Las innumerables noticias que han salido en los últimos tiempos sobre los famosos ‘riders’ nos permiten darnos cuenta de que algo no va como debería en estas empresas y de que cada vez que abrimos la puerta a un “empleado” de mochila amarilla, roja o azul tenemos delante un trabajador precario.
En ocasiones, por mucho que nos cuenten, por mucho que leamos o escuchemos, es mejor verlo, enfrentarse a una realidad legal en España y darse cuenta, de primera mano, de lo que estas empresas intentan tapar con disimulo y enfrentarnos a ello.
Eso es lo que ha hecho Raúl García Agudo, secretario general de CCOO Servicios Valladolid, al infiltrarse como un interesado más en una de las empresas más problemáticas de este sector: Glovo.
“Me apunté en su página web porque quería conocer de primera mano lo que ofrecían estas empresas. Rellené el formulario y me escribieron para asistir a una entrevista. La primera vez no pude ir, pero la segunda vez me presenté allí acompañado de mi casco de moto”.
En un post de Facebook, Raúl cuenta las condiciones en las que tiene que trabajar un empleado de Glovo: “Para poder trabajar allí debes tener vehículo propio, un teléfono con datos y darte de alta como autónomo. Además, tienes que comprarles la mochila amarilla que cuesta 60 euros. Yo hice hincapié sobre el tema de autónomos, pero la chica que nos lo explicó dijo que era un requisito obligatorio. Nos comentó que la empresa te da la opción de una asesoría que colabora con ellos para que los repartidores puedan desentenderse de las gestiones, pero tendríamos que pagarles 15 euros al mes por usar ese servicio”.
Raúl comenta que cada tres días, los trabajadores deben dar su disponibilidad horaria. Es decir, deben informar a la empresa durante cuánto tiempo están disponibles para coger pedidos sin un máximo ni mínimo de horas.
“Las personas que viven fuera de la ciudad, como es mi caso, estarán fuera del radar de Glovo y no recibirán pedidos, por eso muchas personas pasan el día fuera, cerca de los restaurantes y supermercados esperando a que les entren pedidos a través de la app. Obviamente ese tiempo no se paga y cuando te entra un pedido y tienes que esperar a que lo preparen tampoco se paga. Es a partir de los 10 minutos de espera, una vez hecho el pedido en el restaurante, cuando el trabajador de Glovo empieza a percibir cinco céntimos por minuto”.
Durante la entrevista, la chica que explicaba las condiciones también habló de lo que gana un trabajador. “Glovo te paga 2€ por pedido fijo más 0,35€ por km (según Google Maps), más 0,05€ por minuto de espera en establecimiento (a partir de los 10 minutos). En caso de supermercados se añade 2€ adicionales fijos por pedido atendido, y si llueve se suma un 30% adicional (…) la mujer nos comentó que si trabajamos a jornada completa podríamos llegar a ganar unos 900 euros brutos al mes, claro, a eso hay que descontar la cuota de autónomos y 4,84€ al mes de seguro que, obviamente, tiene que pagar el trabajador”.
Las valoraciones que un ‘Glover’ tenga en su cuenta le permitirán trabajar más y en mejores franjas horarias, franjas en las que hay más pedidos y hay que esperar menos tiempo sin percibir ni un céntimo. Según la propia página de Glovo la puntuación se mide en base a cuatro factores: la valoración de los clientes, la antigüedad, la puntuación del ‘partner’ y las horas de alta demanda.
“La elección de horario va por tu puntuación dentro de Glovo que se consigue portándote bien, recibiendo buenas valoraciones y habiéndote comido un montón de entregas nocturnas y de fines de semanas y así aumentas tu marcador o puntuación”.
Estar cerca del restaurante para hacer el pedido a toda velocidad es primordial, “el tiempo es muy importante” y es por eso por lo que hay usuarios que alquilan las cuentas cuando ellos no pueden estar, sin ningún tipo de contrato ni seguro.
“Muchas personas que trabajan para Glovo son personas en exclusión social y personas muy jóvenes. Desde CCOO queremos apoyar a los ‘riders’ y que este tipo de empresas se sujeten al convenio de hostelería, siendo sus empleados trabajadores contratados por la empresa”.
“Hay que hacer conciencia, yo me he infiltrado para contar lo que ocurre allí, pero es obligación de todos el darse cuenta de qué tipo de trabajador tienes delante cuando abres la puerta de tu casa… tienes que darte cuenta de que es un trabajador precario”.
Opinión es un trabajo que no le deseo a nadie