El toro de Falaris
La tortura nos ha acompañado desde tiempos remotos y uno de los peores métodos proviene de la antigua Grecia: se introducía a una persona dentro de un enorme toro de bronce que sólo tenía orificios en los ojos y la nariz y se cerraba. El verdadero terror comenzaba después. Se colocaba un fuego debajo del toro y este calentaba tanto el metal que adquiría un color rojo. La víctima era lentamente rostizada hasta su muerte. Los gritos de la víctima mientras agonizaba simulaba los bramidos del toro, haciendo de esto un evento que seguro nos erizaría la piel.
Empalamiento
Muchos conocemos este violento método de tortura gracias a la cinta Drácula de Francis Ford Coppola basada en el libro homónimo de Bram Stoker. Si no lo conocen, este procedimiento es bastante sencillo y mucho más económico que un toro gigante de bronce. Las víctimas eran obligadas a sentarse en un palo grueso y afilado.
Después el palo era levantado verticalmente y se dejaba ahí a la víctima que lentamente descendía sobre éste por la fuerza de su propio peso. Si piensan que al menos era rápido, no lo era: las personas empaladas podían estar vivas durante tres días.
Constantemente la estaca salía por el esternón para que la punta de la estaca se colocara debajo de la barbilla y así el cuerpo detuviera su descenso, dejando esta tétrica decoración por más tiempo. Muchas leyendas se han creado sobre Vlad Tepes, una de las más populares es que disfrutaba ver a los empalados mientras comía.
Crucifixión
Probablemente el método de tortura y ejecución más conocido en la historia gracias a el cristianismo, pero ha tenido muchas variantes a lo largo de la historia. Aunque no se sabe exactamente dónde se originó, la palabra proviene del griego y se tiene documentado que era un método muy usado durante el Imperio Romano.
Aunque la cruz podía ser de diferentes formas el castigo era muy similar: se colocaba a la persona en la cruz, se le amarraba de manos y pies –en muchos casos se les clavaba– y eran dejados en la cruz desnudos hasta su muerte. Además de la tortura física, este método era también una de las humillaciones más duras en la antigüedad, pues las víctimas eran dejadas desnudas en las calles días después de su deceso.
Al igual que el empalamiento, las víctimas podían vivir desde unas cuantas horas hasta varios días después. Las causas de muerte generalmente eran por una ruptura cardíaca, falla en el corazón, shock hipovolémico, asfixia, arritmia y una embolia pulmonar.
Si esto no fuera suficientemente terrorífico, esto lo hará: este método es utilizado actualmente en varios países. En los Emiratos Árabes Unidos y en Sudán es un método legal de castigo. Durante la primera década de este siglo varias personas fueron crucificadas en Arabia Saudita, aunque en muchos casos se decapitó previamente a las víctimas. En Burma también se realizaron ejecuciones por crucifixión y, de acuerdo al Comité de Derechos del Niño, el Estado Islámico ha crucificado a varios niños en los últimos años.
La tortura de la rata
Sabes que esto terminará mal cuando estos roedores están implicados en un método de tortura y va más allá de ponerte en una mesa con ratas. El castigo empezaba cuando amarraban a las víctimas y las colocaban dentro de una caja con una abertura en alguno de los lados, aunque en la mayoría de los casos sólo eran colocados sobre una mesa.
Después se dejaban ratas hambrientas sobre el cuerpo de la víctima, pero la tortura psicológica no era suficiente. Se calentaba la caja o el contenedor en el que eran puestas las ratas así que estas por instinto buscaban una ruta de escape. Así que el lugar más “blandito” para rascar y hacer un hoyo era la piel de la víctima.
Las ratas podían tardar hasta horas haciendo hoyos en el cuerpo de la víctima –generalmente eran colocadas en el estómago– resultando en uno de los métodos de tortura y ejecución más sádicos y dolorosos de la historia.
Se cree que este método de tortura fue utilizado en el siglo XX durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile y las dictaduras argentinas de segunda mitad del siglo.
La pera de la angustia
Esta herramienta de tortura también conocida como la pera del ahogo fue utilizada durante la Edad Media, la mejor época para estar vivo si eras un sádico. El aparato tenía tiene este nombre debido a que su cuerpo metálico tiene forma de pera y funcionaba así: era introducido en alguno de los orificios de la víctima y el torturador giraba el tornillo del aparato para que la pera se abriera.
El castigo era utilizado tanto para hombres como mujeres. En el caso de los hombres era introducido en el ano si su “delito” era ser homosexual. En el caso de mas mujeres la pera se introducía en la vagina cuando eran condenadas por prostitución o por facilitar abortos. También era insertado en la boca tanto en mujeres como hombres acusados de mentir y de blasfemar.
Aunque era raro que la pera de la angustia provocara la muerte, sí lograba rasgar la piel o expandir al máximo los orificios para mutilar a la víctima. Pero en muchos casos era sólo el principio de la tortura, después de la pera seguían otros instrumentos y métodos de tortura.
El burro español
La Inquisición Española fue la responsable de implementar algunos de los métodos de tortura más sádicos, pero ninguno tan brutal como el burro español. Las víctimas eran sentabas desnudas con las piernas abiertas sobre un bloque de madera en forma triangular que se parecía a un burro, en algunas ocasiones el bloque tenía puntas metálicas afiladas para causar un mayor daño físico.
Pero la tortura apenas comenzaba: una vez sentados en el burro español y amarrados de manos, se les colocaban pesos en las piernas para que la víctima no cayera y que la cuña del aparato aumentara la agonía. En muchas ocasiones terminaba rebanando completamente su cuerpo debido al exceso de peso que se añadía.
La cuna de Judas
También conocido como la silla de Judas, este método de tortura también fue creado por los españoles durante el siglo XVI. Podríamos decidir que la cuna de Judas es la terrible mezcla entre el empalamiento y el burro español: las víctimas eran amarradas desnudas y el torturador los bajaba con las cuerdas sobre un triángulo de madera que insertaba en la vagina de las mujeres y el ano de los hombres.
Los verdugos podían decidir que tan doloroso y rápido sería el sufrimiento de la víctima: con las cuerdas podían insertar en repetidas ocasiones a la víctima o agregar pesos a las piernas para que una vez empalados se rasgaran los músculos del orificio.
Si el empalamiento no provocaba la muerte o alguien sobrevivía a este método de tortura no era por mucho tiempo. Se cree que la silla de Judas raras veces era lavada, por lo que era un gran foco de infección y las víctimas también podían morir por esta razón.
El potro
Se cree que este fue uno de los métodos más dolorosos de tortura durante la Edad Media y a primera vista no lo parece, pues era sólo una mesa con cuerdas y dos troncos, pero funcionaba así: se acostaba a la víctima y se amarraban sus brazos en la parte superior y sus piernas en la sección inferior y los verdugos poco a poco tensaban las cuerdas.
La víctima era estirada hasta llegar al punto en el que, de tanto tensar las cuerdas, los cartílagos y ligamentos de cada una de sus extremidades tronaban, dislocando los huesos. Pero para evitar cualquier sospecha de que la víctima podía no estar desmembrada, los torturadores seguían tensando las cuerdas hasta que, literalmente, las extremidades se separaban del cuerpo.
La rueda
Este fue uno de los métodos más utilizados durante la Edad Media y también era conocido como la Rueda de Catherine, pero existe desde la antigüedad y todavía fue utilizado en Alemania durante el siglo XIX.
La tortura consistía en amarrar a la víctima en los radios de una rueda colocada horizontalmente, y mientras esta giraba lentamente, el torturador iba rompiendo los huesos en diferentes secciones de las extremidades con un martillo de hierro.
Después de que el verdugo hacia su trabajo, la víctima era dejada en la rueda para que muriera de deshidratación o era colocado en una estaca alta para que las aves carroñeras devoraran su cuerpo mientras seguía respirando. En algunos casos había misericordia: se le ordenaba al ejecutor darle un golpe fatal con el martillo en el pecho y estómago para terminar con su agonía.
Tortura de la sierra
Este es uno de los métodos de tortura más antiguos de la historia: se cree que en la antigua Persia la reina Parysatis, esposa del rey Darío II, utilizó este método para asesinar a varias personas. Durante el Imperio Romano este era un castigo permitido en Las leyes de las doce tablas, y aunque se tienen pocas referencias de que haya sido aplicado, se sabe que el emperador Caligula lo utilizó en repetidas ocasiones.
Pero no sólo es antiguo, se sabe que ha sido utilizado a lo largo de la historia en muchas culturas, técnicamente se tiene registro que ha sido aplicado en todos los continentes del planeta, a excepción de Oceanía.
El método es sencillo y muy sádico: se amarra a la víctima de cabeza con las extremidades estiradas para que la sangre fluya al cerebro y esté consciente todo el tiempo, disminuía la perdida de sangre y era más humillante. Un verdugo equipado con una sierra comienza a cortar el cuerpo de la persona hasta que es partido a la mitad. En muchos casos se cortaba a la víctima hasta el abdomen para prolongar su agonía.
Durante la Edad Media fue un método utilizado para castigar diversos crímenes de aquellos oscuros tiempos, como la brujería, el adulterio, la blasfemia, el asesinato y el robo.
Destripador de senos
Aunque todos los aparatos de tortura que hemos revisado eran aplicados tanto en hombres como mujeres, esta herramienta también conocida como “la araña de hierro” fue diseñada especialmente para herir a las mujeres de forma grotesca por delitos como adulterio, aborto, herejía, blasfemar o por ser brujas.
Las garras metálicas de esta “araña” regularmente eran calentadas hasta arder, después eran colocadas en uno de los senos expuestos de las mujeres y clavados hasta penetrar su piel causando una importante pérdida de sangre. Después los torturadores lo jalaban y sacudían bruscamente provocando que varios pedazos de piel fueran cercenados.
Esta herramienta se utilizaba constantemente en interrogatorios y aunque era probable que la mujer no muriera, quedaba mutilada por el resto de su vida.
La tortura de la silla
Al parecer el apóstol que traicionó a Jesús según la Biblia era muy popular entre los torturadores porque esta herramienta también recibía el nombre de “la silla de Judas”. La silla se introdujo a los calabozos durante la Edad Media y fue utilizada en Europa hasta el siglo XIX.
Generalmente utilizada en interrogatorios, el acusado era obligado a sentarse desnudo en una silla que incluía entre 500 y mil 500 picos de hierro. Si el interrogador no estaba convencido con las respuestas o la cooperación del acusado, solicitaba al verdugo que lo golpeara. Cuando la víctima se movía por el golpe cientos o miles de estos picos de hierro penetraban con mayor profundidad su piel.
Si esto no era suficiente para que la persona confesara sus pecados –fue utilizada obviamente por la Inquisición Española– o delitos, el torturador calentaba la silla hasta que los picos comenzaran a quemar a la víctima. Una vez que confesaba era condenado a morir –en la hoguera, por ejemplo– o a pasar el resto de sus días en un calabozo.
El triturador de cabezas
El nombre lo dice todo pero por puro morbo obviamente entraremos en detalles. Este brutal instrumento de tortura fue utilizado de manera regular –y casi únicamente– por la Inquisición Española y era utilizado para interrogatorios que podían durar horas y terminaban generalmente en la muerte de la víctima.
El aparato metálico consistía en una placa inferior en la que se colocaba la barbilla, una gorra metálica y un tornillo que poco a poco iba reduciendo el espacio entre la placa y la gorra; en medio de estas estaba la cabeza de la víctima. Primero los dientes eran aplastados y desintegrados en la mandíbula. Después seguían los ojos que salían de sus órbitas, de hecho algunas versiones de este aparato incluían pequeños contenedores en los que caían los ojos.
La agonía podía durar varias horas hasta que finalmente los huesos de la mandíbula y frontales del cráneo eran aplastados y la víctima moría. En algunos casos la tortura se detenía antes de la muerte, pero la persona terminaba con daños irreparables en el cerebro, los ojos o la mandíbula.
Durante la Edad Media en Persia y la India se utilizó un método similar: las cabezas de los criminales eran aplastadas por elefantes entrenados. Este método de ejecución continuó en estos países hasta el siglo XIX.
Ataúd de tortura
Durante la Edad Media en Europa este fue una de las formas de castigo más comunes para crímenes como la herejía o el asesinato; y lo que le falta a este método de tortura en violencia física le sobra en psicológica: las personas eran colocadas desnudas dentro de jaula de hierro, la jaula se colgaba en árboles, horcas y en las paredes de las ciudades y las víctimas permanecían ahí hasta morir.
En muchas ocasiones metían a las personas en jaulas más reducidas al tamaño de su cuerpo para aumentar el sufrimiento físico. Las personas que pasaban por las jaulas les aventaban comida podrida y piedras incrementando la humillación.
Los prisioneros de este ataúd colgante morían de sed, hambre o hipotermia en cuestión de días. Sus cuerpos eran dejados en las jaulas hasta que las aves se comían los restos y colgaban sólo los huesos. En algunos casos no se usaba como método de ejecución, sino de castigo, ya que se bajaba a las víctimas de la jaula de hierro después de pasar pocos días en ella.
Colgado, arrastrado y descuartizado
Este método de tortura y ejecución fue el más popular en el Reino Unido para los acusados de alta traición a la corona durante la Edad Media y era una combinación de varios tormentos físicos y psicológicos para destruir, literalmente, a las víctimas.
Primero las víctimas eran amarradas y arrastradas por un caballo desde la prisión hasta el lugar en el que serían ejecutados. Una vez ahí las personas eran colgadas del cuello por periodos cortos de tiempo, lo suficiente para que la persona estuviera al borde de la muerte pero no para acabar con su suplicio.
La parte final consistía en amarrar a los condenados a una mesa en la que se les cercenaban las extremidades, y en muchos casos, se les castraba y sacaba parte de las entrañas. Tanto los genitales como las entrañas eran quemadas en frente de la víctima mientras esta aún respiraba. Finalmente se le cortaba la cabeza.
Las extremidades y cabeza de las víctimas eran colocadas en lugares públicos como el puente de Londres para evitar que otras personas conspiraran en contra de los monarcas ingleses. Esta pena fue abolida hasta 1814 en el Reino Unido y pueden ver un ejemplo poco gore de este método en las escenas finales de Corazón Valiente de Mel Gibson.
La tortura china
Otro método de tortura que a primera vista no parece tan violento como el resto de esta lista, pero es uno de los métodos más crueles de la historia y sólo era necesario un poco de agua. La víctima era amarrada a una silla y sobre su cabeza caía una gota de agua fría o caliente dependiendo del torturador.
Las gotas caían poco a poco y no necesariamente al mismo ritmo, lo que evitaba que la víctima pudiera dormir, pensar o descansar mentalmente de esta tortura. En cuestión de horas las personas empezaban a presentar síntomas de locura, en muchos casos comenzaban a creer que se estaba formando un hoyo en la sección del cráneo en el que caía la gota de agua.
El programa de Discovery Channel Mythbusters realizó un ejercicio para determinar qué tan probable era que una persona se volviera loca si se le aplicaba la tortura china del agua: Kari sintió claustrofobia y espasmos en los brazos después de un par de horas, Adam después de tres horas se sintió demasiado incómodo. Para los cazadores de mitos resulto tan probable y riesgoso que decidieron no seguir con el ejercicio.
Guillotina
Técnicamente no es un método de tortura, sino un método de ejecución, pero después de leer cómo la mayoría de las víctimas morían con cualquiera de las otras formas de tortura, nos pareció conveniente agregar esta invención de revolución, e ilustración, francesa.
Aunque se tiene registro de algunos aparatos similares en Europa siglos antes de su popular uso por los revolucionarios franceses en 1792, la versión moderna fue desarrollada en esa época y consiste en un marco alto de madera que en la parte superior tenía una gran y afilada navaja. La cabeza de la víctima era colocada y sujeta justo debajo de la navaja que al momento de ser liberada cortaba de un tajo la cabeza del acusado.
Esta pena capital era considerada la forma más humana de acabar con la vida de los acusados porque se creía que la muerte era instantánea e indolora, aunque no existen pruebas científicas de que esto sea así: una de las hipótesis más aceptadas es que la presión sanguínea disminuye masivamente causando que se pierda la conciencia a los pocos segundos.
Los franceses siguieron utilizando esta forma de ejecución por muchos años. ¿Cuántos? La guillotina y la pena capital fue abolida en Francia hasta 1981. La última víctima en Francia que murió a causa de la guillotina fue Hamida Djandoubi en 1977 acusada de torturar y asesinar a una mujer.
La doncella de hierro
No se tiene certeza de que este aparato de tortura haya sido utilizado en algún momento, pero se cree que fue creado durante el siglo XIV en Alemania. La popularidad de este método de tortura creció durante el siglo XIX cuando se construyeron nuevas versiones de este sarcófago que actualmente son exhibidos en muchos museos de tortura alrededor del mundo.
La doncella de hierro era un sarcófago metálico que en la parte interior tenía afilados picos de hierro. La víctima era introducida en este y al momento de cerrarlo los picos se clavaban en el cuerpo. La controvertida existencia y uso de la doncella también está presente en cómo terminaba con la vida de las personas: unos creen que los picos no dañaban ningún órgano vital y por lo tanto las personas morían desangradas después de un par de días. Otros afirman que la muerte de las víctimas era más rápida porque los picos se clavaban en todo el cuerpo.