El 16 de mayo de 1945, los marinos que se encontraban en la base naval de Portsmouth, New Hampshire, fueron testigos de una imagen que se estaba volviendo frecuente. Un submarino alemán, escoltado por buques estadounidenses, ingresaba lentamente a sus instalaciones navales. No era el primer submarino al que la rendición de Alemania sorprendía en medio del Atlántico. De hecho, el U-805, el U-873 y el U-1228 habían llegado a la misma base días antes.
Pero este era diferente. El U-234 era un gigante de los mares, cuyas 240 toneladas de carga dejaron boquiabiertos a todos, al punto que su contenido fue declarado ultrasecreto: dos jets Messershmitt 262 desarmados, componentes para bombas V2, altos oficiales de la Luftwaffe, planos para otras armas de "alta tecnología" y... 560 kilos de óxido de uranio repartidos en 10 contenedores. Suficiente material radiactivo para construir dos rudimentarias bombas atómicas.
El U-234 (uno de los ocho de su clase) había comenzado su primer y último viaje desde su base en Kiel, a fines de marzo. A comienzos de abril arribó al puerto noruego de Kristiansand, donde recibió su carga y pasajeros, para luego zarpar el 15 de abril -un día antes de la ofensiva final soviética sobre Berlín-, bajo el mando del capitán Johann Heinrich Fehler, rumbo a Japón.
A bordo, la tripulación tenía claro su destino a partir de la presencia de dos oficiales japoneses que habían supervisado la carga de todo el equipo: el teniente comandante Hideo Tomonaga, especialista en diseño de submarinos y el teniente comandante Genzo Shoji, experto en aviones.
La navegación se desarrolló sin novedades, casi siempre bajo la superficie. Hasta que el 4 de mayo el U-234 interceptó fragmentos de transmisiones inglesas y estadounidenses que mencionaban al almirante Karl Dönitz como máximo comandante de las fuerzas alemanas, tras el suicidio de Adolf Hitler y la caída de Berlín. Todos pensaron que se trataba de un engaño.
El 10 de mayo el submarino emergió para poder recibir señales completas. Las órdenes provenientes del Alto Mando alemán confirmaban el fin de la guerra y ordenaban a todos los submarinos salir a la superficie y dirigirse al puerto aliado más cercano para rendirse.
A bordo hubo ásperos debates sobre qué hacer, pero el capitán Fehler decidió rendirse. Informados los oficiales japonesesse suicidaron.
El 14 de mayo dos destructores de EE.UU. interceptaron al U-234 y sus tripulantes fueron transferidos a bordo del USS Sutton. Entonces el sumergible quedó bajo control estadounidense y pusieron rumbo a Portsmouth.
La misión
Según el historiador Robert K. Wilcox, aunque la captura de este gigante generó gran expectación en la prensa local, el Departamento de Guerra de EE.UU. mantuvo la carga del U-234 en secreto, básicamente porque todos los documentos en el submarino confirmaban que el óxido de uranio estaba destinado al Ejército de Japón, y temían que esta información llegara al público.
Los oficiales alemanes fueron interrogados en Washington y revelaron su misión. Como la Alemania nazi había perdido sus instalaciones para enriquecer uranio -frente al avance de los Aliados- y carecía de los medios para construir una bomba atómica, Hitler había decidido entregar casi media tonelada de óxido de uranio a Japón, junto con toda la tecnología desarrollada por los nazis.
Una vez que el U-234 llegara a su destino, los científicos japoneses construirían una bomba atómica (incluso dos) para atacar la costa oeste de EE.UU. Precisamente para cumplir esta misión, Japón construyó dos enormes submarinos únicos en su tipo, de 120 metros de largo -los más grandes hasta entonces-, diseñados para operar como verdaderos "portaaviones submarinos", ya que cada uno de ellos tenía la capacidad de transportar hasta dos aviones capaces de despegar desde su cubierta, una vez en la superficie.
¿El plan? Que los "megasubmarinos" japoneses cruzaran el Pacífico sumergidos y emergieran frente a las costas estadounidenses, para que uno o más aviones lanzaran su mortal carga sobre la ciudad de San Francisco.
Para el profesor Joe Maiolo, investigador del Instituto de Estudios Bélicos del King's College de Londres, este plan refleja la total desesperación del régimen nazi, que estuvo dispuesto a ordenar una operación de esta envergadura, sabiendo que nada garantizaba que el U-234 llegara a Japón. "No creo que Hitler hubiese perdido tanto la noción de la realidad, al punto de creer que su plan le permitiría atacar a EE.UU. entre abril y mayo de 1945", cuando el avance ruso había sellado la derrota nazi.
Fuese un último acto desesperado de la Alemania nazi o un plan que Hitler realmente pensaba que tendría éxito, la decisión del capitán Fehler de rendirse impidió que se concretara. Porque si bien esos dispositivos japoneses habrían sido rudimentarios, eran capaces de generar un efecto muy semejante a lo que hoy se conoce como una "bomba sucia". Es decir, un dispositivo radiactivo que al detonar tiene un bajo poder destructivo, pero una alta capacidad para envenenar a la población y su entorno.
El U-234 navegó por última vez el 20 de noviembre de 1947, cuando fue remolcado 40 millas mar adentro desde Cape Cod, Massachussets, y hundido por un torpedo del USS Greenfish.