“El análisis del funcionamiento de la escuela primaria, aun a grandes rasgos, muestra que la enseñanza primaria es el lugar principal en el que se efectúa la división de las dos redes de escolarización de clase y que es ahí donde hay que insistir, sobre todo, con el análisis.
Este proceso presenta un doble aspecto, que constantemente hemos puesto en evidencia:
- Por una parte, asegura una distribución material, una repartición de individuos en los dos polos de la sociedad.
- Por otra parte, asegura una función política e ideológica de inculcación de la ideología burguesa.
Estos dos aspectos son simultáneos o, más exactamente, constituyen una sola y misma “función” del aparato escolar, asegurada por un solo y mismo mecanismo resultante de esas prácticas concretas.
La repartición de los individuos no se efectúa de manera “racional” o “armoniosa” (eso solo se da en la cabeza y en los planes de los tecnócratas burgueses”; la inculcación ideológica no se efectúa sin contradicciones ni luchas (solo en los sueños de los ideólogos oficiales de la burguesía y, a veces, en sus críticas, donde no existe ni contradicción ni lucha). Esto es precisamente lo que muestra el análisis de la escuela primaria y de sus pretendidos “defectos” de funcionamiento. Esos “defectos” o “fracasos” son la realidad necesaria de su funcionamiento (...)
Con respecto a las dos redes de escolaridad que caracterizan al aparato escolar (la red secundaria-superior por una parte y la red primaria-profesional por la otra), la escuela primaria desempeña un papel fundamental: es ella la que, en definitiva, decide la orientación de los individuos hacia una u otra red. Si recurrimos de nuevo a la metáfora ferroviaria, la escuela primaria tiene la función precisa de distribuir el tráfico; pero esta metáfora no exhibe de manera suficiente los hechos que analizamos (y otros parecidos que son el pan cotidiano de sus maestros y alumnos): nos hace pensar que es al término de la escolaridad primaria cuando los individuos son materialmente separados. Sin embargo, la separación de los individuos se efectúa en el interior mismo de la escuela primaria. Dicho de otro modo, la separación de las dos redes no es solamente el resultado o el objetivo de la escuela primaria, es al mismo tiempo el medio y el principio de su funcionamiento (...)
Por la misma razón, la reivindicación del alargamiento de la escolaridad obligatoria, aun cuando se interese por substraer durante algún tiempo a una parte de la juventud a las formas particularmente salvajes de explotación directa, no solo no conduciría a la abolición de las redes de escolarización opuestas, sino que las reforzaría, porque la división no tuvo lugar al final sino al principio de la escolaridad obligatoria. Las formas institucionales, constantemente retocadas, bajo las cuales se realizan las dos redes de escolarización, son entonces secundarias, y no valen solo por la manera más o menos eficaz con que cumplen su función en cada momento. Lo fundamental es el proceso de división, el proceso mismo de repartición material de los individuos que puede, según las condiciones, acomodarse a formas institucionales completamente “opuestas”. La generalización de la escolarización, y en particular de la educación obligatoria “única” es, históricamente, la generalización del proceso de división mismo. Basta con tomar en serio las contradicciones concretas de la práctica escolar, con buscar las raíces (de clase) y con sentir la necesidad para hacer volar en pedazos las exigencias institucionales (...)
Así es como en la escuela la sumisión a la ideología burguesa, es decir, la sumisión al mundo burgués tal como aparece a los burgueses se efectúa por la sumisión en cada instante a un conjunto de prácticas que constituyen el “ritual material” de la ideología burguesa. Los ejercicios escolares se dan de manera simplemente análoga, como un trabajo, el “trabajo escolar”, que es al mismo tiempo presentado (nombrado, y por eso mismo impuesto) como un deber. Ese trabajo no vale ni en sí mismo, ni para quien lo hace: lo esencial es tener buena calificación. En el ritual escolar familiar, el cuaderno de notas funciona como un equivalente (en el sentido figurativo) del salario: la buena calificación, como el salario, es el “precio”, la recompensa del trabajo cumplido. La práctica de los puntos buenos tiene el mismo sentido. Cuadro de honor: Legión de honor. La emulación y el culto a la competencia representan, en el interior de la escuela, la competencia que norma el mercado del trabajo. El maestro trata con individuos obligados a estar ahí, pero libres de decir por sí mismos si quieren trabajar y tener éxito o no, de la misma manera como, según el derecho burgués, la fuerza del trabajo es libre, etc.”[/i]
BAUDELOT, Ch. y ESTABLET, R. (1975)