tenían pensado retroceder ni rendirse ante las batallas presentadas por unos reyes cristianos que cada vez estaban más divididos entre sí. Añadido a la situación, Alfonso VIII de Castilla acababa de perder la batalla de Alarcos en 1195, cuya consecuencia derivó en el retroceso de la frontera con los moros hasta los Montes de Toledo, con dicha ciudad expuesta y con el riesgo estratégico de perder también el Valle del Tajo, en el caso de que los almohades decidiesen atacar.
Alfonso VIII sabía que era imposible vencer a los ejércitos almohades con las fuerzas divididas, y de esta manera, fraguó alianzas con la mayoría de los reinos y la mediación del Papa Inocencio III, con vistas a poder organizar una cruzada definitiva, en la que poder golpear con dureza al gran ejército del califa Muhammad An-Nasir, conocido por los cristianos como Miramamolín.
Al tener conocimiento el rey Alfonso VIII de una inminente ofensiva almohade y ver próximo el final de las treguas pactadas, decidió organizar una gran fuerza de choque con la que poder combatir, aprovechando la experiencia de la batalla de Alarcos. De esta manera, reunió a 20 milicias de Concejos Castellanos, las cuales constituirían el grueso de las tropas cristianas, y que estarían comandadas por el quinto señor de Vizcaya, Diego López II de Haro. También se unieron a esta cruzada las tropas de Sancho VII de Navarra, Pedro II de Aragón y Alfonso II de Portugal, estas últimas sin su rey.
Como unidades adicionales, las tropas de monjes guerreros, como las Órdenes militares de Santiago, Calatrava, San Lázaro, el Temple y San Juan (Caballeros de la Orden de Malta). También hubo cruzados provenientes principalmente de Francia que acudieron ante la llamada del Papa Inocencio III.
Por el contrario, Alfonso IX de León se negó a acudir a la batalla, bajo la condición negada de recuperar los territorios a cambio. Inocencio III amenazó con la excomunión hacia aquel rey que perpetrase acto beligerante a traición y en provecho de la cruzada, con el fin de impedir cualquier ataque leonés.
El enemigo
Los ejércitos moros estaban comandados por el mismísimo califa Al-Nassir (Miramamolín), el cual dispuso a la infantería marroquí en primera línea de combate, seguidos por los voluntarios de Al-Ándalus, debilitados moralmente por la ejecución del jefe de la guarnición musulmana Ibn Cadis por orden del propio Sultán. En tercera línea se encontraba el ejército almohade combinado con la poderosa caballería africana en los flancos, muy peligrosa por la larga experiencia de sus combatientes en anteriores batallas. En cuarta línea de combate, se situaba la caballería de arqueros turcos Agzaz, unidad de mercenarios de élite. Por último, la tienda fortificada del sultán, fortificada con empalizadas y defendida por la Guardia Negra o Imesebelen, que consistía en soldados-esclavo senegaleses a los que se encadenaba al suelo para que defendiesen el sitio hasta la muerte.
La batalla
El ejército cristiano había tenido que lidiar con muchas adversidades en su larga marcha a las tierras de Jaén, como la discordancia de los ultramontanos en cuanto a los planes establecidos, la disputa tras la conquista de Calatrava, y por si fuera poco, Miramamolín dispuso emboscadas en el acceso montañoso al valle de la provincia de Santa Elena, dejando a la coalición cristiana encerrada y en situación de desventaja. Pese a todo, los cruzados encontraron un acceso por el Oeste conocido como Puerto del Rey, que les permitió acceder de forma secundaria hacia los Llanos de Tosa, o como se conoce habitualmente, las Navas de Tolosa el mismo 13 de Julio.
No hubo tregua ni paz en ningún momento; se sucedieron las escaramuzas y las guerrillas, lo que hacía peligrar la moral del ejército cristiano, y de esta manera, el 16 de Julio se precipitó la batalla que marcaría el resultado de la reconquista y del futuro de España.
La posición estratégica estaba en clara desventaja para los cristianos, pues el ejército de Miramamolín combatía desde la posición elevada del cerro de los Olivares. La primera carga fue capitaneada por el vizcaíno Don Diego López II de Haro, y los almohades repitieron la misma estrategia de Alarcos, simulando una falsa retirada de los voluntarios de vanguardia, para luego contraatacar pendiente abajo con el grueso de las tropas almohades, haciendo tridente con la caballería ligera de arqueros por los flancos.
Entra en acción la segunda línea de combate encabezada por el capitán Núñez de Lara y su hijo, los cuales, pese a dar un potente golpe de refuerzo, se ven insuficientes ante la descendente carga almohade. Es aquí sin duda, donde realmente peligra la contienda para los cristianos. Según algunos historiadores, el Rey de Castilla se volvió hacia el arzobispo Jiménez de Rada y le dijo "Aquí señor Obispo, morimos todos", y acto seguido, desenvaina su espada e inicia una tercera y última carga decisiva con la caballería de retaguardia. Los flancos de la milicia cristiana combatieron con todas sus fuerzas a sus homónimos moros, al verse motivados por ver a sus reyes Sancho VII y Pedro II cabalgar con la espada en mano, encabezados por Alfonso VIII. Fué en esta batalla donde se gritó por primera vez "Santiago y Cierra España", como grito de llamada al santo Apóstol para combatir hasta el último aliento.
La línea de combate se volvió un caos, y la caballería de arqueros turcos se vio rápidamente rodeada y vencida por las milicias cristianas. La caballería africana tampoco pudo recuperar la línea media de la batalla, y todas las fuerzas almohades se centraron en evitar el avance hacia la tienda fortificada del cerro. Aprovechando el bloqueo de los flancos, Sancho VII de Navarra Avanzó directamente hacia la tienda roja de Al-Nasir, y aprovechando el desconcierto de dicho ataque, optó por romper las cadenas de la Guardia Negra antes que combatirlos, seguido de doscientos caballeros navarros, que rompieron la última línea ante la imposibilidad de los almohades, ya sobrepasados e incapaces de recuperar el control. A partir de ese momento, la batalla se decidió en el interior de la empalizada, en la misma tienda del Sultán, donde los reyes a caballo y su guardia dieron fin a la batalla, mientras Al-Nasir (Maramamolín) huyó de forma infame mientras su guardia personal era degollada al no rendirse.
Dicha batalla fue una masacre tal, que según algunos historiadores, era imposible caminar por la subida al cerro, por la cantidad de cadáveres y restos humanos que saturaban el suelo. El botín de guerra incluyó el valioso pendón almohade, considerado el mejor tapiz de su clase que se conserva en España. Las cadenas que se muestran en el actual escudo de Navarra tienen como origen la acción decisiva del Rey Sancho II. Posteriormente, cuando Carlos III colonizó esta zona, fundó una aldea llamada Venta de Linares, y que posteriormente se cambiaría el nombre al de Navas de Tolosa en honor a la batalla.
La consecuencia directa de esta gran batalla fue el declive decisivo de la hegemonía musulmana en la mitad sur de la península ibérica que controlaban, hasta el punto de perder en sólo 40 años casi todos los territorios del sur tras el impulso que supuso dicha victoria para la reconquista.
Reflexión personal
800 años de una de las batallas más decisivas de nuestra historia, y no existe ni una sola película o serie que le haga honor. Lo más triste no es ver a gente que condena esta batalla y la tacha de genocidio musulmán o de masacre religiosa, sino el simple hecho de ver cómo nadie se acuerda de esto, en ningún medio. Imaginaos por un momento lo que sucedería si esta batalla la llevasen al cine en Hollywood con un buen director y un amplio presupuesto, pero es que a mí me da la impresión de que por desgracia, vivimos en un país con una cultura que siente complejo de su historia. ¿Que os parece?