Copio y pego porque no puedo hacer resumen desde el móvil.
Eso sí, es de terror, me planteo qué tiene la gente en la cabeza como para llegar a determinadas conclusiones e ideas.
«la niña era una carga y, a la vez, un seguro contra impagos»
La policía rescató en abril del 2021 a una niña de 12 años que estaba secuestrada en A Coruña. Es poco decir que la cría vivió en el infierno. Su madre la vendió por 4.000 euros para saldar una deuda a una familia de nacionalidad rumana que residía en A Coruña. La obligaron a casarse con un joven de 17 años, vecino de la calle de la Torre. Le juraron que era virgen y le permitieron que lo comprobase en una chabola. Sujetada por su familia, el adolescente la violó. La trajeron a Galicia contra su voluntad y la encerraron en un piso de Monte Alto, donde estuvo un mes a pan y agua hasta que la policía se personó en el domicilio, rescató a la menor y detuvo a cuatro personas, entre ellas, el joven con el que había sido obligada a casarse. Esta semana, la Audiencia Provincial de Córdoba —de ahí son la madre y la familia de la niña— juzgó el caso condenó a los responsables a 17 años de prisión. La pequeña vive hoy tutelada por la Xunta. Lejos de cualquier peligro.
La historia de esta niña parece inventada por lo increíble que es. Nació en Andalucía, en una chabola de un asentamiento de familias de etnia gitana ubicado en un descampado de la capital cordobesa. Su infancia la pasó ahí, junto a su madre, la pareja de esta y sus dos hermanos pequeños.
Poco trascendió de cómo transcurrieron esos años, pero se sabe que estaba escolarizada en un colegio de la capital andaluza porque las autoridades obligaron a la familia a enviarla a la escuela. Hasta que unos tíos que residían en la otra punta de España, en el número 82 de la calle de la Torre, se pusieron en contacto con la madre para reclamarle una deuda de 4.000 euros. Cantidad que para esa mujer, según la sentencia de la Audiencia Provincial de Córdoba, era imposible de reunir. Al parecer, ese era el dinero que le habían prestado años atrás para salir de Rumanía y asentarse en España.
Entonces, a alguno de ellos —no se sabe quién tuvo la macabra idea— se le ocurrió que la deuda podría ser saldada si la niña se casase con el sobrino coruñés de 17 años bajo el rito gitano. A la menor, ni se le preguntó. Fue la cría la que se opuso desde el primer momento y la mantuvieron encerrada para evitar que huyera antes de la boda.
Todavía quedaba lo peor. El trato familiar pasaba por la virginidad de la niña. El futuro marido tenía que constatarlo y viajó de A Coruña a Córdoba. Allí metieron a la niña en una chabola. Mientras la madre y otros familiares la sujetaban, el adolescente de 17 años la agredió sexualmente. Ocurrió el 21 de marzo y al día siguiente se celebró la ceremonia.
Para la madre, según la sentencia, «la niña era una carga y, a la vez, un seguro contra impagos». Seguidamente y cumpliendo lo acordado, la menor fue trasladada a A Coruña para vivir con su marido en el domicilio de su nueva familia. Durante el tiempo que la menor permaneció en el domicilio, convivió con el joven «como un matrimonio, si bien ella nunca prestó su consentimiento a mantener relaciones sexuales con él», precisa la sentencia.
En esos primeros días, las autoridades andaluzas, que llevaban un seguimiento de la menor, se percataron de su falta y descubrieron que la madre la había vendido a una familia coruñesa de nacionalidad rumana. Los hechos fueron puestos en conocimiento de la policía. Se inició una investigación y se procedió a las detenciones de todos los implicados. Fue el 14 de abril y en el domicilio de la calle de la Torre se presentaron varias patrullas. Agentes de los servicios psicológicos de la Policía Nacional atendieron a la niña mientras sus compañeros ponían las esposas al joven, a sus padres y a un tío.
Sin documentación
En el citado domicilio, según expone la sentencia, «la menor fue sometida a los deseos de su marido y su suegra, quien le retiró toda la documentación, obligándola a permanecer en el piso, del cual no podía salir, a fin de garantizar el pacto económico al que llegaron con los otros acusados, evitando así que se pudiera escapar».
Además de las condenas de cárcel, la Audiencia impone a todos los acusados la obligación de abonar conjunta y solidariamente a la menor la suma de 12.000 euros por los daños morales. Al joven lo condenaron además por agresión sexual.