Mi nombre, seguido de las iniciales de mis dos apellidos, y un trazo parecido rodeándolo. Ninguna es igual a la anterior, pero todas tienen ese parecido, y la verdad es que nunca me ha preocupado que pueda ser imitada (que lo es, ésta es ridículamente sencilla). De todas formas, a la firma manuscrita le quedan dos telediarios. En algunos documentos oficiales como una declaración responsable, la firma de los que la expiden es un triste código QR, y ésto parece que seguirá yendo a más.