Ya empieza el hilo a contaminarse. Hoy me ha hecho especial gracia una conversación que he tenido.
Resulta que estando en una relación (o sin estarlo, por cualquier motivo no estar de acuerdo), si te entra alguien puedes rechazarlo amablemente. Pero la mayoría de los hombres suelen insistir (cosa que no entiendo), lo que hace que sea incómoda la situación. Hablas, sin dar lugar a pensamientos de ningún tipo y dejando las cosas claras, ellos no lo respetan y continúan. Llega a un punto en el que te pones más seria de lo normal y, oye, de pronto te conviertes en una engreída y en la bruja más mala del reino porque, según el hombre, sus intenciones desde el principio han sido las de "hablar".
Por supuesto, siempre tenemos la culpa.
Y esto pasa igual con el resto de cosas. Las opiniones de un profesor a una alumna se las puede reservar. Y ciertos comportamientos también: con 14 años tenía un profesor que nos miraba desacarademente las tetas a las alumnas y nos sacaba a la pizarra, aprovechando para hacer bromas de las "pequeñas montañas" (notese el tono humorístico, ya que era profesor de Geografía). Era tan jodidamente descarado.. Para sorpresa de muchos, entre las chicas lo comentamos pero no llegó a más, no hubo ninguna denuncia falsa.
No quiero darle la razón a Freud, pero sí, todo va ligado psicológicamente al sexo.