Y de forma totalmente inesperada. Volvíamos de cenar mi novia y yo en coche, recorriendo las calles rumbo a casa cuando, de buenas a primeras, vemos a un tío colgar de un balcón y tirarse y, en una milésima de segundo, aparecer otro y hacer lo propio. Los tíos, alertados imagino por la aparición de mi automóvil por la calle, salieron a toda prisa y, al doblar una esquina próxima, se esfumaron sin que nos diera más tiempo a ver tan loca escena de lejos (a unos 100 metros). Nos quedamos estupefactos, porque no es lo típico que uno espera encontrar cuando va callejeando tranquilamente con el coche de noche. Aunque aceleré, como digo, al llegar a la esquina, no había ya rastro de nadie. Acto seguido, di marcha atrás a toda leche para ver si alguien más se tiraba balcón abajo. En ese momento descubrimos que habían dejado la puerta del balcón abierta. No se preocuparon por disimular el robo siquiera. Mi novia llamó entonces a la policía local, le dimos la dirección de la vivienda y esperamos con el coche montado en la acera justo al lado hasta que aparecieron, que fue en un par de minutos. Al llegar la policía, le explicamos todo lo sucedido y nos pidieron descripción de los dos cacos. Como todo ocurrió muy rápido y estábamos lejos, no pudimos concretar mucho. No iban encapuchados ni vestidos de forma rara; de hecho, uno llevaba pantalones vaqueros y los dos eran de raza blanca. Más que eso, no pudimos dar más datos salvo que eran de mediana/alta altura y de complexión atlética (algo de cajón, porque uno que se lanza de un balcón a 5 metros y sale a toda pastilla corriendo fondo físico tiene). La pareja de policías llamó a otra por radio, yo conduje hasta casa, dejé a mi novia en ella, y salí a dar una vuelta con el coche para ver si veía a los ladrones (o gente que me recordara a lo poco que vi de ellos).
Tras unos cuantos minutos dando vueltas, no vi a nadie y recibí una llamada de la policía. Debíamos personarnos en una calle aledaña en la que habían detenido a dos sospechosos que se ajustaban a nuestra vaga descripción para identificarlos. Recogí a mi novia y allí fuimos. Cuando llegamos, por poco se nos caen los palitos del sombrajo: eran dos chavales de unos 15 años, uno de ellos orondo, que por no tener no llevaban ni pantalón vaquero, que fue el único dato que proporcionamos. Dijimos que no se trataba de ellos y nos marchamos.
Un buen rato después volvimos a recibir una llamada de la policía solicitándonos que acudiéramos a la jefatura mañana para prestar declaración. Según nos precisaron por teléfono, la vivienda se encontraba vacía en el momento del allanamiento (menos mal), pero si necesitan nuestra declaración lo mismo es porque la han destrozado, ni idea.
Vaya chusma hay por nuestras calles. Mi novia tiene aún el susto en el cuerpo; no por lo presenciado, sino porque ni en casa uno está seguro. Se te meten dos desaprensivos así aprovechando que duermes y te pueden joder la vida en cero coma. Vaya con la sociedad.