Olé por él. Nunca sabes a quien se lo puedes quitar.
Yo no podría hacerlo desde que me contaron una historia de mi abuelo, que se dejó todos sus ahorros que sacó para pagarle el finiquito a sus empleados tras cerrar la empresa y se lo devolvieron, a ese señor no se los podré devolver, pero tengo que pagar esa deuda con el espíritu.