Había una vez un Estado de 6 millones de personas que tenía un área de 40.000 kilómetros cuadrados. El país tenía como vecinos dos grandes potencias europeas tradicionalmente colonialistas, cuyas lenguas amenazaban constantemente la existencia de la lengua local. La población autóctona, por lo tanto, se veía obligada a hablar dos (o más) lenguas. La renta per capita de este país era francamente elevada; una de las más altas del mundo. Todo un éxito económico.
¿Ficción o realidad? Cuando se habla de la independencia de Cataluña, la primera pregunta que los no economistas me hacen a mí (que soy economista) es si Cataluña sería viable como nación independiente. Si Cataluña no fuera viable como a economía independiente, la descripción que he hecho al párrafo anterior sería pura ficción ya que no puede en absoluto existir. Curiosamente, sin embargo, el país que he descrito es absolutamente factible ya que es un país que existe y es independiente: se trata de Suiza. Suiza tiene unos 6 millones de habitantes y unos 40.000 kilómetros cuadrados. Suiza es un país rodeado por dos potencias tradicionalmente colonialistas (Alemania y Francia) y el idioma local, el suizo-alemán (que es diferente del alemán) se ve amenazado por el francés y el alemán (además del italiano, hablado por una minoría en el sur del país). Por lo tanto, antes de empezar a hablar ya se ve que los argumentos que se den en contra de la viabilidad de Cataluña como nación independiente son básicamente erróneos: ¿si Suiza es viable (y no sólo lo es si no que es el segundo país más río del mundo), por qué no lo tiene que ser Cataluña si, encima, nuestro país no está arriba de las montañas, tiene salida al mar y está mucho mejor comunicado con el resto del mundo?
En este escrito intentaré analizar los argumentos que los antiindependencia utilizan con el fin de decir que Cataluña no es viable como país independiente.
El argumento más común es decir que Cataluña es demasiado pequeña para poder ser un país independiente. La verdad es que ningún economista serio puede estar de acuerdo con esta afirmación. Por una parte, no hay ninguna teoría económica razonable que diga que un país tiene que tener un mínimo tamaño para ser viable o que los países grandes son más viables que los pequeños. Por otra parte, si esta teoría existiera, sería totalmente errónea ya que, en el mundo en que vivimos, no es cierto que el nivel de renta per capita o la tasa de crecimiento de la economía estén relacionados con el tamaño de un país (medido, por ejemplo, por el área o la población). Es simplemente falso que los países mayores son los más exitosos económicamente. Y si no, cómo es que entre los países más pobres del mundo hay tres de los países mayores: ¿la China, la India y Rusia? ¿Y cómo es que entre los más ricos hay Bélgica, Holanda y Suiza?
Otro argumento en contra de la independencia es que un país no puede prosperar sin recursos naturales como tierra, gas o petróleo, y Cataluña no los tiene. Eso también es completamente erróneo. Por ejemplo, el Japón o los "tigres milagrosos" del Asia oriental (Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur y Singapur) no son productores de petróleo o gas natural, y la tierra fértil en la suelo tienen acceso es muy limitada (de hecho, tanto Hong Kong como Singapur son países de una sola ciudad!). Sin embargo, el crecimiento económico alcanzado por estos países durante las últimas décadas ha sido espectacular. Es más, si aplicamos este argumento a nuestro contexto, es cierto que Cataluña, a pesar de disfrutar de gran cantidad del suelo fértil, no produce algunos de estos recursos naturales ... pero España tampoco. Por lo tanto, la hipotética independencia no llevaría ninguna pérdida en este sentido.
De hecho, hay argumentos económicos que llevan a concluir que tener recursos naturales puede ser malo para el crecimiento a largo plazo (los economistas nombran este fenómeno, "enfermedad holandesa" -del inglés: "Dutch disease"-). El argumento se podría resumir de la siguiente manera: cuando un país tiene muchos recursos naturales (como por ejemplo, petróleo) dedica una gran cantidad de recursos a desarrollar este sector y tiende a olvidar los otros. En particular, tiende a olvidar los sectores tecnológicos e innovadores, que son los que generan los cambios tecnológicos que garantizan el crecimiento a largo plazo. Por lo tanto, estos países se especializan en la producción de petróleo u otras materias primas y no educan la población ni adoptan tecnologías modernas, de manera que acaban siendo más pobres de lo que habrían sido sin petróleo. El ejemplo típico de países que han sufrido esta "enfermedad holandesa" son México y sobre todo Venezuela, países que se han empobrecido después de haber descubierto ricos yacimientos de petróleo.
A pesar de que éste es un argumento atractivo y que hay ejemplos que le dan validez, la verdad es que si analizamos todos los países del mundo a la vez (en lugar de sólo mirar México y Venezuela) nos daremos cuenta de que no hay mucha relación entre la riqueza en recursos naturales y el crecimiento económico (en la otra banda del argumento encontraremos ejemplos ya que los dos países africanos más ricos son Sudáfrica y Botsuana, dos países ricos en recursos naturales, concretamente en oro y diamantes). Por lo tanto, si bien no es cierto que tener recursos naturales sea bueno, tampoco se puede decir que sea necesariamente malo.
La utilización de recursos naturales, obviamente, es indispensable si se quiere alcanzar crecimiento económico. Y, por lo tanto, si uno no tiene los tendrá que conseguir de alguna forma. La manera más normal de hacerlo es a través del comercio internacional, y no a través de la sumisión política. Es más, en este sentido, pertenecer a un país pequeño es incluso favorable ya que eso incentiva el gobierno y los agentes económicos a competer y mejorar ya que la alternativa proteccionista no es factible. Los problemas que tiene ahora el gobierno español para cerrar los famosos "astilleros" creados durante el aislacionismo de la España franquista no los habría tenido nunca, un gobierno catalán. Un Estado catalán, lógicamente, tendría que ser un Estado abierto al comercio con todos los países del mundo (incluida España).
Un tercer argumento en contra de la viabilidad económica de Cataluña es el siguiente: ¿"No hay bastante de competer con los París, Londres, Nueva York, u Hong Kong, sino que ahora también queréis competir con Madrid?" Esta lógica también es falaciosa. Las empresas catalanas ya se encuentran compitiendo hoy día con las empresas del resto de España, seamos o no la misma unidad política. La competencia interregional es tan o más grande que la internacional. ¿Con quién cree el lector que compiten los hoteles catalanes de la Costa Brava? Ciertamente lo hacen con hoteles italianos, marroquíes y griegos, pero también es cierto que la gran competencia viene de la costa del sur de España o incluso de los hoteles de la costa tarraconense.
La hipotética independencia de Cataluña, por lo tanto, no llevaría ningún aumento sustancial del grado de competencia a que se tendrían que enfrentar nuestras empresas. Y si la llevara, pues bienvenida sería ya que, como economistas y como consumidores hemos, de aplaudir cualquier aumento de la competencia ya que ésta tiende a llevar mejor calidad y menores precios.
En esta línea, otro argumento en contra de la indepenència es que marcharse de España sería "suicida" ya que España es nuestro mercado mayor. Es bien cierto que España es el mercado mayor de las empresas catalanas. La pregunta, pero es: ¿por qué? ¿es decir, por qué los españoles compran el nuestro cava y veranean en la Costa Brava? ¿Porque nos aman como bonos compatriotas que son? ¿O quizás para que, dados el precio y la calidad del producto, eso es lo mejor que pueden hacer? Claramente ésta última es la verdadera respuesta y, por lo tanto, en la medida en que la independencia no haga variar ni el precio ni la calidad, los mercados tendrían por qué perderse.
Es muy normal que el mercado internacional mayor sea el del país vecino. El mercado mayor de México son los Estados Unidos América. El mercado mayor de Taiwán se la China y el mercado mayor de Francia es Alemania. ¿Ahora bien, que quizás eso quiere decir que estos países tienen que pasar a ser la misma unidad política? ¿El lector cree realmente que eso es un argumento favorable a que México pase a ser Estado de los Estados Unidos?
Hay gente que dice que la disolución de países es, hoy día, ir a contracorriente en un momento en que Europa busca una moneda única, un sistema fiscal único, un ejército único, e incluso una unidad política. Hablar de separatismo e independentismo a finales del siglo XX es anticuado y está fuera de tono. Creo que esta línea argumental tampoco es aceptable por diversos motivos. Primero, no es cierto que la tendencia a la creación de grandes supergobiernos como el europeo sea una tendencia característica de finales del siglo XX. De hecho, el año 1946 había 74 países en el mundo mientras que en 1995 había 192. Es decir, si hay alguna tendencia al mundo no es la de la reducción en el número de países sino exactamente al revés y, por lo tanto, la evidencia en la cual se basa este argumento es simplemente falsa. Segundo, la teoría se basa en el supuesto de que la unidad política y económica es buena (y, por lo tanto, ir a contracorriente es malo). Personalmente, tengo enormes dudas sobre la deseabilidad de todo el proyecto europeo, basado en la creación de una superestructura burocrática que acabará por ahogar todas las economías europeas. Y tercero, no hay que ir hacia la cooperación económica con el resto de los países europeos desde España. Se podría hacer perfectamente desde Catalunya.
Finalmente, el argumento más temido: "para obtener la independencia, hace falta una guerra y eso sería mucho más costoso que cualquier beneficio económico que se pueda derivar; que no veis lo que pasa en Bosnia con la desintegración de la antigua Yugoslavia"?. Eso es medio cierto y medio falso. Es cierto que la independencia es indeseable (y indeseada) si el precio que tenemos que pagar para obtenerla es una guerra. Lo que no es cierto es que la única manera de conseguirlo sea una guerra. Históricamente ha habido dos maneras de dibujar fronteras: la guerra y los matrimonios monárquicos. Aunque no ha desaparecido del todo, el sexo real ya se utiliza con esta finalidad política. La guerra, por contra, todavía se utiliza. Ahora bien, nos encontramos en la puerta del siglo XXI y tendríamos que tener fe en la libertad y la democracia civilizada. Además, la historia de las finales del siglo XX nos hace ser optimistas al darnos un montón de ejemplos de países como Chequia, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania y muchas otras antiguas repúblicas soviéticas que han alcanzado la independencia de manera pacífica.
El progreso económico se consigue a base de tener una población creativa y con ganas de trabajar, de instaurar un sistema legal que garantice los derechos de propiedad de los inversores y que incentiva las empresas a innovar y adoptar nuevas tecnologías, de disfrutar de un sistema educativo que ayude la población a ser cada vez más productiva, y de tener un buen gobierno que incentive el comercio interior y exterior, que no ahogue la economía productiva con impuestos excesivos, con una burocracia arbitraria o con corrupción intolerable, y que mantenga una estabilidad fiscal y monetaria. Desde este punto de vista, la independencia sería indeseable si se demostrara que unos hipotéticos gobierno e instituciones catalanas funcionarían peor que un gobierno y unas instituciones españoles. Hoy día no sabemos cómo lo haría un gobierno catalán. Lo que sí sabemos es como lo ha hecho y como lo está haciendo un gobierno español. Y la verdad es que aquí las cartas no están a favor de los españoles.
La historia reciente nos muestra que la independencia de Cataluña es viable. Los estudios recientes muestran que el aumento del comercio internacional va atadura con la viabilidad económica de nuevos países. El argumento es que el comercio internacional es un buen sustituto de la unión política como herramienta de engrandecimiento de los mercados y a medida que los mercados internacionales se hacen grandes, es menos necesario tener un país grande para poder vender los productos de manera que cuando el comercio internacional aumenta, las tendencias independentistas también lo hacen. En un artículo escrito últimamente a la Universidad de Harvard, los profesores Alesina y Wacziar han demostrado que a la reciente historia del siglo XX estas tendencias se confirman, lo cual quiere decir que, no sólo la independencia de Cataluña es factible, sino que cada vez lo es más.
Con este escrito he intentado centrarme exclusivamente en la viabilidad económica del Estado catalán. No estoy diciendo que la independencia se sienta deseable (eso sería otro tema de debate) o que no haya argumentos no económicos que se tengan que valorar a la hora de pedirla. Lo que sí que estoy diciendo es que no tendría que haber ningún tipo de duda que la independencia es absolutamente factible desde un punto de vista económico. Hay que pensar.
Escrito por: Xavier Sala
•Doctor en Ciencias Económicas (Universidad de Harvard).
•Actualmente es profesor en Columbia University.
•Consultor en el Fondo Monetario Internacional.
•Consultor en el Banco Mundial.
•Es editor asociado de la Journal of Economic Growth.
•Miembro el consejo de Telefónica.
•Asesor del World Economic Forum.
•Editor del Global Competitiveness Report.
•El ISI Essential Science Indicators lo situó en el octavo puesto en la clasificación de los mil economistas más citados del mundo durante la década anterior. Otro estudio basado también en citaciones lo situó, en la década de los 90 en la posición vigésimo cuarta del mundo.
•Premio Rey Juan Carlos I de Economía
•Premio bienal otorgado por el Banco de España al mejor economista en España y Latinoamérica
•Premio de periodismo Conde Godó
•Premio Rey Juan Carlos primero para jóvenes investigadores en humanidades y ciencias sociales.
•Ha recibido honorarios como profesor por las universidades de Columbia y Yale.
•Recibió el "Kenneth J. Arrow awarded" por la organización internacional de economía de la salud de Nueva Orleans.
•Reconocimientos por parte de entidades como Iberdrola, la Generalitat de Catalunya, la fundación nacional de la ciencia de Washington, el diario El País, el Banco Vizcaya-Bilbao, el Banco Exterior de España y la Caixa.
•También le reconoció la CECOT cómo la persona que más ha contribuido en el entorno económico y empresarial durante 2001.