Nada más y nada menos, la diposición irregular de las partes de un cuerpo o figura en función a su eje central me atrae más que cualquier otra cosa. Y, como no, lo centraré en el objeto de deseo cumbre del hombre (que hambre): la mujer.
No pienso extenderme, pero empezaré por el principio. Por todos es bien sabido que muchos de los gustos o preferencias, en este caso los estéticos, se forjan en la infancia. En mi caso estoy practicamente convencido de que así fue. Las princesas de Disney siempre tenían una carga erótica significativa, cuanto más modernas, más acrecentada, resaltando y caricaturizando rasgos y gestos femeninos. Esto, convierte a muchos personajes femeninos en objetos de atracción, ya que el prepúber no ha desarrollado la madurez sexual necesaria para identificar el deseo, pero se ve atraído como las moscas a la luz; irracional e inconscientemente.
En mi caso, pasados los años, me dí cuenta de que mi preferencia por los personajes femeninos de Disney estaba muy marcado por la asimetría, especialmente de su peinado, o por otros rasgos diferenciadores. Aunque haciendo una auténtica labor arqueológica, creo que el comienzo de toda esta obsesión está en el personaje de la conejita Patty, de "La aldea del Arce".
La asimetría que supone esa pulsera, diadema o collar de bolas rosas fue suficiente para detonar en mí lo que pasados los años se convertiría en una auténtica parafilia, aunque doy este término un poco a la ligera ya que no es auténticamente relacionada con el sexo, sino con la atracción o el morbo.
Pasado el tiempo, los peinados asimétricos, o complementos como boinas y gorros ligeramente ladeados, han llegado a ser una obsesión, marcando totalmente el atractivo que encuentre en una mujer.
Lo asimétrico representa moloneidad absoluta, atractivo y simpatía; los peinados asimétricos, son -y juro que no exagero- equivalentes a la ausencia total de peinado y de pelo o a una bolsa de papel en la cabeza, dificilmente me fijaré siquiera y rara vez me pararé a hablar con ella sin mostrar una impaciencia maleducada por pasar el mal trago. Suena exagerado, pero chicas que antes me resultaban atractivas se apuntaron a la moda del flequillo y pasaron a atraerme tanto como una tortuga disecada. Gracias a dios, la evolución aún permite al pelo crecer, y volvieron al lugar que les correspondía (otras siguieron con las tortugas).
En especial, la raya al lado fue casi una obsesión durante varios años, lo cual me hizo identificar erróneamente mi preferencia por las pijas de filetazo como flequillo; conocer lo que aquí cuento me ha permitido eliminar esa consideración y maximizar el placer de la contemplación estética.
Logicamente, si una chica no es atractiva, no me atraerá en sí misma, aunque la predisposición mejore considerablemente, facilitando incluso el que me caiga mejor de lo que lo haría de x sí.
Termino diciendo que el peinado es lo más evidente y lo que más resalta. Es solo un ejemplo, pero esa asimetría -siempre y cuando no sea total, sino un mero detalle q bien puede pasar desapercibido al resto- puede deberse a cualquier otra cosa.