A finales del siglo XI el mítico Hassan-i Sabbah, el Viejo de la Montaña, creaba la secta de los Nizaríes, conocidos como hashshashiyyín por sus enemigos. La secta de los asesinos sería cuna de mitos y leyendas siglo tras siglo, un ejemplo imborrable de los límites de la sugestión humana.
Antes de comenzar la historia es necesario posar un pié en las aguas de la religión islámica, y comprender la diferencia entre sus dos corrientes principales: el sunismo y el chiísmo. La razón del cisma religioso es un conflicto en la sucesión de Mahoma. Unos abogaban por Alí, primo y yerno del profeta, y otros por Abu Bakr, un notable local.
Tras un largo periodo de conflicto y guerra civil el bando de Alí (representado por su sucesor Husain) fue derrotado, y desde ese momento el poder supremo de la religión islámica estuvo en manos ajenas a la familia del profeta. Los defensores de Alí y Husein se convirtieron en chiítas (añadiendo a su religión la promesa de un futuro líder que devolvería el poder a los descendientes de Mahoma), y sus enemigos suníes. Desde ese momento las dos corrientes estarían enfrentadas, desarrollando una tradición y una jerarquía propias.
La historia de los Nizaríes comienza en el siglo XI en Persia, la actual Irán, con la infancia de un joven chií llamado Hassan-i Sabbah. Hassan mostró una gran religiosidad desde el primer momento. Tras el contacto con varios misioneros y una grave enfermedad que le postró a las puertas de la muerte, Hassan decidió formar parte de la secta ismaelí, una corriente minoritaria del chiísmo que luchaba por restaurar el poder religioso en la figura de los descendientes de Alí, empleando la fuerza si era necesario.
Durante muchos años Hassan viajó por el mundo islámico, trabajando como misionero para la causa ismaelí. Según varias leyendas conoció a las dos figuras más destacables de su tiempo: el científico y poeta Omar Jayyam y el político Nizam al-Mulk. Viajó a Azerbaiyán, Damasco y Egipto. Recorrió Persia durante muchos años y se asentó en la zona conocida como Tabaristán, en los montes Elburz. Hassan puso los ojos en la recóndita fortaleza de Alamut (“El nido del águila”), una construcción fuertemente defendida y de difícil acceso. Rodeada por cordilleras y montañas, tan sólo un pequeño camino permitía la entrada a la fortaleza. Con la ayuda de los suyos, Hassan consiguió convertir a gran parte de los soldados de la guarnición, tomando la fortaleza en pocos meses. Desde ese momento Alamut sería el centro del poder Nizarí.
Hassan gobernó la secta de los asesinos con mano de hierro. El ascetismo y la religiosidad extrema fueron la base de la secta. El Viejo de la Montaña, como sería conocido desde entonces, prometía a sus asesinos el paraíso. Los enemigos políticos y religiosos de Hassan fueron cayendo uno a uno. La secta nizarí obtuvo el merecido calificativo de invencible. No había persona a la que los asesinos no pudieran acceder, fuera infiltrándose en su guardia personal o evitando las más perfectas precauciones. La entrega de los asesinos era total: no dudaban en entregar su vida. Sus asesinatos eran suicidas. Tras la muerte les esperaba el paraíso.
El poder del Viejo de la Montaña comenzó a expandirse: nadie estaba a salvo, nadie escapaba a la larga mano de los nizaríes. Comenzaron a conquistar territorios y obtener nuevas fortalezas. La red de terror de Hassan comenzaba a desplegarse. Dos leyendas son buenos ejemplos de la severidad y rigidez del carácter del Viejo de la Montaña: su hijo mayor, Ustad Husain, fue ejecutado bajo una acusación de asesinato. Luego se demostraría que era falsa. El hijo menor, Muhammad, fue ejecutado por beber vino.
No todos los habitantes de Alamut eran soldados y asesinos: una casta erudita se encargaba de las tareas religiosas y de mantener la legendaria biblioteca de Alamut, donde se guardaban los escritos fundacionales y religiosos de la orden y tomos de incontable valor, entre los que se encontraban las “RubaŽiyyat” del poeta Omar Jayyam. Todos los datos que se conservan de los Nizaríes proceden de sus enemigos. Se decía que Hassan adoctrinaba a sus soldados con el consumo de hachís, ofreciéndoles bellos jardines y mujeres hermosas para arrebatárselas luego. “Si quieres volver al paraíso, cumple tu misión”. Es difícil averiguar la verdad sobre los métodos de Hassan, sino imposible. ¿Era la razón de la entrega de los asesinos el fruto de un adoctrinamiento con drogas y placeres o la prueba tangible de un increíble fanatismo religioso? Los historiadores que defienden la primera teoría relacionan el nombre de hashshashiyyín con la palabra persa hashis, actual hachís, y lo unen con la palabra (presente en muchos idiomas europeos y orientales) asesino. Marco Polo, en su “Libro de las maravillas”, afirma haber visitado Alamut y conocido a Hassan (bastante difícil, teniendo en cuenta que en el siglo XIII Hassan llevaba muchos años muerto y Alamut estaba en ruinas). Afirma que el Viejo de la Montaña poesía unos inmensos jardines rebosantes de delicias y mujeres hermosas. El hachís hacía el resto. "Si quieres volver al paraíso, cumple tu cometido".
La secta de los asesinos sobrevivió más de siglo y medio tras la muerte de su fundador. Al Viejo de la Montaña le sucedieron siete gobernantes, hasta la destrucción de Alamut en 1256 a manos mongolas. El ejército mongol quemó la fortaleza hasta sus cimientos: la biblioteca nizarí fue completamente destruida. Nada se sabe del destino de la secta. Sus miembros se dispersarían por todo Oriente, sobreviviendo en pequeños grupos hasta desaparecer con el paso del tiempo. Todo lo que queda en Alamut son ruinas sobre las inalcanzables montañas, testimonio de los límites de la voluntad humana y el poder de la persuasión y del terror.
http://www.mundohistoria.org/blog/articulos_web/hassan-i-sabbah-la-secta-los-asesinos
Interesante historia de este grupo de asesinos que aterro durante su existencia a sus enemigos a través del asesinato político.