Identidad social
Turner (1984) describió el fenómeno al que llamó Teoría de la Identidad Social. Según Turner, los seres humanos tendemos a categorizar a los demás, y a nosotros mismos, en base a similitudes: raza, religión, género, etc. Nos identificamos con las personas que son similares a nosotros y hacemos de esa identidad social parte de nuestro autoconcepto: ¿quién soy yo en un mundo social? La gente que forma parte de nuestra categoría pasa a ser “nosotros”. Este sentimiento del “nosotros” se ve reforzado cuando existe una amenaza externa (Putnan, 2000 ). Esta situación de amenaza fomenta la unidad interna.
Por otro lado, Miller y colaboradores(2001) indican que sentimos mayor empatía por aquellos con los que nos identificamos. Es decir, por los “nuestros”. Somos capaces de ponernos en su lugar en mayor medida y, no solo eso, según una investigación realizada por Xiaojung en 2009 dicha empatía afecta a nuestra respuesta neuronal. Estos investigadores llevaron a cabo un estudio con participantes caucásicos y chinos a los que expusieron a imágenes de dolor en rostros de su misma raza y en rostros de otras razas. Dichos investigadores encontraron que, ante imágenes de dolor en diferentes rostros, se activa el córtex cingulado anterior, pero la activación aumenta cuando se trata de rostros de nuestra misma raza y decrece significativamente cuando se trata de rostros de otras razas. Este fenómeno ocurría tanto en personas caucásicas, como en personas chinas. Es decir, somos más capaces de sentir el dolor de otros cuando son de nuestra raza y, por tanto, nos identificamos con ellos, que cuando son de otra raza y nos resulta más difícil la identificación.
Optimismo irreal
Además de esto, se encuentra lo que se conoce como el “optimismo irreal” definido por Neil Weinstein en 1980. Tendemos a creer que nosotros y nuestro grupo somos relativamente invulnerables y tenemos más posibilidades que los demás ( “ellos”) de sufrir acontecimientos positivos y menos de sufrir acontecimientos negativos. Por ejemplo, tendemos a subestimar nuestras posibilidades de sufrir cáncer o divorciarnos (Sharot, 2011). Por su parte, Shepperd y colaboradores (2015) refieren que, cuando nos preguntan por nuestras posibilidades de tener un accidente de coche, indicamos que éstas son menores que las de los demás. Es decir, sentimos que nuestras posibilidades de sufrir catástrofes, accidentes o, en este caso, atentados terroristas, son menores que las de los otros, pero esta percepción cambia o se ve alterada cuando dichas situaciones ocurren de manera que nos podamos sentir identificados.
Para explicar esto seguiremos con el ejemplo de los accidentes de coche. Como hemos visto, a pesar de saber que ocurren accidentes de tráfico a diario, nos sentimos menos vulnerables que los demás a sufrirlos. Sin embargo, cuando tenemos noticia de que alguien con quién nos podemos sentir identificados (un amigo, conocido, famosos al que estamos acostumbrados a ver, etc.), es decir, alguien del “nosotros”, ha tenido un accidente, nos causa mayor impacto y nos afecta en mayor medida, porque aumenta nuestro sentimiento de vulnerabilidad ante dichos accidentes. (Stapel y Velthuijsen, 1996). Esto explica, por ejemplo, por qué que el familiar de un conocido sufra un accidente de coche nos afecta más que leer en un periódico que hoy ha habido 5 fallecidos en carretera.
En definitiva, suponer que el apoyo a las víctimas del atentado de París implica que no importan y que se consideran de segunda las víctimas de otros lugares del mundo o, en el caso de los accidentes de tráfico, inferir que, que nos afecte el accidente de, por ejemplo, un famoso, implique que no importen los demás accidentes, es ignorar el efecto del contexto social y, por tanto, caer en lo que se conoce como el Error de Atribución Fundamental (atribuir un comportamiento a disposiciones personales, subestimando factores sociales y/o ambientales) definido por Lee Ross en 1977.
¿Significa la oleada masiva de apoyo para con París por parte del mundo occidental que no nos preocupan los fallecidos en otros lugares del mundo? ¿Implica dicho apoyo que unas víctimas son de primera y otras de segunda? ¿El que nos afecte más el accidente de tráfico de alguien con quien nos identificamos resta importancia a los demás accidentes? Desde la Psicología Social podríamos decir que no. Lo que ocurre es que nos vemos influidos por el contexto social, haciendo que nos sintamos más identificados con los ciudadanos parisinos por nuestras similitudes con ellos, y la familiaridad que sentimos con dicha ciudad (incluso sin haber estado). Empatizamos más con su dolor debido a dicha familiaridad y hace que recordemos nuestra propia vulnerabilidad.