De sobra es sabido que en los concursos de belleza, obviedades aparte, lo más entretenido son las preguntas que se realizan a las aspirantes. Hay un largo historial de perlas, como:
Que las modelos son paletas es un cliché que en ocasiones se cumple dejando momentos memorables pero, aun así, nunca ha sido un impedimento para trabajar en el mundo de la moda o presentarse a los certámenes. Hasta el día de hoy no se exige carrera universitaria ni idiomas, al igual que con los políticos.
Sin embargo, Carrie Prejean dio con la horma de su zapato al manifestar su opinión sobre el matrimonio homosexual en Miss Estados Unidos.
Al ser preguntada sobre si creía que el matrimonio homosexual debía legalizarse en todos los Estados del país, dijo que entendía el matrimonio como una unión exclusiva entre hombre y mujer; con frases bien estructuradas y todo.
Resultó primera finalista y, tras dos meses con polémica de por medio, ha sido despojada de su título. Ella ha interpuesto una demanda alegando discriminación religiosa y la organización del concurso afirma que su despido se ha producido por un incumplimiento del contrato debido a que, supuestamente, ella no acudió a determinados actos.
Por otro lado, Carrie no sólo se ha retractado, sino que ha aparecido en programas conservadores y ha acordado prestar su imagen para campañas en contra de la legalización del matrimonio homosexual (desconozco si esto último ha sido tras su despido; no he podido encontrar la información).
Todo esto me lleva a preguntarme hasta dónde debe llegar lo políticamente correcto. Si es aceptable que la libertad de expresión se mire con lupa en un ámbito en el que lo fundamental es el físico y no la opinión política, religiosa o saber la tabla de multiplicar.
De lo contrario, y suponiendo que no existan motivos al margen de sus palabras que hayan causado la resolución unilateral del contrato (eso deberán determinarlo los tribunales y de esa presunción es de la que surge la reflexión), quizá deberían establecerse cláusulas que exigieran cumplir con una imagen determinada en un contexto más amplio que el cuerpo aunque, desde mi punto de vista, su legalidad sería dudosa y conllevaría una restricción excesiva de la libertad individual.
Al fin y al cabo, Hugo Chavez puede replicar al rey y Rajoy estar harto de los desfiles militares; y siguen en sus puestos. Y eso en un mundo, el de la política, en el que la retórica lo es todo.
De lo que estoy segura es de que si la intervención de Carrie hubiera sido más de este estilo, no se habría armado tanto revuelo y tal vez conservaría el título.
Éste es Perez Hilton, el jurado que formuló la fatídica pregunta a Carrie:
Blog de Perez; ideal para los nostálgicos del theme de las Supernenas