Mirad que precioso testimonio de una médico de familia de Boadilla que está en el hospital de campaña de IFEMA
ANIMO, testimonio desde IFEMA:
Os mando el precioso post que ha puesto una compañera / Directora de Boadilla en su Facebook :
"Ahi va mi post de FB.
Me piden que escriba, que os cuente... Ahí va!
Miradas.
Hace semanas que solo veo a mis compañeros a través de gafas y mascarillas. Solo veo sus miradas. Sus ojos transmiten abnegación, esfuerzo, cansancio, enfado a ratos, alegría con cada pequeño logro…. Sus ojos son los espejos del alma.
Hoy será mi cuarto día en Ifema, el hospital más mediático en estos días: un mar de camas que parecen barcas salvando a pacientes intentando que no naufraguen. El pabellón también está lleno de miradas enmarcadas dentro de un buzo, dos mascarillas y un casco de plástico que te aprieta la cabeza durante unas horas.
Llegar el primer día sobrecoge.
He venido en mi coche, pongo música y procuro cantar. Voy cargando el espíritu y el móvil.
Te enfundan en el EPI con letras chinas o coreanas, vaya usted a saber, esos benditos compañeros de protección civil . No te dejan pasar hasta que no se han asegurado que han cerrado hasta el ultimo resquicio de tu escudo protector. Sus miradas… llenas de cariño, siempre palabras de ánimo y apoyo. Al terminar te devuelven tu fonendo y te dicen: adelante! Cuídate! Te esperamos a la salida.
Llegas a tu control. Ya no es el caos del primer día. Hemos procurado crear un equipo de compañeros que no nos conocíamos, porque sabemos que esa continuidad asistencial también es clave. Sus miradas te dicen: qué necesitas, en qué te ayudo. El segundo día ya trabajábamos como una máquina bien engrasada.
Nos conocemos por las miradas. A los compañeros del turno previo les conozco por la letra. Sus notas en cada turno son el cordón que nos unen a todos.
Sales a tu mar particular de camas-barco, rezando para que la cama vacía sea un alta. En mi control tenemos suerte. Ni un naufragio. Las camas sin nombre son personas recuperadas que se van entre aplausos.
Mirad, cuando cada uno de ellos se marcha, todo el pabellón se cae de aplausos. Es la forma que hemos encontrado para mantener el ánimo y devolver esos aplausos que cada día a las ocho de la tarde hay en las calles.
Revisas a tus pacientes. Sus miradas, a través de sus mascarillas quirúrgicas, con gafas nasales o con ventimask, nos enseñan serenidad, dignidad, humanidad. Nos hacen fácil el trabajo. Nos hacen entrañable el tiempo que pasamos allí.
Adoro a cada uno de ellos. Me despierto pensando en cómo estarán. Nos está pasando a todos. Mayores, jóvenes, cada uno con su vida a la espalda. Con familias angustiadas con las que procuramos hablar si ellos no pueden.
Entre ellos Juan Pablo. Tiene noventa años y va aguantando con el Covid como un legionario de la mejor cepa. Me habla de sus hijos y especialmente de sus nietos. He hablado con una de ellas por teléfono. Rezo por el día en que pueda ir a visitarle a su pueblo de Guadalajara y que me de las nueces que me promete cada tarde y nos riamos del recuerdo de estos días y me enseñe su pueblo.
Al salir, después de despedirnos agradecidos de los compañeros de protección civil, que me dejan el fonendo reluciente y desinfectado, revisamos nuestros móviles: familia que se recupera en casa, amigos que te apoyan, te consultan, pacientes que necesitan contarte algo, compañeros de promoción que te mandan fortaleza, amigos que contrastamos nuestras incertidumbres… mi madre que me da su particular parte diario del aislamiento que lleva como una campeona. Mi tía, allá en Málaga con la que cada noche me echo unas risas con la cuestión de las galletitas… Leo, mi AMIGA, cada día conmigo cuando ambas volvemos a casa, con nuestros manos libres en el coche…
Hoy vamos a por el cuarto día de Ifema del miniequipo de mi control. Largo se me hace el tiempo hasta que llego y corto el que paso dentro. Fuera, es primavera. El jardín está brotando con una fuerza asombrosa y cada día más horas de luz.
A mis pacientes. A Esther, Alex, Manolo y Alfredo. A mis compañeros de Boadilla y Arganda, a mis amigos, a mi familia. A todos y cada uno de los que estáis ahí.
26 de marzo de 2020