No tengo dudas de que la peor parte de mi vida fue cuando me intenté suicidar hace ya diez años. Pero lo que más me cuesta asumir día a día es que parte de lo que me llevó a mi situación fue por mis propias acciones de las que no me siento para nada orgulloso.
Desde pequeño, en infantil, hacían chistes con mis apellidos diciendo que eran muy feos, y que yo los merecía por ser feo. Luego, al ser un vago y no hacer nada de deporte, era un chico regordete y ya podéis imaginar qué me llamaban por todos lados "gordo, seboso, etc.". Y cuando descubrieron que era alguien muy torpe, era escogido el último en los juegos obligatorios de fútbol (odio el fútbol y no sé nada de ese mundo por eso). Digamos que a cada año en primaria iban cayendo más collejas: "estúpido, torpe de mierda, subnormal". Me acuerdo una vez que con diez años, tras un partido de fútbol (donde mi equipo perdió), varios chicos me rodearon y me empezaron a echar la culpa de la pérdida, de ser muy torpe y de no ser más que una bola de grasa.
No podía decir nada porque todos los mayores me decían la frase estrella "son cosas de niños". Me sentía como una mierda, y me decían que "debía pasar de esos, que no son mis amigos, que son solo cosas sin sentido". Y yo me sentía cada vez peor porque no sabía qué era lo que hacía mal. Intentaba ser amable con los demás, pero aburría a la gente, o les resultaba muy pesado, o que hablaba poco, o mucho, o vete tú a saber. Parecía que todo lo hacía mal.
Llegó el instituto. La situación fue a peor. Corrieron rumores de qué era homosexual, cuando no sabía yo ni lo que era el sexo (no descubrí hasta los quince años qué era el sexo). Me empezaron a etiquetar de maricón, de enfermo mental, etc. Los chicos me rechazaban sin entender yo el por qué. Ya no solo era gordo, un torpe jugando al fútbol, etc, sino maricón. Una vez, el profesor de religión de segundo de la ESO se enteró de eso y montó una clase sobre "por qué los homosexuales no son Hijos de Dios". Y luego, en otros años, hizo debates de si debíamos casarnos o no. Y yo no entendía ni por qué. ¿Era todo culpa mía? ¿Era acaso un borde de mierda?
A mis dieciséis años llegó el momento donde explotó ya la situación. Me di cuenta de que mis compañeros tenían razón: efectivamente, era homosexual. Eso hizo explotar una rabia en mí que rara vez he vuelto a tener. Para desquitarme de eso, y como las redes sociales estaban de moda, hice veinte cuentas de tuenti falsas y comencé a insultar a todos mis compañeros. Les empecé a perseguir por sus perfiles, les saqué secretos y los insulté a más no poder o sus trapos sucios. Sea quien fuera, cosa que me enteraba, la publicaba por los perfiles falsos y me ponía a insultar a todos. Y entre ellos, para no despertar sospecha, me insulté a mí mismo y me escribí todo lo que decían mis compañeros. Mientras tanto, para intentar algo diferente, robé dinero a mis padres y me metí en el alcohol para evadirme de la situación en la que estaba. No terminé en el alcoholismo de puro milagro. También tonteé con la marihuana y la cocaína porque era un estado que ya no podía más. Quería irme del mundo.
El ciberacoso se ramificó, pero no por mi parte. Yo seguí insultando por mis cuentas de tuenti (algunas me las bloquearon), pero surgieron otras que no estaban manejadas por mí. Tengo la teoría, porque nunca se llegó a confirmar, de que todos nos odiábamos tanto en secreto que empezamos a insultarnos para desahogarnos. Y más de uno repitió mi modus operandis no solo por tuenti, sino por otras redes como ask, instagram, WhatsApp, etc.
El punto así de no retorno fue cuando me di cuenta de toda la mierda que había causado en el colegio. A un chico inocente (y que no pintaba nada en el asunto) le pegaron a la salida porque todos pusieron de moda la teoría de que era él. Ahí ya me di cuenta de la mierda que había hecho. Directamente cogí, no volví a casa ese día, y empecé a andar y andar sin un rumbo fijo. No quería saber nada más. Estaba en la mierda absoluta, y vi que un puente era una buena opción. Emborracharme, me tiraría y hecho. Nada más.
No pude hacerlo. Seguía andando por la ciudad, sin rumbo fijo, por la noche y por el día hasta que ya me descubrieron. Volví a casa, me metieron en el psicólogo y me sacaron del instituto de forma inminente en cuanto terminaron todas las notas.
Y diréis, ¿y los profesores? Durante años pasaron de mi cara. No podía decir nada a nadie. La orientadora a la que recurrí solo me dijo mierdas de tipo "eres muy especial, no les hagas caso". No quería sentirme especial, solo querido por alguien. Nada más. Cuando ya empezó el ciberacoso dieron charlas pero no hicieron nada más que decir x palabras. Ya cuando explotó el acoso, lo taparon y lo pusieron debajo de la alfombra. ¿Y lo peor? Cuando se enteró la gente que me escapé para suicidarme, empezaron a escribir por los grupos de WhatsApp de padres, profesores y alumnos que eso lo hacía para llamar la atención. Pues claro, coño. Claro que hacía eso para llamar la atención, porque necesitaba ayuda y no sabía cómo pedirla.
Y la culpabilidad no solo radica en el daño que hice a mis compañeros, sino a mi familia. Mi padre envejeció de golpe diez años, mi madre sufrió del corazón por el estrés, mi hermano y hermana cambiaron de golpe. Y aunque es un hecho que no puedo dar marcha atrás, si que me arrepiento porque no fui un gran hijo ni hermano.
Hubo casos peores que el mío en ese curso. Un chico, por ejemplo, tuvo que cambiarse de casa del acoso masivo que le hacían varios de mis compañeros por ser abiertamente gay. No es que fuéramos malas personas, ni violentos o cosas así. Simplemente, había varios grupos que se llevaban a matar, y éramos unos hijos de puta.
De mi historia, bueno soy afortunado de poder escribir estas palabras. Al cambiar de instituto, la verdad todo fue a mejor. No probé más las drogas y ya estoy trabajando tras terminar mis estudios. No volví a tener contacto con nadie de ese instituto porque todos se ponen tipo "el chico que se inventó todo su sufrimiento". Que les jodan, ya sabré yo lo que pasó mejor que ellos. Rehice mi vida, conseguí buenos amigos y hecho. Además, le he cogido el gusto al deporte, el gimnasio y la natación (pero no quiero saber nada del fúbol).
Aún así, no todo es "final bueno". Sigo lidiando con mi culpabilidad y mis pensamientos suicidas. Es curioso como el pasado de mi persona no he conseguido superarlo del todo a pesar de que muchas veces me digo que sí (e incluso e escrito). Yo nunca he tenido sexo porque me aterra la perspectiva de tocar a un chico. Me gustaría tener una familia, con dos padres, pero los debates y lo que dicen muchos sobre "dos padres/madres trastornan a los niños" me ha marcado.