Misterio en La Ñora (Villaviciosa-Gijón)

Emelyne Fourny no recuerda nada. Ni quién es ni qué hace en Asturias ni el motivo por el que el 11 de febrero cogió el coche de un familiar y dejó atrás Toulouse para conducir cientos de kilómetros hasta Oviedo, tras dejar una nota de amor a un amigo. Postrada en una cama del Hospital de Jove, esta francesa de 24 años espera la llegada de sus familiares para que se hagan cargo de ella y puedan aportar luz a una misteriosa historia que ha marcado un punto de inflexión en la aparentemente tranquila vida de esta universitaria.
El jueves pasado, a las 6 de la mañana, fue encontrada en la playa de La Ñora por unos pescadores. Estaba desorientada, descalzada, con un golpe en la cabeza y con una frase escrita en bolígrafo en una mano: «Forgive me, i fail (perdóname, he fallado)». Hablaba en francés, chapurreaba español, inglés y algo de eslovaco, país en el que había estado cursando un Erasmus en la Universidad de Bratislava. Sus frases inconexas y el hecho de que no portase documentación motivaron que los efectivos de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón pusiesen en marcha un dispositivo de ámbito europeo para tratar de identificarla.
Las pesquisas dieron sus frutos el lunes por la tarde, cuando desde la Policía de Toulouse se ponían en contacto con los investigadores en Asturias para certificar que la imagen que habían difundido de la chica –con el camisón del área de Psiquiatría del hospital gijonés– coincidía con la de una joven francesa cuyos progenitores habían denunciado su desaparición el martes día 11. La fotografía había sido mostrada a los familiares, quienes corroboraron que se trataba de Emelyne. Casi de forma paralela, la Policía Local de Oviedo localizaba el vehículo en el que se había desplazado hasta Asturias. Estaba estacionado en la calle del Marqués de Gastañaga, en el centro, y ya se encuentra en el depósito de la grúa municipal.
Atraco en enero
Según los allegados de la chica, tal y como manifestaron a la hora de comunicar la desaparición, su comportamiento había cambiado hacía varias semanas, a raíz de un robo con violencia que sufrió en enero. A ello se sumó una desavenencia con un chico con el que al parecer mantenía una relación y al que antes de viajar a Asturias dejó una nota en el mismo sentido al mensaje que luego llevaba en la mano: «Te quiero, lo siento mucho, te he fallado», dijeron.
Los interrogantes en torno al episodio de amnesia que aún no ha desaparecido se suceden para los investigadores. Lo poco que ha dicho la joven los últimos días es que viajó en tren desde Oviedo a Gijón y que luego cogió un autobús y más tarde caminó durante mucho tiempo, hasta llegar a la playa de La Ñora. Se descalzó, metió los zapatos y los calcetines en un contenedor y se tumbó en la arena. Tenía la cara llena de sangre y una pequeña brecha de unos tres centímetros en la frente. Se desconoce por qué llegó hasta el arenal y si su intención era la de quitarse la vida.
A Emelyne Fourny le encanta viajar y así lo había hecho en el último año. Mientras buscaba trabajo para ejercer como licenciada en Ciencias Sociales, recorrió diversos rincones de Europa visitando a los muchos amigos que había conocido durante su estancia en Bratislava. Los mismos que no se explican qué le pudo pasar a esta chica estudiosa que no tuvo problema alguno a la hora de hacer una pandilla durante su estancia en Eslovaquia y conservar luego las amistades.
En varios países
En los últimos meses había visitado Holanda, Inglaterra, Irlanda, Hungría, Austria, Italia, República Checa y también España. Recaló en Cataluña el verano pasado. Se había rodeado de amigos e incluso alguno de ellos le había devuelto la visita a Francia, nada hacia presagiar el episodio en el que se encuentra inmersa la chica.
Los facultativos médicos de la Fundación del Hospital de Jove que asisten desde el jueves a la paciente no han apreciado evolución alguna respecto a su estado mental. La Guardia Civil espera la llegada de sus familiares para que tomen la decisión de llevarla de vuelta a su casa o inicie un tratamiento con los especialistas psiquiátricos gijoneses. Mientras, Emelyne sigue en su particular mundo a cientos de kilómetros de su hogar.