El pequeño Daniel Pelka presentaba un aspecto tan famélico que sus profesores le comparaban con una víctima de un campo de concentración nazi. Le habían visto rebuscar comida en la basura y durante los recreos le robaba el bocadilloa sus compañeros. No era raro ver a Daniel en clase con magulladuras en el cuello y hematomas en el ojo, pero inexplicablemente nadie se planteó por qué un niño de cuatro años mostraba tan denigrante aspecto.
Sus últimas treinta horas las pasó encerrado en una habitación, sin calefacción ni comida, donde una herida abierta en la cabeza acabó con su vida en marzo de 2012. Hasta ahora, no había trascendido prácticamente nada sobre el caso, pero ha sido esta semana durante la celebración del juicio en Birmingham contra sus padres cuando se han conocido los escalofriantes detalles de una tortura sistemática, que han conmocionado a la vez que indignado a una opinión pública que no alcanza a comprender la pasividad de profesores, médicos y servicios sociales, incapaces de prevenir su muerte.
Pobre niño... Y que los profesores no hicieran nada para evitar todo esto. Muy hardcore :\
DEP