#1 Te adjunto un ensayo filosófico, por así decirlo, mío.
Vida, yo. Yo, vida.
Ocurre que, en alguna etapa de nuestras vidas nos topamos de frente con un muro que nos tira hacia atrás. Muchos creemos, durante largo tiempo que, golpeando mas y mas fuerte el muro, en cualquier momento romperá y caerá, abriendo éste otro camino nuevo por el que seguir caminando por la vida y, caminando, lamentablemente, de nuevo dormidos para mas adelante encontrar otro muro que derribar. Quizás este irrompible de verdad.
Recuerdo cuando tenía alrededor de unos diez u ocho años menos. Me mantenía en un círculo que no me permitía ver mas allá de sus bordes, de sus horizontes. Dentro del círculo disponía de todo lo que me hacía falta para conseguir la “felicidad”. En esos momentos, mi mente no reparaba en la realidad, tan diferente...pero tiene también su belleza, por supuesto. Y de eso se trata la vida, de la belleza de vivir. De experimentar, de tratar.
Todas las personas vemos la vida desde nuestro punto de vista y eso, seguro, que es algo que para vosotros se ha convertido en un tópico y, ciertamente, lo es. Pero no por ello deja de ser la pura realidad. Sólamente debes de fijarte en varios días de tu vida. Un día te puedes levantar y ver todo lo que te rodea con un enfoque enorme. El objetivo, tu mente, está abierto a tope y permite ver una luz extremadamente pura, satisfactoria una luz que te llena de verdad y que anima a realizar cosas, a crear, a jugar, a besar y mimar, a comer, a hacer deporte….a comerte el mundo como quien dice, en definitiva.
Otros días las cosas varían bastante. Tanto, tanto, tanto, que nos encontramos en el polo opuesto del objetivo de la cámara abierto al máximo y, en este caso, vemos todo como mas negro. Más oscuro. Vemos la vida como si el ojo, que situado en uno de los extremos de un tubo negro, alcanzase solo ver una tenue y pequeña parte del mundo que nos rodea, que es lo que el otro extremo del tubo sólo nos deja ver. Rodeado todo esto de una aureola oscura que silencia en nuestro interior cualquier motivación, ilusión o ganas.
Esto sin duda es lo mas determinante para confiar en que bueno, el mundo que nos rodea, la vida, la vemos totalmente como nosotros queremos ya sea consciente o inconscientemente. Si no, no creo que fuese posible despertar un día viendo algo de una forma y al día siguiente desde otra perspectiva mas negativa.
Como iba diciendo, por aquellas etapas de mi vida las cosas eran bien distintas. Conseguía entusiasmarme fácilmente con cualquier cosa. Todo me creaba ilusión y pocas veces aparecía la apatía, la desgana y, en definitiva, el poco sentido vital que tanto nos asusta. En el círculo yo me creaba mis historias. Yo iba a ser un triunfador y, andaba involucrado continuamente en pequeños proyectos que levantaban en mi gran cantidad de sentimiento. Despertaban en mi muchísimo entusiasmo, como antes he dicho, pero llegaba el día en que ese entusiasmo empezaba a desdibujarse hasta que al final quedaba nada o poco. Pero no pasaba nada. En pocos días encontraba otro proyecto diferente, otra meta, otra alegría y entusiasmo, etc.
Puede parecer algo normal lo anterior, pero creo que subyace una mentalidad que pelea contra el vacío mental.
Me explico. Vivimos en una sociedad que premia cosas que no tienen nada de sentido en términos vitales, reales de la vida y esto hace que las personas cada vez seamos mas individualistas, que nos sintamos mas lejos de otras personas y por ende, de ser persona. Cada vez somos menos persona y somos algo así como una máquina que intenta optimizar al máximo su potencial(ojo, no está mal esto), pero para sobresalir sobre otros. Para ser el elegido, el peón con máscara de aprecio.
El problema aquí es el precio que se paga por todo esto. Esto no ocurre así porque así, ocurre porque estamos creando una sociedad totalmente competitiva, a toda costa, ser el mejor. Este hecho es totalmente antagonista al hecho de ser persona ya que por la naturaleza del ser humano, necesitamos reconocimiento social, la peor de las drogas, sin duda. Enlazando todo esto con lo anterior se puede dibujar la línea que trato de trazar.
Una persona cree que debe ser reconocida, ya que le genera felicidad, mal. Como debe ser reconocida debe sobresalir sobre los demás, mal. Como debe sobresalir sobre los demás debe ser competitiva y, en algunos casos, despiadado. Una persona competitiva solo fija objetivos y, al fijarse solo en objetivos deja de fijarse en el, borrando poco a poco a la persona y siendo cada vez mas la máquina optimizadora. Como ya no se fija en el, que es una persona, con sus emociones, sentimientos, problemas, etc, es imposible que se fije en el de al lado.
Al ser máquina optimizadora los sentimientos empiezan a taparse con otros asuntos y no somos capaces, a veces, de ver lo realmente importante. Y llega el momento. La tapia. Nos damos un cabezazo enorme contra una tapia que no veíamos venir. Esa tapia somos nosotros mismos, pues, no caigas en el error de pensar que la tapia es la vida en si, o la sociedad incluso. No, somos nosotros.
Llega un momento que somos tan sistemáticos que, cuando nos queremos dar cuenta hemos olvidado quienes somos, como somos, quienes nos rodean no para nosotros ahora mismo, son, pues quizás otras máquinas mas con las que no se puede o cuesta mucho, establecer un vínculo. La tapia contra la que nos hemos dado es gruesa y el dolor es bastante acentuado, sin embargo, mas duele aún el darse cuenta que la vida tiene un límite por ese camino y sin embargo, no lo tiene por otros.
Pero no pasa nada. La vida es dolor, es sentimiento y sufrimiento, la vida es aprendizaje y gracias a la vida, probablemente podamos volver a retomar el camino correcto. El camino correcto es muy sencillo de cogerlo, pero a la vez muy difícil de mantener el paso sobre el. El camino correcto nos indica que el corazón debe ser lo primero. Que las personas deben conformar el núcleo de nuestras vidas. Se de sobra que es muy complicado mantener relaciones con algunas personas ya que es imposible que todo el mundo nos atraiga personalmente pero también para eso hay una solución, que es romper todos los prejuicios sobre esa persona.
Creo que somos, la gran mayoría del mundo, seres empáticos, que no nos cuesta querernos, de un modo u otro y, sin embargo, las rencillas o prejuicios desequilibran la relación. Eliminar el prejuicio, incluir el perdón, incluir el dar sin esperar el incluir el desinterés...todo eso, nos hará ser mejor persona. Dejaremos de ser máquina y seremos personas.
Al ser persona, por su naturaleza, todo cambiará. La vida ya no se verá como una carrera, habrán menos días tristes, pues los días en los que se dan amor, si pides amor en otros de esos días, vendrá de vuelta. Sin que lo pidas.